Por Miguel Gimeno.- El desarrollo perfecto de la fase de crecimiento es augurio de una buena producción final, de ahí la importancia de estar bien atentos durante toda esta fase a los acontecimientos que devienen en nuestro cannajardín.
Hasta ahora, y en los dos números anterior, nos habíamos limitado a hablar sobre los problemas pre y post siempra con los que el cannabicultor podía encontrarse con mayor asiduidad. Si hemos tomado buena nota de lo ya expuesto, y hemos realizado las oportunas actuaciones preventivas lo más seguro es que ante una normal fase de crecimiento no suframos incidentes en el huerto de nuestras marías. Ante buenas y correctas actuaciones no cabe más que esperar el equilibrio de nuestro cannaecosistema, sin padecer ataques de patógenos diversos y esperando que llegue la fase de floración que anuncia el cercano y deseado final de temporada.
El único inconveniente que se le puede presentar al cannabicultor preventivo, es el producido por interacciones indeseables con el medio que puedan incidir sobre el cannavergel. Estas interacciones negativas con el medio pueden ser el resultado de las actuaciones de vecinos en sus propios jardines o en campos de cultivo aledaños, o incluso las producidas por agentes medioambientales o climáticos, las cuales escapan al control por parte del cannabicultor, si bien los climáticos pueden predecirse con los diferentes modelos de predicción meteorológica (aunque no de forma muy fiable), permitiendo cierto margen de actuación al cannabicultor. Por el contario, las interacciones consecuentes de la exposición de nuestro cultivo a agentes contaminantes externos no son predecibles; nuestro cultivo puede resultar contaminado desde un foco emisor situado a decenas e incluso centenares de kilómetros, por lo que nos es prácticamente imposible saber de antemano contra qué agentes contaminantes tenemos que prevenir, con lo que la única arma con la que puede contar el cannabicultor es con un fuerte sistema inmunológico de sus plantas de cannabis y un elevado nivel sanitario de la mismas.
Así que dicho lo anterior, al cannabicultor no le queda más que seguir tomando partido ante futuribles problemas que si son predecibles y sobre los que sí que se pueden desarrollar diversos sistemas de prevención, centrando toda su atención en la observación continuada de sus plantas para actuar con la mayor rapidez posible ante cualquier problema que se le presente, ganando así tiempo que puede resultar vital para las marías. El crecimiento de las plantas de marihuana es más lento los dos primeros meses de vida, pero en cambio durante finales del mes de Junio y durante el verano, si no les falta agua y alimento, el crecimiento se vuelve exhaustivo y se puede apreciar incluso de un día para otro, sobre todo durante las fases lunares de luna creciente y de luna ascendente, y mucho más aún cuando coinciden estos dos momentos cósmicos.
El primer problema que se le puede plantear al cannabicultor en la fase de crecimiento total es la de trasplantar al lugar definitivo de cultivo o a contendores y macetas de mayor tamaño para seguir proporcionando nueva tierra y mayor volumen para el desarrollo de las raíces y por tanto de la planta. El trasplante definitivo puede ocasionar problemas si se hace a partir de una maceta de gran tamaño. Las macetas cuanto más grandes evidentemente más tierra albergan en su interior y por tanto más pesa el pan de raíces de la planta. Un pan de raíces o cepellón voluminoso y pesado es muy fácil que termine rompiendo para nuestro disgusto si no somos extremadamente cautelosos en nuestro obrar. Lo primero que tenemos que procurar es, en caso de trasplante a una maceta de mayor tamaño, comprobar que el pan de raíces cabe dentro perfectamente y va a quedar completamente rodeado y recubierto de tierra y no va a sobresalir por fuera de la maceta, consiguiendo así que la maceta sea casi imposible de regar, ya que conforme regamos va rebosando el agua de riego por el borde de la maceta. Si lo que pretendemos es trasplantar directamente al suelo debemos realizar primero el agujero donde irá la planta, para saber que profundidad debemos darle iremos metiendo el contenedor donde se halle la planta en el hoyo, hasta ver que la profundidad y anchura del hoyo es un poco mayor que el tamaño y altura del contenedor. Una vez sabemos que nos cabe perfectamente, sacaremos el cepellón del contenedor y colocaremos la planta en el suelo o en la maceta. Rellenaremos el agujero que quede por cubrir con tierra y después regaremos. Algunos practicantes de la agricultura sinérgica añaden una cáscara de plátano por planta o un puñadito, no más, de cenizas en el hoyo antes de trasplantar, la ceniza contiene potasa que facilita y mejora el enraizamiento.
