La reputación de Uruguay en el mercado internacional del cannabis está más relacionada a su importancia histórica que a su nivel de facturación.
Haber sido el primer país del mundo en regular el cannabis en todos sus accesos es digno de respetar.
Sin embargo, el pequeño país sudamericano no es aún un jugador fuerte en la industria.
Ahora, y según dijo el prosecretario de la presidencia, Alvaro Ferrés, el Gobierno se compromete a fomentar la industria del cannabis medicinal.
“Vamos a hacer todo lo posible para que se instalen más plantas productoras”, señaló en declaraciones a Radio Uruguay.
Ferrés manifestó esto luego de informar en el Parlamento que el proyecto de Presupuesto enviado por el Ejecutivo asigna recursos a los Centros Ciudadela.
Se trata de un programa dependiente de la Junta Nacional de Drogas, destinado al tratamiento de adicciones.
Pero, ¿qué le espera a Uruguay en ese mercado?
Días atrás lo analizó Marcos Soto, consultor y director de la escuela de negocios UCU Business, en una columna en La Diaria.
Innovación
Según Soto se necesita innovación en la oferta exportable, y asume que Uruguay enfrenta múltiples desafíos en diversas áreas.
Uno de ellos es procurar nuevos nichos de especialización productiva para generar más y mejores oportunidades de desarrollo.
Cada vez que desde otro país compran mercaderías o un servicio prestado desde Uruuguay, en realidad lo que se compra es otra cosa.
Algo que por estas horas es un factor escaso: el trabajo nacional.
Es en este contexto que no solo alcanza con diversificar los mercados de exportación, sino también es necesario innovar en la oferta exportable.
La concentración de las exportaciones uruguayas se dan en varios aspectos.
No sólo por destino, también por producto y por empresas (únicamente 30 empresas colocan el 50 por ciento de esas exportaciones).
Riesgos concentrados
Y cuando se habla de concentración, se habla de riesgos concentrados.
Tradicionalmente, si de comercio de bienes hablamos Uruguay tiene un claro perfil agroexportador.
Quizás el mayor de toda América Latina, junto con Argentina.
El 80 por ciento de las colocaciones uruguayas al exterior provienen de ese sector.
Antes se entendía que este tipo de producción era “primaria”, como sinónimo de poco o nulo valor añadido.
Hoy sabemos que la producción se integra y retroalimenta necesariamente a procesos complejos de investigación y desarrollo.
También de innovación, asesoramiento profesional e incorporación de tecnologías.
Existen otras potenciales verticales productivas sobre las que Uruguay debería posicionarse estratégicamente con incentivos claros de desarrollo.
Sin embargo, obviar u olvidar su potencial productivo, el de su tierra, clima y técnica, sería un error.
Sin embargo, eso no implica hacer siempre lo mismo, producir lo mismo o del mismo modo.
En esa búsqueda de diversificación fundamental y viable asoman nuevas oportunidades que Uruguay no debería dejar pasar.
Fue el primero del mundo en regular, en diciembre de 2013, la producción de cannabis tanto para su uso recreativo como medicinal e industrial.
Decretos reglamentarios
En decretos reglamentarios sucesivos, se estableció el marco para el uso medicinal y la investigación científica.
También la definición de las distintas categorías de productos vegetales, dentro de las que se encuentran hierbas medicinales.
En 2019 se promulgaron las leyes 19.845 y 19.847, con la declaración de interés público de acciones que promuevan y mejoren la salud pública con base en el cannabis.
Semanas atrás, Ferrés anunció dos decretos para promover, liberalizar y facilitar las exportaciones del cannabis y sus derivados.
En suma, Uruguay ha recorrido un camino regulatorio disruptivo a nivel internacional.
Sólo algunos pocos países pudieron avanzar en este rubro, y en la actualidad se encuentra construyendo en torno a esta industria una, quizás, inesperada política de Estado.
Según datos del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), al cierre de julio de 2020 había 42 licencias para proyectos de cultivos no psicoactivos (cáñamo).
También nueve proyectos de cultivos psicoactivos y nueve proyectos de industrialización.
Si bien aún muchos países mantienen la prohibición del cultivo y la producción, las rejas legales se van abriendo.
Sobre todo para la importación de cannabis para uso medicinal, lo que convierte a la coyuntura en una oportunidad para la producción uruguaya.
Producción compleja de valor añadido.
Primeras exportaciones
Según Uruguay XXI, en 2019 se registraron las primeras exportaciones del sector.
La más relevante fue un envío de flores que superó los 3,2 millones de dólares.
El incipiente comercio latinoamericano de cannabis medicinal intrarregional es una realidad, independiente de la producción norteamericana de cannabis.
El desarrollo del comercio de este insumo tendrá a Uruguay como protagonista.
Pero, claro, siempre que se profundicen ciertas líneas de trabajo, captación de inversiones e investigación.
Asimismo, si repasamos la demanda proyectada para el mercado Estados Unidos, notaremos que es creciente y significativa.
No obstante, no todo es color de rosa para la industria.
Desde sus comienzos en Uruguay, se ha encontrado con un obstáculo hasta ahora irresoluto.
La negación de los bancos a operar con empresas que se dediquen al cultivo, la producción, la industrialización y la comercialización de cannabis.
Consideran que pueden tratarse de operaciones de narcotráfico y lavado de activos.
Y en nuestros tiempos, no se trata de un obstáculo.
Se debería avanzar en regulación clara, y a nivel comercial generar determinados “corredores financieros” que validen a quienes se dedican a esta actividad, y consigan separar la paja del trigo.
La economía uruguaya precisa generar empleos con urgencia.
La falta de trabajo golpea en sectores vulnerables y en la juventud.
La creación de oportunidades reales depende en buena medida de cómo Uruguay logre reconvertir el aparato productivo.
Por eso es necesario apoyarse en una producción que conserve ciertas ventajas competitivas, y que posibilite una integración moderna al mundo.