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Deleted member 112839
Invitado
Esto es la sección de expiencias y me gustaría compartir mi experiencia con vosotros.
Es largo de leer, así que si quieres parar aquí, lo entenderé.
Por suerte para mí tengo un cerebro inquieto que siempre me ha servido para salir airoso por las buenas, pero ese mismo cerebro hace años, me pedía aprender a poder defenderme si me veía en situaciones complicadas, así es como empecé con las artes marciales... he pasado por defensa personal, Tai-Jitsu, Aikido y Kiocusin, tengo conocimientos de Judo, Kick Boxing, Karate, Muay Thai, Krav Maga... es decir, unas poquitas
Empecé por defensa personal, de ahí derivo en Tai Jitsu, que es lo mismo, pero con diciplina y mucho mas completo, de hecho, no por nada se le considera la forma mas eficaz de defensa cuerpo a cuerpo con multitud de llaves y movimientos para liberarse y controlar las situaciones mas complicadas que os podáis imaginar.
Después de eso, quería centrarme mas en combate cuerpo a cuerpo, de ahí el resto de artes hasta que acabé en Kiocusin, el arte marcial mas extrema que conozco, pues el entrenamiento no es apto para cardiacos ni débiles de mente, pues aunque físicamente es durísimo, necesitas un cerebro y sangre fría para controlar tus impulsos de salir corriendo, que sería lo que cualquier persona normal y en su sano juicio haría si se viera en uno de esos entrenamientos, pero el caso es que me va el barro...
La cosa es que cuando empecé en esto, lo hice para ser capaz de plantar cara a gente mucho mas grande y fuerte que yo y resulta que con el paso de los años, sufriendo en cada entrenamiento, he llegado a comprender lo débiles que somos realmente, lo frágiles que desconocemos er, como un golpe en el sitio equivocado puede hacer mucho, mucho daño así que lo en un principio podría plantearse en aprender como "aprender ha hacer daño" se convirtió en "como minimizar el daño" dejando a quien toque k.o.
Jamás pensé que aprendería a apreciar a aquel que me tumbara y a respetarle por hacerlo, a ser amigo de quien me pega a diario y como ese esfuerzo llevado al límite puede hacer que aprendas a controlarte en el día a día, por el hecho de que nadie en ninguna situación me saque de mis casillas o me asuste, pues el miedo no te deja reaccionar y por propio miedo e instinto de supervivencia, podemos hacer mas daño del necesario para zanjar una situación límite.
Cuando empecé con esto hace años, jamás pensé la paz que podría aportarme, tanto espiritual como física y como al principio te mueves como un robot completando los complicados movimientos antinaturales que suponen las distintas técnicas y como un día sin darte cuenta, fluyes, símplemente fluyes como si fuera algo natural, seguro que por eso le llaman arte a ésto.
Decir que un entrenamiento de Kiocusin es duro, es quedarse corto, pues cada día un buen maestro busca tus límites físicos y os prometo que los encuentra, como perlita os dejaré un dato muy sencillo, cuando empecé kiocusin pesaba 85kg y en menos de un mes, pesaba 64kg. Cierto es que lo combinaba a la vez con Aikido y máquinas, pero lo que me dejaba por los suelos era el kiocu.
Me encanta entrenar con saco, no con un saco de la tienda de deportes de los de llevarte a casa, si no con un saco de verdad, de los que están bien duros, hay que colgarlos con cadenas gordas y un buen golpe apenas los mueve. Mi entrenador lo sabía y le pedí poder entrenar los jueves a solas, a puerta cerrada con el saco... me explicó que para poder entrenar con él, primero debía poder colgarlo en el techo y el gancho está a 3m de altura, porque el saco mide 2m y el otro metro se lo comen entre las cadenas y el espacio que queda hasta el suelo...
Me dió una silla normalita de plástico con las patas de metal y me explicó que podría golpear el saco cuando pudiera colgarlo, yo sólo... el problema venía en que el saco pesaba algo mas de 120kg y yo mido 1.74. había casi el doble de altura de lo que yo mido hasta el techo y pesaba casi el doble que yo. Para mas INRI entrenaba todos los días de la semana menos el domingo y el único día que tenía libre era el domingo... así que estaba siempre cansadísimo y sin fuerza, así que ahí entraba en juego esa silla y como decidiera utilizarla. Al cabo de un mes, entre fuerza, pensar y técnica, fuí capaz de colgar el saco, pero el primer día que lo hice apenas pude cascarle y tuvieron que ayudarme a descolgarlo, porque con la sudada que llevaba se me resbalaba...
No entrenaba ni con novatos ni con gente de mi talla, si no con maestros y tíos muy bestias de mas de 90kg así que tuve que aprender a pensar, porque me llevaban literalmente a hostias de punta a punta del tatami sin tocar suelo.
Lo curioso es que pese a lo fuerte que entrenábamos nunca tuve la tentación de romper a nadie, aunque por circunstancias a veces lo hiciera, pero no era a idea, si no, un lance en el combate.
la cosa es que curiosamente cuanto mas duro y violento era un combate, menos agresividad quedaba en mi...
Si algún día reunís el valor, no dejéis de probarlo... ya si alguien le pica la curiosidad le explicaré en que consistían los entrenamientos.
