“Cada vez que el proceso de organización terrestre es llevado hasta su consumación en la semilla, desemboca en el caos; cada vez se edifica en el caos de la semilla la nueva organización a partir del cosmos todo”
Rudolf Steiner
Las semillas son el legado que cada planta deja a su paso por este planeta con el fin de perpetuar en el tiempo lo máximo posible a su propia especie. Recientemente con las nuevas normativas europeas que limitan la libre producción de semillas, ya no sólo para uso comercial sino además para uso propio, hace reflexionarse la ética de las grandes corporaciones en las que estamos depositando nuestro futuro más mediato.
Hoy día la mejor manera de reivindicar nuestro derecho a la libre circulación de semillas de producción propia es el autocultivo. Condenados estaremos si realmente las máximas autoridades europeas se replantean llevar a término con total firmeza la aplicación de la Ley de Material Reproductivo de las plantas, a la que algunos ya han apellidado como “Ley de Monsanto”, y que regula absolutamente todas las especies vegetales habidas y por haber.
Según la susodicha Ley se considerará ilegal el cultivar, reproducir o comercializar cualquier tipo de semilla vegetal o árbol que no haya sido “probado y aprobado” por una nueva institución, a la que han llamado “Agencia de Variedades Vegetales de la UE”. Este organismo es el encargado de elaborar una lista precisa de aquellos vegetales que consideren como “autorizados”, claro está, se debe abonar el correspondiente impuesto anual, como no, a la citada Agencia. Según afirman el fin de la citada tasa es mantener las semillas en la lista, pero cierto es que si no se realiza el oportuno pago, la Ley terminará sentenciando un incumplimiento de normativa, quedando como consecuencia prohibido el cultivo de esa especie en particular. ¿Ético verdad?
No era de extrañar que la Ley de Material Reproductivo de plantas calentara el ánimo de grupos de consumidores, agricultores pequeños, bancos de genes, e incluso también de ciertos Estados miembros de la Unión Europea. Debido a la presión de los grupos de oposición a la ley se obligó a los legisladores a modificar el texto original, aunque de forma simbólica ya que sigue sin evitarse el atropello que sufrirá el libre acceso al patrimonio vegetal de este nuestro planeta.
Las pequeñas concesiones que se han añadido al texto final con el fin de salvaguardar los intereses de pequeños productores no paliarán el mal que se puede crear al aplicar la Ley:
1. Los jardineros podrán guardar e intercambiar semillas no aprobadas, sin que se infrinja la Ley por ello.
2. Queda exento también el autoconsumo destinado a cubrir necesidades individuales e incluso colectivas, como de pequeñas organizaciones, los que podrán proveerse de semillas de hortalizas no aprobadas, siempre y cuando el número de trabajadores no sea superior a 10 personas.
3. Los bancos de semillas tampoco tendrán que cumplir esta normativa, podrán seguir guardando semillas no aprobadas con el fin de mantener la diversidad genética vegetal.
4. Una futura legislación (sobre la que no se especifica cuándo se llevará a término) se encargará de regular las semillas aptas para la agricultura ecológica.
Con este desaguisado que se nos presenta, no cabe que ante la legislación vigente no hacerse el indiferente y apoyar de forma unánime a los bancos de semillas de cannabis para que no cesen en su actividad, pero sobre todo para evitar que grandes multinacionales terminen por adueñarse de nuestras genéticas de marihuana. En estas líneas vamos a explicar algunos métodos de producción de semillas que se están llevando a cabo en cannabicultura.
Cuando hablamos de producir semillas hablamos de reproducir el cannabis por medio de la reproducción sexual. En la reproducción sexual intervienen los órganos sexuales de las plantas, y en el caso de la Cannabis sativa L. al tratarse de una especie dióica los hay masculinos y femeninos.
El órgano sexual de la planta masculina en cannabis está formado por la flor de macho. La flor del macho es una flor que carece de pétalos, de ahí que estén cabeza abajo con la intención de liberar el polen y que el aire lo disperse y disemine por el entorno. Al no tener pétalos, cuando los sépalos se abren los estambres quedan expuestos al aire permitiendo la libre dispersión del polen. Un buen ejemplar de macho puede fecundar varias hembras a la vez y dejarlas completamente granadas de semillas.
En cambio la flor hembra está formada por el cáliz, que tiene forma de saco y en cuyo interior se alberga el gameto sexual femenino, y por los estigmas, que son eso que todo el mundo llama “pelos” y cuya misión es la de atrapar el polen masculino y llevarlo hasta el cáliz para que se produzca en el interior la fecundación sexual. Podemos realizar tres métodos de polinización:
1) Polinización No controlada.
Se tiene una planta macho y se poliniza una planta hembra, pero claro, si un macho es capaza de polinizar varias plantas si dejamos que libere todo su polen se polinizará en exceso el cultivo y el producto final perderá potencia y casi todas sus cualidades organolépticas. Para evitar esto podemos realizar polinizaciones semicontroladas y controladas.
2) Polinización semicontrolada.
Esta forma de polinización también es aérea y consiste en detectar los machos cuando comienzan a florecer, y entonces se secciona toda la planta macho excepto un par de ramas a las que se dejará que liberalice el polen. La polinización de los cogollos en este caso es menor, se obtiene un número muchísimo menor de semillas y la calidad de la hierba no disminuye tanto. El inconveniente es que se polinizan también todas aquellas plantas que estén cercanas al macho, aunque en un grado mucho menor.