En cultivo de maceta es raro que se no presenten problemas durante el crecimiento vegetativo como la falta o exceso de alimento y agua, y la concentración de sales o poca oxigenación del medio de cultivo. Hay que abonar constantemente el suelo, para suministrarle y restituir los nutrientes consumidos por las plantas. Los buenos substratos comerciales ya llevan todo lo necesario para la fase de crecimiento vegetativo, así que no hay porqué tener mayores problemas con el suministro de nutrientes para el crecimiento. Tan sólo deberíamos hacer tratamientos fitosanitarios foliares con purín de ortiga para evitar clorosis, pero hay que tener cuidado con los purines y otros abonos orgánicos líquidos pues alteran el pH del suelo con facilidad, provocando el bloque de nutrientes por antagonismo con otros. En maceta hay una clara tendencia a padecer sodicidad o salinidad debido a la pésima calidad de las aguas españolas, sobre todo en zonas costeras. Yo no estoy muy a favor de practicar lavados periódicos del substrato de la maceta de forma preventiva, ya que con ello se pierden junto a las sales concentradas nutrientes imprescindibles que luego deberemos reponer; es más, si el substrato contiene bastante materia orgánica humificada, ésta hace efecto de tampón ante las sales.
Si ya tienes concentración de sales indudablemente hay que hacer un lavado, para ello es indispensable que tengamos un suelo que sea bastante permeable, es decir, que tenga capacidad para drenar el agua. El cálculo que se habitúa a hacer para un lavado de tierra es regar las macetas con agua en una proporción que sea el doble del volumen (capacidad en litros) de la maceta. Este cálculo no es exacto, ya que no se tiene en cuenta la permeabilidad del substrato así como el tipo de sal concentrada y el nivel de concentración de ésta, …, pero dada la complejidad del tema podéis hacer uso de esta fórmula para hacer un lavado.
El fuerte viento es otro enemigo de la fase de crecimiento sobre todo en sus últimos días donde las plantas al alcanzado un porte más que considerable. Puede provocar la rotura de ramas e incluso del tallo central, y con una mayor intensidad si va acompañado de fuertes lluvias, ya que con el agua aumenta el peso de la planta y por tanto el riesgo a padecer roturas. Lo mismo sucede si el viento es seco y caluroso, ya que en esas condiciones las plantas deshidratan en exceso tornándose el tallo principal y las ramas más flácidos y endebles y menos resistentes ante el viento. Ante tales circunstancias son muchos los cannabicultores, que como remedio preventivo, entutoran sus plantas desde que tienen un par de palmos. Se pueden utilizar como tutores cañas, hierros, palos de escoba, etc,., pero hay que ir reemplazándolos por palos cada vez más largos y resistentes a medida que las plantas vayan ganando tamaño y peso. Son muchos los que amarran el tutor por tres puntos diferentes, para darle una mayor estabilidad y evitar que el peso de la planta empujado por el viento pueda soltarlo.
Otros prefieren ir amarrando el tallo de la planta a diferentes alturas, pero sin tutor, corriendo el riesgo de romper el tallo por donde se halla amarrado. Otros construyen una especie de estructura, como una cabaña india, a la que rodean de cuerdas en caso de lluvias o fuerte viento para evitar que las ramas salgan de la estructura y queden expuestas al viento. Hay otros, que además de entutorar las plantas, cuando hay riesgo de fuertes lluvias envuelven las plantas con redes para evitar que las ramas se partan, y si el riesgo es de granizo colocan o bien mantas viejas, varios cartones o plásticos, etc., aun así las plantas no están seguras del todo ante los estragos que puede llegar a producir una fuerte granizada (recuerdo un año en que recogí de las jardineras bolas de granizo del tamaño de huevos de gallina).
