Escrito por Juanjo Oliva
Iñaki Márkez, doctor en Neurociencias por la Universidad del País Vasco y psiquiatra en el Centro de Salud Mental de Basauri, participó ayer en el curso ‘Actualizaciones sobre el cannabis en el ámbito de las drogodependencias’ dirigido a los profesionales del Plan Sobre Drogas de la Consejería de Sanidad.
–¿Cómo afecta el consumo de cannabis a la salud mental?
–Considero que existe bastante confusión con el discurso sobre la afectación del cannabis, en el sentido de que se hace demasiado hincapié en las maldades del consumo. Un tanto exagerado en tanto que en seguida se habla de que el cannabis produce depresión, angustia, ansiedad, trastornos bipolares, psicosis, esquizofrenia; lo produce todo. Ese matiz ha aparecido en algunos casos donde está asociado el uso de cannabis con alguna de esas enfermedades. Pero que eso ocurra, no tiene nada que ver con la existencia de una relación directa de causa-efecto, es decir, del uso de cannabis con que vayan a aparecer esas enfermedades. Un mal uso del cannabis porque se toman dosis elevadas; se hace una utilización continuada durante años; porque lo toman jóvenes aún inmaduros y no formados en su personalidad o dentro del aspecto físico a nivel neuronal. La formación de cualquier personal transcurre hasta los veintitantos, si el consumo se produce a los 12, 13, 14, 15 años, es como si hubiera un pequeño freno en la formación de esa persona, la cual se traduce en una limitación en el crecimiento, la capacitación.
–Dice que no existe relación causa-efecto entre uso de esta sustancia y determinadas enfermedades. Entonces, ¿depende más de las características de la persona que del consumo?
–Eso está constantado que es así. Hablamos de los denominados factores de vulnerabilidad. Puede ser la persona en concreto. Por ejemplo, porque es un joven todavía no formado e inmaduro; o que tiene esas dificultades porque proviene de una familia desestructurada; o tiene problemas de aprendizaje escolar… Depende de la persona; de la sustancia, ya que no es lo mismo tomar algo de forma abusiva -depende de la dosis- y tampoco es lo mismo consumir hachís -que a saber que se inhala por las mezclas- a fumar marihuana muy potente con una alta concentración de THC o con poca. Y no es lo mismo hacerlo en un ambiente lúdico que estar en un lugar de gente ‘tiradilla’ porque al final vas a consumir cannabis pero también otras sustancias: alcohol en exceso, algún estimulante… El cannabis va acompañado de qué persona hablamos, de qué sustancia y todo lo que va en su entorno: familia, amistades, círculo escolar, otras drogas, aprendizajes…
–Por tanto, ¿se puede diferenciar entre buen y mal uso del cannabis?
–Se debiera atender a que, quien decida hacer uso del cannabis, lo haga con una información veraz tendente a su mejor utilización, un buen uso pasa por un consumo moderado o pequeño, nunca por uno excesivo. Un consumo adecuado del cannabis pasa porque no lo tomen los menores, por no mezclarlo con otras sustancias como el alcohol, las drogas estimulantes, la cocaína… Y cuando hablamos de consumo moderado, si se puede hablar, se deben tener en cuanto otras muchas cosas.
–Cuando habla de consumo adecuado, se refiere a fines terapéuticos, lúdicos…
–Lo que ocurre con los usos terapéuticos, es decir, por recomendación terapéutica, coincide con los usos moderados. Son personas que tienen problemas de vómitos, náuseas, con sida o tienen un cáncer y están en tratamiento con quimioterapia. A éstas personas, que a veces se les ha recomendado el uso de cannabis, siempre coinciden con que la dosificación es pequeña, nunca hay un exceso en la prescripción.
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