La religión más antigua que se conoce es el animismo: otorgar espíritu y esencia a todas las cosas (el sol, las estrellas, la luna, la Tierra, el Cielo, los montes, los ríos, las plantas, los animales, las personas...). Aún se mantiene vivo el animismo entre millones de personas y los brujos y curanderos utilizan estas creencias para invocar espíritus y demás cosas que conocéis mejor que yo.
El gran descubrimiento a nivel moral es el descubrimiento del concepto de Dios, concepto que se esboza en Egipto con la figura de Amenofis IV y el dios solar único (Aton), un único dios.
Parece una nimiedad, pero no lo es, supone el paso del concepto "telúrico" (diosa Tierra) de la diosa Telus como divinidad personal, concreta y tangible (la tierra la pisamos y la vemos), encarnada en animales y plantas (serpiente, toro, macho cabrío, el trigo como representación de la diosa Ceres, el pino como representación del dios Dioniso, y toda la constelación de animales egipcios que representaban a los dioses: Horus y el halcón, el perro y Anubis, etc.); digo, del paso del concepto telúrico al concepto "celeste".
Pertenecemos a la cultura "celeste", toda la civilización avanzada pertenece a este concepto hoy en día. Ya la encontramos en Aton en el antiguo Egipto, la encontramos entre los sumerios y acadios, babilonios, asirios, griegos y romanos, además de entre los judíos, chinos y en la India y Japón, entre otros muchos menos conocidos.
Nuestra cultura religiosa proviene de los grupos indoeuropeos, pueblos nómadas, pastores y de organización patriarcal, que se extendieron por Europa desde el año 2.000 AC, llegando a España hacia el año 1.000 AC con los celtas goidélicos o protoceltas y, hacia el 300 AC con los celtas britones. Estos pueblos, al expandirse por Asia y Europa, se fueron disgregando y dieron lugar a numerosas lenguas derivadas de una lengua común y dialectos distintos: indoiranio, sánscrito, armenio, griego, latín, celta, germánico, eslavo, hitita, báltico, quedando fuera de este inmenso grupo el vasco, el finlandés, el letón y el magiar o húngaro, entre algunos otros menos conocidos.
Es decir, estoy escribiendo en indoeuropeo y manejando un idioma indoeuropeo igual que lo haría una persona que escribiese en ruso.
Estos pueblos indoeuropeos colocan en el espacio celeste a su dios (Zeus, Júpiter, Aton...) pero también se da en otros pueblos (japoneses, chinos, aztecas, mayas, germanos, eslavos preindoeuropeos...). El dios, en el mundo indoeuropeo, se llama TEOS (tehós en griego), ZEUS, DEUS o DIOS (es la misma palabra pronunciada de distinto modo).
En las religiones celestes la divinidad siempre es representada como masculina (son pueblos pastores y patriarcales) y se utiliza el antropomorfismo, es decir, atribuir al dios cualidades humanas, incluso, habiendo diosas, con características que serían típicas de su sexo (celos, envidia, etc.). Está la diosa esposa del dios supremo (Hera, Juno), la diosa que no nace de mujer sino directamente de la cabeza del dios supremo (Palas Athenea, Minerva).
Ya hace cinco mil años se rezaba la oración "padre que estás en los cielos", pero poco tiene que ver ese dios con el nuestro de ahora en que creemos los cristianos. En el dios no cristiano aparece el padre revestido de autoridad absoluta, dueño de la vida y de la muerte de sus hijos, y recibe el título de "padre" no como benefactor sino como padre del resto de los dioses y diosas, generalmente fruto de una relación carnal. Este concepto de "Zeus pater" en griego pasa a ser en latín "deuspater", "diespiter" o "Iupiter".
Sirva esto para definir al ser humano como un "animal religioso", en todas las culturas y épocas conocidas.
Vamos, que el hombre siempre se ha autoconsiderado más que un cuerpo mortal y ha creído que hay algo más que lo que nos dejan adivinar los sentidos.
Y digo, ¡¡¡pobres de aquellos que viven sin esperanza!!!
Solamente por esta esperanza, soy un ser religioso, lo que no significa necesariamente comulgar por Pascua Florida o ir a misa los domingos.