Ah! y lo mas importante, cuando llegaba a mi casa, me encendía una cachimba y... mmm... el mejor momento del día
Es largo de leer, así que si quieres parar aquí, lo entenderé.
Por suerte para mí tengo un cerebro inquieto que siempre me ha servido para salir airoso por las buenas, pero ese mismo cerebro hace años, me pedía aprender a poder defenderme si me veía en situaciones complicadas, así es como empecé con las artes marciales... he pasado por defensa personal, Tai-Jitsu, Aikido y Kiocusin, tengo conocimientos de Judo, Kick Boxing, Karate, Muay Thai, Krav Maga... es decir, unas poquitas
Empecé por defensa personal, de ahí derivo en Tai Jitsu, que es lo mismo, pero con diciplina y mucho mas completo, de hecho, no por nada se le considera la forma mas eficaz de defensa cuerpo a cuerpo con multitud de llaves y movimientos para liberarse y controlar las situaciones mas complicadas que os podáis imaginar.
Después de eso, quería centrarme mas en combate cuerpo a cuerpo, de ahí el resto de artes hasta que acabé en Kiocusin, el arte marcial mas extrema que conozco, pues el entrenamiento no es apto para cardiacos ni débiles de mente, pues aunque físicamente es durísimo, necesitas un cerebro y sangre fría para controlar tus impulsos de salir corriendo, que sería lo que cualquier persona normal y en su sano juicio haría si se viera en uno de esos entrenamientos, pero el caso es que me va el barro...
La cosa es que cuando empecé en esto, lo hice para ser capaz de plantar cara a gente mucho mas grande y fuerte que yo y resulta que con el paso de los años, sufriendo en cada entrenamiento, he llegado a comprender lo débiles que somos realmente, lo frágiles que desconocemos er, como un golpe en el sitio equivocado puede hacer mucho, mucho daño así que lo en un principio podría plantearse en aprender como "aprender ha hacer daño" se convirtió en "como minimizar el daño" dejando a quien toque k.o.
Jamás pensé que aprendería a apreciar a aquel que me tumbara y a respetarle por hacerlo, a ser amigo de quien me pega a diario y como ese esfuerzo llevado al límite puede hacer que aprendas a controlarte en el día a día, por el hecho de que nadie en ninguna situación me saque de mis casillas o me asuste, pues el miedo no te deja reaccionar y por propio miedo e instinto de supervivencia, podemos hacer mas daño del necesario para zanjar una situación límite.
Cuando empecé con esto hace años, jamás pensé la paz que podría aportarme, tanto espiritual como física y como al principio te mueves como un robot completando los complicados movimientos antinaturales que suponen las distintas técnicas y como un día sin darte cuenta, fluyes, símplemente fluyes como si fuera algo natural, seguro que por eso le llaman arte a ésto.
Decir que un entrenamiento de Kiocusin es duro, es quedarse corto, pues cada día un buen maestro busca tus límites físicos y os prometo que los encuentra, como perlita os dejaré un dato muy sencillo, cuando empecé kiocusin pesaba 85kg y en menos de un mes, pesaba 64kg. Cierto es que lo combinaba a la vez con Aikido y máquinas, pero lo que me dejaba por los suelos era el kiocu.
Me encanta entrenar con saco, no con un saco de la tienda de deportes de los de llevarte a casa, si no con un saco de verdad, de los que están bien duros, hay que colgarlos con cadenas gordas y un buen golpe apenas los mueve. Mi entrenador lo sabía y le pedí poder entrenar los jueves a solas, a puerta cerrada con el saco... me explicó que para poder entrenar con él, primero debía poder colgarlo en el techo y el gancho está a 3m de altura, porque el saco mide 2m y el otro metro se lo comen entre las cadenas y el espacio que queda hasta el suelo...
Me dió una silla normalita de plástico con las patas de metal y me explicó que podría golpear el saco cuando pudiera colgarlo, yo sólo... el problema venía en que el saco pesaba algo mas de 120kg y yo mido 1.74. había casi el doble de altura de lo que yo mido hasta el techo y pesaba casi el doble que yo. Para mas INRI entrenaba todos los días de la semana menos el domingo y el único día que tenía libre era el domingo... así que estaba siempre cansadísimo y sin fuerza, así que ahí entraba en juego esa silla y como decidiera utilizarla. Al cabo de un mes, entre fuerza, pensar y técnica, fuí capaz de colgar el saco, pero el primer día que lo hice apenas pude cascarle y tuvieron que ayudarme a descolgarlo, porque con la sudada que llevaba se me resbalaba...
No entrenaba ni con novatos ni con gente de mi talla, si no con maestros y tíos muy bestias de mas de 90kg así que tuve que aprender a pensar, porque me llevaban literalmente a hostias de punta a punta del tatami sin tocar suelo.
Lo curioso es que pese a lo fuerte que entrenábamos nunca tuve la tentación de romper a nadie, aunque por circunstancias a veces lo hiciera, pero no era a idea, si no, un lance en el combate.
la cosa es que curiosamente cuanto mas duro y violento era un combate, menos agresividad quedaba en mi...
Si algún día reunís el valor, no dejéis de probarlo... ya si alguien le pica la curiosidad le explicaré en que consistían los entrenamientos.
Ah! y lo mas importante, cuando llegaba a mi casa, me encendía una cachimba y... mmm... el mejor momento del día