Si aun tomando todas las precauciones posibles se nos han roto ramas y la planta tiene heridas producidas por los golpes del granizo, para evitar daños mayores se debe actuar con rapidez. Las ramas rotas, aunque estén completamente separadas y en plena floración, se pueden volver a soldar en el tallo, para ello basta con utilizar cinta aislante o precinto con el que realizar un vendaje de sujeción sobre la rama dañada. Al poco tiempo, sobre un par de semanas, la rama habrá soldado casi por completo, dependiendo del tamaño y grosor del tallo de la misma, cuando más grueso más tarda. En cuanto a las heridas producidas por el granizo utilizaremos masilla para injertos o arcilla simplemente aplicándola sobre las mismas para favorecer su cicatrización y evitar podredumbres en los tallos.
El sol tan necesitado por las plantas también puede llegar a suponer más de un problema. La marihuana es una planta que resiste fuertemente el impacto de rayos ultravioletas, pero si las condiciones hídricas no son las adecuadas nuestra maría puede sufrir un golpe de insolación. Si la insolación se prolonga en exceso puede llegar a matar a la planta, por lo que para evitar daños mayores es necesario controlar la humedad del suelo de nuestro cultivo para asegurar una correcta evapo-transpiración de la planta, sobre todo en días de viento cálido y aún más en los cultivos furtivos. Algunos cannabicultores utilizan mallas de sombreo para disminuir la intensidad sofocante de los rayos solares, puede ser un buen remedio para zonas áridas y semiáridas. En cuanto al exceso de humedad tan sólo señalar que es foco de enfermedades criptogámicas (producidas por hongos).
A estas alturas de crecimiento las plantas van resultando cada vez menos apetitosas para babosas, caracoles, saltamontes y pájaros, excepto las gallinas, si tienes gallinas no las dejes sueltas cerca de tus plantas de marihuana. De todas formas puedes colocar cebos contra los limacos (caracoles y babosas) de metaldehido, e incluso realizar trampas como ya vimos en el número anterior. Los saltamontes no son molestia, apenas se limitan a devorar unas pocas hojas, y son bastante fácil de controlar, a menos de que se trate de una plaga bíblica de langostas.
No hay que dejar a un lado las consecuencias sobre la actividad de las plagas de las propias condiciones de cultivo. Un aumento de las temperaturas primaverales junto a una humedad relativa alta es el marco ideal para que se establezca una colonia de pulgones, y el exceso de insolación y la baja humedad relativa que ello conlleva se convierte en un caldo de cultivo ideal para una invasión de araña roja.
Los pulgones (piojos, piojillos, polls,…) pertenecen al orden de los homópteros, y son pequeños insectos que se alimentan de la savia de las plantas. Tienen un ciclo biológico bastante complejo, necesitando para completarlo dos plantas huésped, el cannabis es un huésped secundario no el principal. Se pueden reproducir de dos formas: por partenogénesis y sexualmente. Las hembras tienen un elevado índice de fecundidad, y su desarrollo se completa con mucha rapidez, además existen formas aladas, ápteras y braquípteras, circunstancias que los dotan de un elevado potencial biótico. Como ya he comentado se alimenta de la savia de las plantas, y lo hace a través de un largo pico chupador con el que succiona la savia de los brotes más jóvenes, provocando la desfoliación sucesiva de las plantas e incluso puede transmitir algún tipo de virosis, por su condición de vector de enfermedades viróticas. Las plantas cultivadas ecológicamente son menos de su agrado, no siendo así las cultivadas convencionalmente, y aun más aquellas plantas sobrefertilizadas con nitrógeno así como aquellas que sufrieron un paro vegetativo debido a una mala gestión del riego. También tienen mayor predilección por aquellas con un débil estado sanitario, es por ello por lo que muchos agricultores ecológicos los definen como “podadores de la naturaleza”. En cultivos ecológicos de marihuana no hay que tener miedo al pulgón, como mucho podremos llegar a ver a un par de ellos o pequeños grupos aislados que podemos matar con los propios dedos y con la