La normalización social del cannabis es un camino lleno de espinas y con aroma a rosas, aunque, gracias a las nuevas tendencias como los los vaporizadores, cada vez se sienta menos ese aroma.
Según publica la agencia Efe, la marihuana comienza a estilizarse en México con el objetivo de romper los estigmas.
Es que ante la posibilidad de que la marihuana se legalice en México, nuevas formas de consumo van abriéndose paso.
En octubre de 2018, la Suprema Corte estableció jurisprudencia para el consumo recreativo de marihuana al considerar inconstitucional la prohibición absoluta a su uso lúdico.
Desde 2016 se importa productos con cannabidiol
Además, desde enero de 2016 se importan a México productos que contienen cannabidiol mediante el permiso otorgado por la autoridad regulatoria sanitaria, a pacientes que necesitan este producto y sin necesidad de un mandato judicial.
Así, aunque en México no está todavía legalizado el consumo, los productores ya trabajan en productos de uso tanto recreativo como medicinal.
Dejando a un lado el clásico porro, fumar en vaporizadores o en las futuristas y discretas ‘plumas’ ayuda a hacer más amable la imagen del fumador y romper así con viejos estigmas sociales.
En este lavado de imagen de la planta tiene mucho que ver el afán de negocio, pues de acuerdo con expertos consultados por Efe, el cannabis es una nueva mina de oro que explotar tan pronto se regule su consumo.
Según explicó la mercadóloga Julia Olivares, la naturaleza del mercado es adaptarse a las necesidades del consumidor y adelantarse a posibles “booms”.
¿Marihuana en supermercados?
Por ejemplo, en un mundo no tan lejano en el que la marihuana se compre en supermercados.
Federico Trava, un médico de 30 años y consumidor habitual, dijo que aunque “el porro es el rey y la manera más común de consumir marihuana”, no es inmune a los prejuicios de la gente.
En cambio, el vaporizador que lleva encima, metálico y del tamaño de un puro, sí lo es.
“Esto (el aparato) ayuda muchísimo a acabar con el estigma de cómo te imaginas al pacheco (fumador de marihuana), siempre con las rastas o el porro”, asegura.
Y agrega, “tú me ves a mí y yo no tengo la imagen de alguien que consume este tipo de productos”, dice Federico, que acude a la entrevista bien vestido y tiene trabajo y pareja estable.
Aunque no fuma durante su jornada laboral, al salir, de vuelta a casa, fuma en el vaporizador mientras conduce. Le relaja, dice.
Ideal para usar en ciertos espacios
También considera que es ideal usar este aparato cuando uno está en un bar, en el cine o por la calle caminando dando un paseo.
Otro consumidor habitual es Alonso García (nombre ficticio), en su veintena y dedicado a las artes escénicas, explicó que eligió consumir en pluma por ser práctica y discreta.
“Si estás fumando porro o pipa en la calle de inicio ya tienes que esconderte un poco. Ya te ves raro y la gente te percibe raro. Y luego huele muy intenso, y ya te ven como mal. Pero si fumas con el lápiz la gente ya ni te voltea a ver” pues los vaporizadores ya están muy normalizados, explica.
Según cuenta, el aparato -que se autoregaló en su cumpleaños- le costó unos 600 pesos mexicanos (31 dólares), mientras que las cargas de wax (un aceite de marihuana con efectos psicoactivos) suelen oscilar entre los 900 y los 2.000 pesos (entre 47 y 104 dólares).
La compra todavía es clandestina
La compra todavía de estos vaporizadores es clandestina y la creación de estos aceites experimental.
Sobre el efecto, cuenta que para él es más ligero con la pluma o vaporizador que con el porro.
“Estás más consciente, no estás tan pacheco (colocado)”, dice.
“Para el trabajo puede ser funcional, pero creo que el tema de dónde y cuándo fumar depende mucho de la persona”, considera luego.
Alonso pasa la mayor parte del tiempo trabajando y eso no le impide consumir marihuana diariamente, aunque según dice, muchas veces modula la dosis dependiendo de la situación.