Regular no quiere decir que estemos diciendo que consumir marihuana es maravilloso y que hay que hacerlo en cada momento, regular quiere decir que podemos alertar o informar sobre los problemas que te puede acarrear consumir cannabis y las ventajas que se pueden obtener usándolo.
El consumo de alcohol está regulado y por eso todos los días vemos anuncios en muchos sitios donde se te está alertando de su consumo: “Si bebes no conduzcas” “bebe con moderación”. Gracias a su regulación existen muchísimas investigaciones sobre los efectos de este líquido calorífico en partes de tu cuerpo (como el hígado o lo riñones) y a su vez, al existir esa regulación, puede fiscalizarse y por tanto recaudar millones de euros en impuestos.
Regular no es decirle a los jóvenes, fúmate un porrito que es legal, regular es poder decirle a ese adolescente con claridad, no fumes marihuana que tu cerebro aún no está formado y no es aconsejable para tu edad, ya tendrás tiempo para consumirla.
Regular no es decirle a la gente fúmate o hazte un porro en el parque, regular es poder decirle a alguien vamos a este coffeeshop o canna local a fumarnos uno bueno y sin molestar a nadie, ni que nos molesten.
Cuando los ciudadanos creen que la regulación del consumo de marihuana es para que una parte de la sociedad antisistema pueda fumarse unos canutos por las calles sin que nadie les diga nada, indudablemente, su opinión es rotunda en contra de cualquier regulación. En ése caso yo les diría, tranquilos que la regulación no es eso, mirad a vuestro alrededor, más de uno de los que tienen a su lado puede ser un consumidor de marihuana responsable.
Es decir, muchos nos hemos fumado un porro como el que se toma una copa de alcohol y se embriaga un poco y no pasa nada, luego se nos pasa y al siguiente día somos uno más de la ciudadanía. Por eso no se es un diabólico drogadicto, somos los mismos e iguales a los que consumen vino, cervezas o un “cubata”. Otra cosa, cuidado con lo de creer que alguien es un drogadicto, en tono peyorativo, por consumir marihuana, porque el alcohol es otra droga y asesina, además de que más del 85% de las personas lo han probado. Cuánto drogadicto de droga legal hay.
Debemos verlo como el consumo de una sustancia natural que embriaga, que puede sentar bien o mal, pero que en el fondo es una sustancia infinitamente menos dañina que otras que ya aceptamos en nuestra sociedad, como el alcohol, el tabaco o algunos medicamentos.
Como buen liberal que me considero, creo que la marihuana debería estar regulada por el simple hecho de generar impuestos y estar de alguna forma controlada. Estamos hablando de la tercera sustancia en consumo recreativo a nivel mundial después del tabaco y el alcohol, y prácticamente todo lo que recauda esta planta se va al mercado negro.
Muchos amigos míos me comentan que cada uno debería poder consumir lo que quisiera sin molestar al prójimo. Yo entiendo que lo que quieren decir es que cada uno autocultive y que consuma donde quiera, pero claro, esto tampoco sería ni viable ni saludable. Si nos enseña algo la vida en sociedad es que las cosas de uso general se tienen que controlar y, sobre todo, las sustancias que son para el consumo humano y claro, este control por la sociedad ya tiene un coste económico.
A este punto de vista añadiré lo último que nos ha llegado desde algunos de los estados americanos donde han regulado el uso de la marihuana recreativa: en Colorado, el año pasado se recaudó 44 millones de dólares en impuestos que fueron a parar a las arcas estatales para posteriormente ser utilizados en educación.
Otra lección que sale de su experimento de regular la marihuana es que el precio del cannabis legal ha bajado desde que se legalizó un 60% y ahora se tiene contra las cuerdas al mercado negro, reforzado durante décadas. Un precio similar al del mercado negro pero con la calidad controlada y contrastada ha sido suficiente para hacer tambalear el negocio del traficante. La regulación en esos estados ha demostrado ser la forma correcta de combatir al mercado negro, lo que sugiere que debe existir por ser una óptima herramienta de combate.
Al regular debemos dejar un mínimo camino al mercado ilícito, los consumidores deben tener a su disposición comercios donde poder comprar marihuana con una calidad contrastada, debe permitir los locales para su consumo, también deben existir las asociaciones para consumo medicinal o clubes privados de marihuana por simple afición a su consumo.
La restauración y alimentación con cannabis, que poco a poco se está arraigando entre los consumidores, es otra de las formas de consumo que cada día se está imponiendo más, de hecho, esta modalidad de consumo es de las que más se está implantando en los estados americanos donde su uso ya está regulado.
Por supuesto, una correcta regulación debe permitir a los que quieran autocultivar su cannabis el poder hacerlo, evidente y claramente delimitando las cantidades para que cada usuario sepa exacta y legalmente lo que puede y no puede ser. Con todos estos apartados cubiertos se podrían regular todas las variables para un consumo correcto y ordenado por parte del ciudadano, que tendría cubierta la cuestión de su consumo habitual, esporádico u ocasional y con unas mínimas garantías de salubridad como se le pediría a cualquier consumible.
Sabiendo las complejas circunstancias económicas que vivimos y que siempre hace falta dinero en cualquier administración, abogaría por una enorme fuente de ingresos que podrían revertir en esa misma sociedad consumista en forma de escuelas, hospitales, educación e información, ayudas a necesitados y un sinfín de beneficios que beneficiarían a los ciudadanos.
