Chile.- Por Alejandro Pacheco G.
En el último año se ha iniciado a nivel nacional una interesante discusión acerca de la posibilidad de legalizar el autocultivo de marihuana, con el fin -según sus defensores- de terminar con el creciente microtráfico de esta sustancia vegetal. Pese a que ya existen varios proyectos de ley sobre el tema, aun es penalizado tener una planta de Cannabis sativa en su casa sin la autorización del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
Este tema genera muchos partidarios y retractores, debido a los supuestos daños que genera fumar esta sustancia, especialmente en los más jóvenes. Pero esta prohibición data recién desde mediados de los años 70, cuando no había democracia. Anteriormente -en especial en la época del hippismo- la marihuana circulaba libremente entre los jóvenes de la época.
En La Calera y en otras comunas existían grandes plantaciones del cáñamo. Incluso existía un molino en la zona céntrica calerana donde se procesaba este vegetal, utilizado para confeccionar sacos, cuerdas e incluso alpargatas, pero con la prohibición, esto quedó en el pasado.
La marihuana contiene tetrahidrocannabinol (THC), lo que entre otras cosas causaría una fuerte adicción. Con el fin de salvaguardar la salubridad pública se decretó la prohibición de su cultivo a nivel industrial y personal. Hace más de 30 años que se sanciona penalmente a quienes mantienen una “mata” de marihuana en su casa.
Pero muchas personas están criticando esta decisión, con el argumento de que ha generado un peligroso aumento del microtráfico de drogas, como asimismo que el consumo en vez de bajar va en una constante alza, ya que en 4,4 puntos porcentuales aumentó en los últimos dos años el consumo experimental de marihuana entre los escolares de 8° básico a 4° medio, pasando de 15,1% en 2009 a 19,1% en 2011.
Además de esto se critica mucho los daños que provoca esta droga en comparación a otras sustancias que se comercializan legalmente como el alcohol y el cigarrillo. Son miles los que mueren a causa del consumo excesivo de ellas, especialmente por enfermedades como el cáncer al pulmón o la cirrosis hepática.
Aunque hay argumentos sólidos en ambas posturas, creo que es necesario que la ciudadanía haga valer su opinión en las urnas. Si alguien quiere que se legalice la marihuana tiene que votar por un Presidente y parlamentarios que se muestren a favor. En tanto si quiere que se mantengan las cosas como están elijan a autoridades que representen este pensamiento. Es así la democracia.
Uno de los países que hace poco despenalizó el autocultivo en Sudamérica fue Uruguay. Creo que cada país en conjunto puede decidir que es lo mejor para su salud, pero de manera democrática y no impuesto por una minoría, sea en el tema que sea.
Fuente El Ovservador