No se que hago posteando en un hilo secuestrado y frecuentado por siniestros caracteres riendo como maniacos mientras patean, fustigan y golpean seres indefensos, perros, gatos, tortugas, niños y maridos, no perdonáis a nadie. En fin, ahí van mis dos sentaaavos. Tengo perros, gatos y niños, entre otros animalicos, y también he tenido novias y esposas por lo civil y de hecho. Además tengo perros semisalvajes y perros parisjilton, animales de trabajo que no trabajan y animales de compañía trabajando. Y al igual que Morfeo, una cercana relación con la variada fauna silvestre, especial atención a los putos jabalís. Pues bien, mi trato es individual. Cada animal lo suyo, humano o no. Hay que ponerse en su pellejo, claro, puesto que se supone que estamos ahí conviviendo y eso genera una obligatoria responsabilidad relativa a cada parte.
Un día estábamos haciendo una parrillada y el perro más grande, y digo grande, se empeñó en pillar chuleta y se puso muy pesado. Yo le arrastraba hacia un lado intentando obligarle a que se sentara, "sienta, sienta!" cada vez de peor humor. El perro como un olivo, haciéndole mucha gracia mis esfuerzos pero sin doblar ni un milímetro el lomo, da igual que echara todo el peso encima. Entonces una chica que allí estaba, se levantó sonriente, acarició a la mala bestia, le puso dos dedos en la grupa y lo dejó allí sentado. No se conocían de nada. No sé si lo aprendió del encantaperros o qué, pero me impresionó bastante y nunca le grité más.
También aprendí una cosa yo solo. Tengo otro, ratonero, anormal perdido, que tiene el ladrido más desgradable del mundo, en fa menor con oxidación cazallera, y elige ocasiones para declamar al universo su monótono monólogo. Si le mandas callar, entiende que lo que quieres es un poco más de intensidad. Si le das con el pié o la mano, redobla el tempo. Así que decidí sujetarle por los costados y tirarle al agua. De la impresión, quedó callado un buen rato. Pocos días después, viendo un atardecer especialmente agradable, volvió el desgraciado a la carga, esta vez ladraba al astronauta nuevo de la estación MIR. Repetí la operación y al agua fue. De nuevo calló mientras secaba. Ahora, cuando empieza a ladrar, basta apoyar las manos en sus costados e inmediatamente achanta. No es tan tonto. Tonto el que piense que poniendo las manos en los costados de los perros dejan de ladrar.
Hay perros que viven solo para tí y perros que solo quieren saber hasta dónde das de sí. A un animal no le pegaría por frustración, pero si hay que defenderse, tiro a matar con lo que tenga a mano, igual que ellos, pero también me he tirado al río para sacar un perro desconocido que encima me mordió cuando le agarré, me pegó un pedrazo en la pierna la corriente que marché cojo pa casa, y no me lo agradeció nada, se largó y adiós. Y mil casos.
Por cierto, buen hilo, Julieta Marimba, quién lo iba a decir. Al menos te habrán ofrecido semis de repuesto