Las reglas de las ratas son estas: no conceder entrevistas, no hacerse fotos con los fans, hacer justo lo contrario a lo que se espera que hagas, deambular entre la genialidad y la locura, liarla en el escenario, hacer que el público explote mientras las ondas de sonido reverberan en sus cerebros, ser el ojo y los pies del huracán y marcharte como si no hubiese pasado nada mientras todos desfallecen extasiados después de la orgía maquiavélica de sonido y show. Así son las Rats rule, así son ellos, así son Die Antwoord y el Arenal Sound fue su única parada este año en España, allí estuvimos para contártelo.
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Son las 12 de la noche del último día del festival Arenal Sound en Castellón, en la puerta del backstage se para una furgoneta normal y corriente de la que salen diversos personajes destartalados con gorros de Pikachu, ropajes de tallas cuádruples y capuchas al estilo Finn el Humano. Los más avispados se percatan de que son Ninja y Yolandi, los cabezas de Die Antwoord seguidos de su séquito. Encerrados en el camerino, no van a salir hasta que toque su directo, están conjurando hechizos, preparándose para el aquelarre que se avecina en unas horas. Afuera, el público ya se está agolpando frente al escenario, los fotógrafos cargan sus cámaras y se miran entre sí nerviosos como soldados que van a salir de la trinchera. De repente, todo oscurece, un trueno silencia el ambiente para que una tenebrosa melodía lo haga volver a gritar. Parece que está a punto de comenzar el espectáculo.
Me gusta salir al foso a hacer las fotos con un porro en la boca, no todo es disparar, también me gusta mirar a los ojos a los artistas mientras echo unas caladas, me da tiempo a pensar La Foto. Con Die Antwoord no da tiempo a pensar, sólo a actuar. Ya se ha llenado la memoria a base de ráfagas cuando a Ninja se le ocurre bajar del escenario y pasa corriendo al lado mía. Tengo el corazón acelerado, fumo nervioso y se me cae de la boca una chusta aún incandescente. Acabo de cruzarme con el tipo más loco y genio a la vez que haya en muchos países a la redonda. Los bajos hacen que me tiemble hasta el bigote, ha terminado la sesión de fotos y toca disfrutar de lo que queda de concierto entre el público.
Loco. Loco público, desquiciado y desbordado público, cada vez que Yolandi emitía cualquier sonido por el micro gritaba como en el orgasmo más intenso…ella tampoco se quedaba corta. Hay gente con cara de placer, otros con la mandíbula desencajada, nosotros con los ojos rojos y en el escenario, están al rojo vivo. Acabamos de presenciar un repaso de lo más selecto de su discografía, todos los presentes acabamos de sufrir una adhesión al fundamentalismo Zef. Son las cuatro de la mañana, aún quedan algunas horas para que salga el sol y un montón de hierba en la lata de mi bolsillo.
Joder, estamos en Castellón, que se note la cultura de la tierra, vamos a terminar la fiesta como lo merece. Desde aquí, especial mención y agradecimientos a Space Elephants, que con el listón tan alto como estaba, supieron cerrar el festival a la altura de las circunstancias, es decir: #jaleoelephant. Así se concluía el ciclo Arenal Sound, gracias a todos los grupos, asistentes y producción que nos mostraron su simpatía, por supuesto, gracias también nuestra infatigable fotógrafa, María Carribero, por estar siempre al pie del cañón. Ahora, la weedventure continua en Barna, si no…¿desde dónde creías que os estoy escribiendo?
Continuará…