Si estuviese regulada se podría invertir y exigir grandes investigaciones sobre los efectos por consumo y saber científicamente de las ventajas o desventajas de su uso terapéutico o médico. Recordemos que en la naturaleza existen muy pocas plantas que puedan competir con la enorme cantidad de usos médicos e industriales que tiene el cannabis. La regulación permitiría y daría acceso a muchas más investigaciones de las actuales. No es simplemente mi opinión, después de saber del currículo de esta planta, es difícil encontrar otra que se asemeje en cuanto a aprovechamiento y utilidad.
Regular la marihuana es sencillamente poner orden donde hay desorden. Porque guste o no guste este humo no va a desaparecer. Regular tampoco es decir categóricamente que consumir marihuana sea bueno, regular hace que lo que ya se está haciendo por parte del ciudadano no sea una acción ilegal o clandestina, y que ese mismo consumidor pueda estar bien informado y sea consciente de lo que le puede proporcionar su consumo para bien o para mal.
Profesionalmente, regular la marihuana abriría y daría acceso a muchos profesionales y empresarios no consumidores de cannabis que también tienen se derecho a poder trabajar o crear puestos de trabajo y riqueza sin tener que ser especialmente consumidores y con todas las ventajas y competencias, como cualquier otro producto o sustancia que sí cuenta con un estatus de legal y regulado.
No se entendería que no se aceptasen a profesionales en la industria del vino porque simplemente no les gusta el consumo de ese caldo o por ser abstemios. La industria de la marihuana está necesitada de profesionales justamente para eso, para que madure profesionalmente. Se echa en falta a empresarios que vean en este sector un nuevo nicho de mercado, apostando por él, creando puestos de trabajo, riqueza industrial y por lo tanto generando más impuestos.
Regular también es dar la razón a esos entendidos de la dinámica policial y judicial que argumentan que otra forma de ver el consumo de la marihuana acabaría con muchas horas utilizadas de estas instituciones. La persecución a los consumidores por parte de las autoridades y juzgados, por el mero hecho del consumo y máxime cuando estas instituciones deberían gastar sus recursos en otro tipo de delitos que sí son realmente corrosivos para la sociedad. Una correcta regulación del cannabis centraría a estas instituciones en lo que realmente sí preocupa y daña al resto de la sociedad, como son los delitos de sangre, la seguridad ciudadana o los robos de la propiedad ajena.
La regulación de la marihuana está dando buenas noticias allá donde se ha puesto en marcha. El experimento de su legalización o regulación que ya existe como ejemplo (Washington y Colorado) ha sido todo un éxito y ha puesto de manifiesto que una correcta puesta en marcha de la medida no tiene por qué aumentar el consumo de la sustancia. Regular la marihuana en estos estados no ha supuesto un aumento del consumo, al contrario, algunos datos hablan del estancamiento del consumo, un mayor control de las poblaciones más jóvenes y una mayor información sobre las ventajas y desventajas de su uso. Además, viendo el éxito regulatorio de su uso recreativo en dichos estados, las poblaciones de otros estados como Alaska, Oregón y Washington D.C. han querido sumarse a ese éxito y se han subido al carro del grupo de estados que ya han aceptado su regulación recreativa. En los próximos tiempos veremos como una cascada de territorios norteamericanos les seguirán.
Países centroamericanos como Jamaica también se han unido a esa corriente regulatoria del cannabis que está recorriendo el mundo y ya han comenzado, en compañía de sus universidades, a darle forma a esta nueva brisa verde.
Regular no es transmitir a la sociedad que la sustancia es inocua, regular no es enviar señales a los jóvenes para que usen la marihuana sin ningún tipo de problema, regular el cannabis es poner y dejar claro cómo se puede consumir la sustancia, dónde se puede consumir la sustancia, cuándo y donde no se debería consumir, que perjuicios traería su consumo, en qué te ayudar, así como tener tu espacio para el consumo sin estar delante de nadie que no debas, tener la seguridad de que la calidad de lo que consumes está controlada, no tener que recurrir al mercado negro, además de no promover el narcotráfico. Regular es crear una nueva industria que otros países o naciones ya están poniendo en marcha, regular es pagar impuestos para que repercutan en tus vecinos.
No regular es promover el narcotráfico, multar al que consume, llenar las comisarías, juzgados y cárceles de consumidores y, lo más importante, no educar ni evitar el consumo perjudicial.
Como he dicho en varias ocasiones, pongamos medidas del siglo XXI a una sociedad de este siglo y no sigamos cometiendo los mismos errores del siglo XX, que nos han llevado lógicamente a investigar y explorar otro tipo de medidas porque las que hay no funcionan. Por Mac
7 Responses
Amen herman@
“Sepamos ser libres”…, eso es lo primero que debemos saber, para que después de décadas de someter a la planta más maravillosa de la naturaleza entre rejas y en máxima seguridad (y logrado echando mano al engaño y la mentira). Y ahora, casi todas la soluciones que aparecen, son en menor o mayor medida, retazos de la misma odiosa y necia política prohibicionista, que dicho sea de paso no se justifica ni siquiera con la normativa de la misma Convención Única de Estupefacientes de 1961; y mucho menos con la Ley Fundamental de muchos países que suscribieron dicha convención, como es el caso de mi país, (“Derechos sagrados la Patria nos da”…)
Hola Mac, soy mexicano, en mi país se esta llevando el debate sobre la legalización y regulación de la Marihuana. Tu artículo me parece fantástico y maravillosamente bien fundamentado. En todo lo que afirmas estoy al 100% de acuerdo contigo. Creo que de hoy en adelante entraré a tu sitio antes de ir a trabajar y antes de ir a dormir.
jorge tienes toda la razon
Regularizar = legislar
legislar = interferir
liberalizar
¿Me echáis una mano moviendo y firmando esta petición?
http://chn.ge/2EeocY2
A la madre el alcohol ese mate, la Maria cura