Por Miguel Gimeno.- La Cannabis Sativa L. es una planta dióica, o sea, que presenta ejemplares machos y hembras, aunque también se dan casos de hermafroditismo. Y como todos bien sabemos la parte psicoactiva de la planta son la sumidades floridas femeninas, o sea, los cogollos. Ahí está pues el gran quebradero de cabeza de todos los cannabicultores: saber lo más pronto posible el sexo y asegurarse de tener el mayor número posible de ejemplares hembra que le proporcionen su suministro anual.
¿Cómo se define la sexualidad de una planta de marihuana?
El cómo y porqué se define el sexo de la marihuana es un tema bastante discutido por los cannabicultores de todo el mundo. En el caso del ser humano es mucho más fácil, aunque recientemente hay estudios que demuestran que ante condiciones estresantes el hombre, que es quien decide el sexo en la especie humana, tiene una mayor tendencia a que sus espermatozoides sean X. El sexo en la especie humana se define por una pareja de cromosomas, las mujeres tienen la pareja de cromosomas XX y el hombre XY.
Durante la reproducción sexual humana el hombre aporta su genética mediante el espermatozoide (célula haploide), que puede ser X o Y, y la mujer mediante el óvulo (célula haploide), de la unión de ambos nace una célula diploide (XX hembra o XY macho) llamada zigoto que se comenzará a dividir, el resultado final ya lo sabeis: niño o niña.
En el caso de la marihuana hay diferentes puntos de vista. Se piensa que el embrión que contiene la semilla no sea una simple célula diploide, sino triploide (XXX, XXY, XYY o YYY) e incluso tetraploide (XXXX, XXXY, XXYY, XYYY o YYYY). Esta teoría tiene fuerza, pero si sólo influyeran las circunstancias genéticas las probabilidades de tener una hembra pura con sólo flores hembra sería mínima, y como los casos de hermafroditismo son cuanto menos algo raro, debemos pensar que no sólo influye la genética de la semilla a la hora de definir el sexo de las plantas de marihuana. De ahí que algunos cannabicultores den más importancia a las condiciones de cultivo, comprobándose que ante condiciones desfavorables hay una dominancia de machos. Esta última teoría tiene su punto de razón si la observamos desde el punto de vista de la propia naturaleza: las plantas, al igual que cualquier otra forma viviente, tiene una única función final “procrearse”. En condiciones adversas, y siempre bajo mi punto de vista, hay cierta tendencia a que se produzca un aumento del número de machos, esto puede ser dado a que en condiciones adversas es poco probable que la prole (descendientes) llegue a proliferar adecuadamente. Como una hembra puede llegar a producir un determinado números de flores hembras que darán lugar a igual o menor número de semillas, cuanto mayor sea el número de hembras mayor será la descendencia; pero si las condiciones son extremas, la sabia naturaleza actúa, y aumenta el número de ejemplares machos pues aunque haya más polen si el número de flores hembras es 100.000 (por ejemplo) el número de semillas nunca sobrepasará las 100.000, y de esta forma se habrá autorregulado el control de natalidad evitando una superpoblación ante condiciones adversas.
La feminización de semillas es la que termina por confirmar que los factores de cultivo están intrínsecamente relacionados con la manifestación del sexo. La feminización, como ya hemos visto en articulos anteriores, consiste en hacer que una planta manifestada como hembra y mediante tratamientos se convierta en una planta macho, capaz de producir flores masculinas en lugar de femeninas y de producir polen, donde se encuentran los gametos sexuales que aporta el padre revertido.
Por Miguel Gimeno
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Gracias Miguel por tus articulos