Los nuevos empresarios de la marihuana en Estados Unidos ya sueñan con Wall Street. “Queremos ser el Marlboro de la marihuana”, dijo a Reforma Jeffrey Britz, uno de los fundadores de Blackout, una empresa que se dedica a la producción de vaporizadores para la industria.
Britz y sus socios, Travis Belcher y Danny Davis, planean desarrollar su marca de vaporizadores junto con otra marca, JuJu Royal, para lo cual cerraron un acuerdo de imagen con Julian Marley, el hijo de la leyenda del reggae Bob Marley.
Ellos, como otros inversores cannábicos, son novatos: apenas registraron sus licencias el pasado octubre. También como los demás, quieren su cuota del negocio de la marihuana, valuado en unos 50 mil millones de dólares anuales.
El plan es claro: desarrollar una marca y, una vez que la industria termine de salir de las sombras, venderla.
“Una vez que sea legal a nivel federal, las tabaqueras, las destilerías (y hasta) Johnson & Johnson van a participar. Nos van a comprar. No vamos a tener el dinero para competir con esos monstruos”, predijo Britz, que se define como un “emprendedor serial”.
“Las grandes compañías prefieren comprar empresas establecidas que invertir su tiempo y su dinero intentando desarrollar algo”, explicó el empresario.
A la fecha, cuatro territorios de Estados Unidos -Colorado, Washington, Oregon y Alaska- ya legalizaron el mercado de la marihuana y cinco más podrían unirse en 2016: Nevada, California, Arizona, Maine y Massachusetts.
Y es que desde que la legalización ganó velocidad, una de las discusiones es si la naciente industria de la marihuana será absorbida por otros grandes complejos corporativos, como la del tabaco, el alcohol o los medicamentos.
Inversores como Britz creen que así será, aunque otros apuestan a convertirse ellos mismos en las nuevas multinacionales de la marihuana.
Ese es el caso de Ata González, fundador de GFarmaLabs, que aspira a que su compañía logre la oferta pública de acciones (IPO, por sus siglas en inglés) más grande en la historia de Estados Unidos.
Hace dos años, GFarmaLabs era poco menos que una idea.
Pero González consiguió financiamiento de inversores en un encuentro de negocios en Seattle y a partir de eso logró construir una marca nacional de comestibles, vaporizadores y aceite de cannabis.
“Me divierto todos los días y he tenido miedo todos los días, durante los últimos seis años de mi vida”, dijo González a Reforma, luego de brindar una charla en una exposición para la industria cannábica, realizada en el Centro Javits de Nueva York, una de las salas de convenciones de negocios más grandes de Estados Unidos.
González es uno de los empresarios que busca explotar uno de los nichos más atractivos de la industria: el de los comestibles.
En Colorado, uno de los estados donde el consumo recreativo de la marihuana es legal, se vendieron 4.8 millones de productos comestibles con ingredientes cannábicos en 2014, según las autoridades. Entre las opciones hay desde galletas hasta gomitas con vitamina C.
Después de perderlo casi todo en la crisis hipotecaria de 2008, que a su vez llevó a la crisis financiera global, Ata González ahora lidera una empresa que fabrica chocolates con aceite de cannabis, emplea a 48 personas y factura unos 13 millones de dólares al año.
“Es difícil seguir el ritmo de crecimiento”, afirmó González.
Éste es sólo el comienzo.