El éxito de un cultivo de cannabis es el resultado de la suma de varios factores y donde el pH del agua y su electroconductividad son muy importantes
Siempre se dice que el éxito de un cultivo de cannabis es el resultado de la suma de varios factores. Desde la selección de la variedad adecuada, los abonos, sustrato, inversión en la prevención de plagas y hongos, tipo de iluminación en el caso de tratarse de un cultivo interior…
Pero algo muy importante que especialmente se les olvida a los que comienzan en el mundo del autocultivo, es el pH. Podremos contar con los mejores abonos, la mejor variedad o las mejores condiciones posibles, que por culpa de un pH incorrecto no consigamos explotar del todo nuestro cultivo. O en el peor de los casos, que el cultivo termine siendo un desastre.
Lo primero es hablar del pH o “potencial de hidrógeno“, que es la medida de acidez o alcalinidad de una disolución, e indica la concentración de iones de hidrógeno presentes. La escala de pH varía generalmente de 0 a 14, siendo 7 un pH neutro.
Si el pH es inferior a 7 se dice que es ácido, y si es superior a 7 se dice que es alcalino. Cada enzima de una planta o mismo de nuestro cuerpo, tiene un intervalo de pH conocido como “pH óptimo”, donde desarrolla su máxima actividad. Si ésta se encuentra en condiciones fuera del pH óptimo, puede reducir su velocidad de activación, modificar su estructura, o lo que es peor, dejar de funcionar.
A nosotros una ligera variación del pH en sangre puede traernos graves consecuencias, como la muerte. Las plantas de cannabis aunque muchos se empeñen en querer demostrar lo contrario, no son tan delicadas pero también sufrirán los daños de un pH inadecuado continuamente.
Las enzimas y toda la microvida del sustrato tendrán más dificultades para descomponer las sustancias orgánicas del suelo, las plantas tendrán dificultades para asimilar determinados nutrientes, comenzarán a mostrarse carencias de nutrientes, el crecimiento se ralentizará, la floración no avanzará como debería…
¿Cómo saber si tengo que modificar el pH del agua?
La única manera de saberlo es mediante un potenciómetro o pH-metro, comúnmente llamado medidor de pH. Se trata de un instrumento que mide el potencial que se desarrolla a través de una fina membrana de vidrio que separa dos soluciones con diferente concentración de protones.
La diferencia de potencial en el interior del bulbo del medidor mantiene su pH constante 7, de manera que la diferencia de potencial depende del pH del medio externo donde introduzcamos el bulbo.
No son caros dependiendo del modelo, y como decimos podrá marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso. Más caro nos saldrán unas plantas que no crecen por culpa del pH.
También se puede optar por los menos precisos test de reactivos, aunque trabajar con un pH aproximado siempre será mejor que trabajar sin saber cómo está el pH.
Por un lado están los reactivos de gotas, que son los típicos que se usan en acuarofilia o piscinas, consistente en tomar una muestra del agua en un botecito y añadir unas gotas de un líquido reactivo.
El color nos indicará el pH aproximado del agua. Por otro las tiras de ensayo, que son una bandas de plástico, papel o cartón, con un indicador que al introducirlo unos segundos en el agua, cambiará de color indicando el pH.
Pero cuando se trabaja con abonos que oscurecen el agua, las lecturas pueden dificultarse algo.
Además cabe la posibilidad de que haciendo una búsqueda en Google nos encontremos con algún análisis de la compañía suministradora de agua que nos indique el pH del agua.
Cuando se usan abonos líquidos de todos modos el pH tiene a variar, así que ese dato sería interesante para saber si tenemos un agua apta para usar directamente en riegos solos sin abonos.
En todo caso, si una vez medimos el pH del agua sola, o con abonos o cualquier tipo de aditivo, y no está entre 5.5 y 7.0, debemos regular el pH. Y haciendo maticen en éste rango tan amplio, ya que en crecimiento 7.0 es excesivamente alto, y en floración 5.5 excesivamente bajo.
¿Cómo se modifica el pH?
Si el pH es superior al óptimo, es decir alcalino, lo tendremos de bajar con una solución ácida. Son los típicos pH Down, pH -, pH Minus y otros muchos nombres que les dan los fabricantes.
Básicamente es un líquido que contiene una alta concentración de un ácido. Entre los más comunes están el ácido cítrico que se emplea en los reguladores orgánicos, y el nítrico, fosfórico y sulfúrico.
Éste último está ya cada vez más en desuso en el ámbito doméstico por las quemaduras que produce, aunque sigue siendo el más usado en grandes explotaciones agrícolas.
Si el pH es inferior al óptimo, es decir ácido, debemos añadir una solución alcalina para subirlo. Y que son los típiocs pH Up, pH +, etc. Contiene en su mayoría carbonato de potasio, hidróxido de potasio, silicatos…
Aunque lo más habitual es siempre tener que usar un reductor de pH en lugar de un aumentador, puede darse el caso que determinados abonos hagan que el pH caiga por debajo de lo óptimo.
El pH siempre se mide y regula una vez hayamos añadido todos los abonos y aditivos en el caso de usarlos, esperando unos minutos hasta que se estabilice.
Si es necesario usar líquido reductor o aumentador del pH, lo iremos añadiendo en muy pequeñas cantidades, esperando de nuevo unos minutos a que se estabilice y añadiendo más si es necesario hasta dejar el pH en su nivel óptimo.
La EC o Electroconductividad es igual de importante
La EC o electroconductividad, es la capacidad de un líquido para conducir la electricidad. Sin meternos en términos técnicos, son las sales minerales las que proporcionan al agua la capacidad para conducir la corriente.
A mayor cantidad de sales disueltas, mayor EC o conductividad eléctrica contiene ese agua. Por ejemplo un agua destilada tiene una EC muy baja, mientras que un té de guano, tendrá una EC elevada.
La EC de una solución nutriente es la suma de la EC del agua base y los fertilizantes añadidos. Puede que lo más importante sea la EC del agua base. que también nos indicará el tipo de agua que estamos usando y en concreto su dureza.
Un agua blanda es aquella con un bajo contenido en sales de calcio y magnesio, mientras que un agua dura tiene un alto contenido en calcio y magnesio.
Éstos, son dos nutrientes primarios que las plantas demandan en grandes cantidades. Y su contenido es muy variable según la zona.
Por ello los fabricantes de abonos no suelen añadir dosis apropiadas para lo que demandan las plantas y que sea el cultivador el que añada estos dos nutrientes en el caso de ser necesario, o no excederse en el caso de ya contar con un agua con un alto contenido en Ca y Mg.
Base ideal del agua
Un agua base ideal para el cultivo sería de 0,40 mS/cm2, con el triple de calcio que de magnesio. A partir de ahí se añaden los abonos y aditivos. En principio el control de la EC no es tan imprescindible como el del pH.
Se puede cultivar perfectamente ajustándose a las recomendaciones de los abonos que estemos empleando. Aunque sí que permitirá llevar las plantas a la delgada línea que separa la fertilización alta a la sobrefertilización.
También es útil cuando cultivamos alguna variedad de la que tenemos referencias sobre la EC máxima admitida, así sabremos que dosis de abono no debemos exceder.
Y por supuesto en cultivos hidropónicos, donde uno de los pilares es el control de la solución nutriente, añadiendo más abonos cuando desciende la EC por debajo de unos niveles determinados, señal de que las plantas ya han absorbido buena parte de ellos.