Los trasplantes en cultivos de cannabis se hacen por varios motivos, en este post os damos algunas pistas
En el cultivo de cannabis, todas las tareas son importantes. Algunas como los riegos y abonados son las más habituales. Otras como las podas o trasplantes tan sólo ocasionales. Cualquier mal hábito que realicemos en cualquiera de ellas, se verá reflejado en el desarrollo de la planta. Desde crecimiento lento por un riego o abonado incorrecto, hasta la muerte de la planta en casos más graves como podas más realizadas, sobrefertilizaciones o rotura de alguna raíz.
¿Por qué se hacen los trasplantes en cultivos de cannabis?
Un trasplante se puede hacer por varios motivos. Por un lado comodidad, ya que siempre será más fácil trabajar con plantas pequeñas en macetas pequeñas, que plantas pequeñas en macetas enormes. Tanto a la hora de realizar los riegos, como si por algún motivo nos vemos obligados a cambiar las plantas de lugar, algo muy habitual en las primeras semanas de cultivo.
Por otro, para garantizar que la planta continúe desarrollándose, ya que su crecimiento dependerá en gran medida del espacio disponible para las raíces. En macetas pequeñas, llegará un momento en que las raíces habrán colonizado todo el sustrato. Además de frenarse el crecimiento, se puede producir la asfixia de las propias raíces.
Y por último, para añadir buenas dosis de materia orgánica que la planta aprovechará para dar un fuerte empujón. Desde humus de lombriz o guano de murciélago como los abonos sólidos orgánicos más empleados, hasta cenizas, harina de hueso, harina de sangre, polvo de algas, estiércoles compostados… Jugando bien con cada uno de ellos en cada trasplante, nos podemos garantizar una nutrición completa sin usar ningún tipo de abono líquido. Y ni que decir tiene que los nutrientes orgánicos proporcionan siempre unas cosechas de primera.
La elección del sustrato
Un buen sustrato es aquel esponjoso y que retenga gran cantidad de líquidos, independientemente de la cantidad de materia orgánica que contenga.
Bien es cierto que solemos aprovechar los trasplantes para añadir como ya hemos dicho humus, guano de murciélago y todo lo que queramos. Pero no pasaría nada por usar un sustrato bajo en nutrientes, lo que nos obligaría a usar abonos líquidos más a menudo.
Entre los materiales más comunes que aportan esponjosidad, se encuentran la perlita y la fibra de coco, capaces por sí solos de mejorar un sustrato mediocre.
Y si añadimos cualquier tipo de nutriente, siempre lo haremos acorde a la fase en que se encuentre la planta y sus necesidades. En crecimiento las plantas demandan nutrientes nitrogenados como el humus de lombriz. En floración, sobre todo abonos ricos en fósforo y potasio como el guano.
En cultivos en maceta, siempre se debe usar un drenaje en su fondo, lo que permitirá una buena evacuación de los excesos de agua. Lo habitual es usar una capa de unos 2-4 cm de arlita o bolas de arcilla.
En cada trasplante, muchas de estas bolas quedarán adheridas en las raíces, pero tampoco es ningún problema dejarlas. Una vez enterradas en el sustrato, aportarán más capacidad de absorción de líquidos.
¿Cuando y como realizar un trasplante?
Si no lo programamos anteriormente, será la propia planta la que pida un trasplante cuanto se le comience a agotar el espacio para las raíces. La capacidad del sustrato para retener líquidos desciende y la planta comenzará a frenar su crecimiento.
El número de trasplantes que se deber realizar es a gusto del cultivador y de la duración del período de crecimiento. Cuando se cultiva a principios de primavera, con las plantas con algo más de 3 meses por delante para florecer, se pueden realizar varios trasplantes. Cuando se empieza a finales de primavera con poco más de 1 mes para el inicio de floración, tan sólo un trasplante podría ser suficiente.
Si la planta que vamos a trasplantar tiene el sustrato muy húmedo, correremos el riesgo de que el sustrato por su propio peso se desmorone al extraer el cepellón de la maceta, con el riesgo de rotura de alguna raíz. Espera a que el sustrato pierda gran parte de la humedad, pero sin que llegue a estar demasiado deshidratado.
Y empezamos primero preparando la maceta a la que vayamos a trasplantar nuestra planta. Ponemos el drenaje y sobre éste, un poco de sustrato. Lo más sencillo es hacer un molde positivo con la maceta que contenga la planta. Es decir, introduce la maceta con la planta en la maceta a la que vayas a trasplantar, situándola a la altura adecuada poniendo más o menos sustrato en el fondo.
A continuación rellena el espacio que queda entre las dos macetas, poco a poco y presionando ligeramente el sustrato para que no queden bolsas de aire y mantenga la forma. Sólo nos quedará retirar la maceta pequeña con la planta para descubrir un molde del tamaño perfecto en el que introducir la planta.
Para extraer una planta de una maceta, no tires del tallo hacia arriba. Es posible que las raíces se hayan adherido a laterales y fondo de la maceta y al tirar, sólo conseguiremos romper alguna raíz. Con la mano vete dando golpes ligeros por todo el exterior de la maceta. Finalmente inclina o tumba la maceta y tira con cuidado del tallo lo más próximo al sustrato y extraeremos la planta sin problemas.
Tan sólo no queda introducirla con cuidado en el molde que hemos hecho, y terminaremos rellenado con más sustrato la superficie. Para finalizar, regamos con agua con el pH corregido. Es interesante usar algún potenciador radicular para acelerar la expansión de las raíces a su nuevo sustrato.