3) Polinización controlada.
Desde que comienza a florecer el macho hasta que abre sus primeras flores transcurren de dos a tres semanas. Muchos cannabicultores aprovechan este momento para cortar algunas ramas y arrancar el resto, de la ramas cortadas sacan esquejes para obtener polen con el que fecundar las hembras. Otros esperan hasta que las flores de las puntas de las ramas estén a punto de abrir, entonces cortan las puntas de las ramas y las ponen en un jarro con agua que cambian asiduamente, les ponen un papel alrededor para evitar que el polen caiga, y al cabo de una semana casi todas las flores han liberado el polen que contienen, entonces lo guardan y esperan el momento de polinizar. Y lo más acertado es cultivar un pequeño macho con técnicas de bonsaización, de manera que no se haga demasiado grande y cuando esté a punto de iniciar la floración se hace un trasplante a una maceta de gran volumen para que pueda formar buenas flores que den mucho polen. Lo malo de esta última técnica es que hay que disponer de otro lugar donde cultivar el macho cuando empiece a producir flor y que no sea nada cercano a la casa. Una vez están las flores maduras se introducen las ramas en un sobre de papel o una bolsa de plástico para hacer la polinización.
El momento de la polinización es algo preciso, pues si lo hacemos demasiado tarde podemos encontrarnos que las semillas no han llegado a su madurez y la planta ya está lista para ser cosechada. El momento ideal para polinizar se produce cuando la planta lleva sobre dos semanas floreciendo, entonces seleccionamos de aquella hembra o hembras que queramos polinizar las ramas que deseemos, y las metemos dentro del sobre o bolsa que contiene el polen del macho, le damos unos golpecitos y listo. Luego solo queda señalar la rama polinizada mediante un lazo, brida, cuerda o similar. Una vez maduras las semillas las recolectamos y dejamos a secar para finalmente guardarlas en lugar seco y oscuro hasta que las vayamos a usar.
Esto sería una producción de semillas regulares donde interviene un macho y una hembra ambos manifiestos, pero entonces ¿qué son y cómo se producen las semillas feminizadas?
La forma de obtener semillas hembras es a partir de la polinización de una planta hembra manifiesta cuyo sexo ha sido revertido a macho por medio de una técnica de reversión, siendo la más extendida y efectiva la basada en los tratamientos con Tiosulfato de plata o STS (que procede de las siglas en inglés de Silver Thiosulfate Solution). Los tratamientos en sí consisten en rociar las plantas con una disolución de esta substancia en los ápices, aunque los hay que lo prefieren realizar foliarmente en el envés de las hojas. La concentración depende de cada breeder, pero la fórmula base consiste en mezclar dos sustancias distintas como son el Nitrato de Plato (AgNO3) y el Sulfato sódico (Na2S2O3). Se mezclan en proporción 1:4, por ejemplo 10 mililitros de Nitrato de plata más 40 mililitros de Sulfato sódico, eso sí primero se pone el sulfato y luego lentamente, casi gota a gota y en condiciones de total asepsia y oscuridad, se le añade el Nitrato de plata, obteniendo así una mezcla se STS de 50 ml. Los hay que utilizan la mezcla en estado puro, también quién la diluye en 500 ml de agua destilada, y además los hay que añaden como mojante una gota de jabón.
Una vez las plantas hembras inician la floración al ser rociadas con este producto mutan su sexo produciendo flores macho que debe ser fértil y libre de hermafroditismo, por ello la importancia de haber realizado un trabajo previo de I+D en busca de plantas que reviertan de forma efectiva. Hay culvitadores que realizan dos tratamientos en lugar de uno sólo a los diez días de realizar el primero. También los hay que realizan tres tratamientos cada siete días e incluso hasta cuatro tratamientos cada cuatro días. Los tratamientos se realizan en oscuridad y hay quienes además dejan las plantas cubiertas con plásticos durante 24 horas para favorecer una mayor absorción del producto por parte de las plantas.
Una vez se obtiene el polen se poliniza con él las plantas hembras y en este caso también hay gustos y técnicas específicas. Algunos criadores polinizan las plantas simplemente sacudiendo las flores de macho revertidas sobre las plantas hembras, pero esto tiene el inconveniente que cae demasiada materia vegetal sobre las plantas con el consiguiente peligro de padecer botritys y otros hongos, así que si se realiza esta técnica es conveniente retirar luego los sobrantes vegetales que hayan podido caer sobre las plantas. Otros por el contrario hacen una polinización un poco más selectiva, polinizan los ejemplares de 4 en 4, de tal modo que el macho lo dejan medio y van sacudiendo las flores mientras giran las 4 hembras para que se polinicen todas las ramas por igual. Y también están los más pacientes que prefieren recolectar las flores macho, extraerles el polen y posteriormente polinizar las plantas una a una con suma paciencia y precisión.
Uno de los síntomas que manifiestan las flores hembras cuando han sido fecundadas es el marchitamiento de los estigmas (pelos blancos) que se tornan marrones e incluso se llegan a desprender en algunos casos puesto que ya han realizado su misión de transportar el polen al interior del cáliz. A los pocos días ya se pueden apreciar las semillas como se están formando, y con el tiempo van madurando lentamente. Un cultivo de semillas tarda entre 2 y 3 semanas más en estar listo que un cultivo destinado a producir cogollo sinsemilla, ya que hay que dejar que las semillas maduren por completo.