Por Frei Betto.- El tráfico de drogas en el mundo mueve cada año unos US$ 400 mil millones. Algunos cálculos duplican la suma. Los datos son de la Oficina de la ONU para las Drogas y el Crimen. Y el consumo de drogas mata cada año unas 200 mil personas.
El Brasil es ahora el segundo mayor consumidor de cocaína, sólo por detrás de los EE.UU. Los datos del año 2010 indican que el 0.6% de la población brasileña (27 millones de personas) ya consumió el polvo derivado de la hoja de coca. Entre el 2004 y el 2010 fueron aprendidas en el país 27 toneladas de cocaína.
Se impone un debate: ¿cómo lidiar con esta cuestión? Aumenta el número de los usuarios y dependientes, y ese tráfico desencadena violencia, mientras que las medidas represivas no surten efecto.
El Reino Unido debe cambiar su política en relación a las drogas, que cada año llevan a la cárcel a 42 mil personas y al cementerio a dos mil, sin contar las 160 mil advertencias por uso de marihuana, la más consumida. El gasto anual es de 3 mil millones de libras (US$ 4 mil millones).
La propuesta de los especialistas ingleses que analizaron el tema los últimos seis años es no considerar crimen el consumo de pequeñas cantidades sino delito civil. El usuario sería multado, obligado a comparecer en reuniones sobre el uso de drogas y, en caso de dependencia, orientado hacia un tratamiento.
En el Brasil ya contamos con más de 120 mil firmas a favor de un anteproyecto de cambio de la ley 11.343/2006, propuesta por la Comisión Brasileña sobre Drogas y Democracia que, con el Viva Rio, apoya la campaña “Ley de drogas: hay que cambiar”.
El anteproyecto distingue entre usuario y traficante. El usuario sería amonestado, prestaría servicios comunitarios y en caso necesario sería orientado a programas de reeducación. Mientras que el traficante, obviamente, sería penalizado.
La Comisión Global de Políticas sobre Drogas de la ONU, presidida por el expresidente Fernando Henrique Cardoso, enfatiza el fracaso de las políticas de combate al tráfico y defiende la descriminalización del consumo.
El consumo crece mucho más rápido que todas las medidas tomadas para reprimirlo. Entre el 2009 y el 2011 fueron identificadas, en los países de la Unión Europea, 114 nuevas drogas sicoactivas, cuyo comercio es facilitado por el internet.
La propuesta de los expertos ingleses es descriminalizar el cultivo doméstico de marihuana para uso personal, lo que reduciría el tráfico manejado por el crimen organizado. Aunque seguiría criminalizado el consumo de cocaína y heroína.
Portugal abolió desde el 2001 todas las penas criminales sobre la posesión de drogas. Pero los traficantes y productores, incluso domésticos, continúan penalizados. Y los usuarios pillados con gran cantidad son orientados a seguir un tratamiento.
En los EE.UU. los estados de Oregon, Colorado y Washington decidieron legalizar la marihuana en noviembre. En Uruguay, que descriminaliza el consumo y criminaliza su comercio, el gobierno quiere estatalizar la marihuana, o sea controlar su producción y venta en el país. Los 75 mil usuarios tendrían derecho a 40 gramos mensuales.
En Guatemala el presidente Otto Pérez, para inhibir el tráfico, defiende la legalización de las drogas, con restricciones para las sustancias más nocivas. Sería la misma tolerancia, ya adoptada en la mayoría de países, con relación a las bebidas alcohólicas.
No es fácil encontrar la solución adecuada. Trabajé varios años con drogodependientes químicos y sé cuán inútil resulta mantener en el Brasil la actual legislación prohibitiva y represiva… que más bien favorece el narcotráfico y a los policías corruptos.
La descriminalización del consumo me parece una medida humanitaria. Todo drogodependiente es un enfermo y necesita ser tratado como tal. ¿Pero cómo evitar que el consumo no engrose la ingente fortuna de los traficantes? Aunque se mantenga la prohibición de las llamadas drogas pesadas, generalmente caras, ¿cómo parar la diseminación del crack, más barato y tan devastador?
Hay una cuestión de fondo que merece ser profundizada por todos los interesados en el problema: ¿por qué una persona toma drogas? ¿Qué la motiva a buscar una alteración de su estado normal de conciencia? ¿Por qué experimenta una sensación de felicidad sólo bajo el efecto de la droga?
La droga es un falso sucedáneo para quien tiene un vacío en el pecho. Vacío resultante del desamor y de las frecuentes frustraciones en una sociedad tan egocéntrica y competitiva. Una cultura que se jacta de haber cerrado el horizonte a las utopías, a “otros mundos posibles”, a las ideologías liberadoras, al sueño de que “de aquí en adelante todo puede ser diferente”, hace que, sobre todo los jóvenes, se refugien en ambiciones muy mezquinas: riqueza, fama y belleza.
Como dice Jesús, “donde está tu tesoro allí está tu corazón” (Mateo 6,21). Muchos que no han tenido la suerte de ver su sueño convertido en realidad saben cómo hacerlo virtual… Y aunque no tengan conciencia de ello están gritando a pleno pulmón que tienen al menos una certeza: la de que la felicidad reside en la subjetividad. (Traducción de J.L.Burguet)
Por Frei Betto
Fuente LaRed21