ayuda de los predadores que moren en nuestro jardín. En plantas de invierno puede ser que tengamos problemas con los pulgones pero sólo en aquellas plantas que se bloquean por el frío, e iremos retirando las partes tocadas y sólo en casos extremos tomaremos la planta dañada, la introduciremos en una bolsa de plástico y la arrancaremos. No suelen atacar a las plantas sanas e incluso aunque estén tocando a las plantas dañadas. En invernaderos y cultivos “indoor”, al no disponer de fauna útil en caso de ver pulgones hay que actuar con rapidez debido a su elevado potencial biótico. La manera de tratar la plaga siempre va a depender del estado de la plaga y de las propias plantas, no debemos actuar por igual ante una hoja tocada de una planta que ante todo el cultivo plagado, de la misma manera que no trataremos una planta a la que le quedan un par escaso de semanas para ser cosechada. El primer recurso del que disponemos son nuestros dedos, con ellos podemos reducir un intento de invasión, pero deberemos hallar la causa y poner solución, pues de lo contrario seguimos estando expuestos a sucesivos intentos de invasión. En caso de que la invasión llegue a alcanzar la consideración de plaga debemos actuar con un producto fitosanitario combativo que esté permitido en agricultura ecológica.
La araña roja forma parte del grupo de los ácaros, que a su vez es una subclase de los arácnidos. Al igual que los pulgones, se reproducen tanto de forma sexual como por partenogénesis, que puede ser arrenotiquia (se producen machos a partir de huevos no fecundados) o telitoquia (producción de hembras), por lo que también tiene un elevado potencial biótico. Forman grandes colonias en el envés de las hojas de las plantas, en algunos casos tejen complejas telarañas que llegan a cubrir incluso a los cogollos. Su ataque se manifiesta en las hojas, provocando diminutas manchitas blancas que llegan a cubrir las hojas por completo, luego las hojas van amarilleando y cayendo sucesivamente. Suelen aparecer ante una mala gestión del riego o en épocas secas. Es bastante frecuente ver araña en cultivos de exterior en macetas, hay que mantener unos niveles hídricos óptimos en el substrato de la maceta de forma constante, ya que de esta forma evitaremos a las plantas que sufran continuos shocks. Mantendremos un control igual que con los pulgones, como con casi todos los bichos fitófagos.
Los trips (o tisanópteros) son insectos del orden pterigotas, sus dimensiones son reducidas. Son de color blanco o gris, con cabeza cuadrángular dotada de un aparato bucal picador-chupador, su abdomen es alargado y tienen alas estrechas y membranosas. La presencia de trips se delata por la multitud de manchas que deja sobre la hoja al absorber la sabia con su aparato bucal, estas manchas son pequeñas y de color plateado, pudiendo observarse también pequeñas manchas negras que son sus heces fecales. En cultivos de exterior es bastante raro encontrarse con un ataque serio de trips si el manejo del cultivo ha sido correcto. Existen multitud de insectos predadores o parásitos, así como microorganismos parasitarios, en la propia naturaleza que atacan a los trips, igual que también los tienen el resto de insectos dañinos para los cultivos.
Las cochinillas, como vulgarmente se conoce a las diferentes especies de cóccidos, insectos que frecuentemente se hallan protegidos por un caparazón y que se alimentan chupando savia de los tallos y hojas de las plantas. Pueden tener caparazón, como ya he dicho, otras especies tienen un tegumento que las recubren en forma de falso caparazón, y otras tienen una protección céreo-algodonosa. Los ataques de cochinillas son completamente estéticos, los daños en la producción son impercibibles excepto en situaciones críticas propiciadas por un dejado cannabicultor, eso sí debido a la melaza que segregan puede causar el desarrollo del hongo llamado tizne, que es como el hollín. Cuando en una planta se da una colonia de cochinillas es porque están siendo pastoreadas por hormigas. Las hormigas las protegen de posibles predadores (como pastor a su rebaño) a cambio de la melaza que segregan todas las cochinillas, al igual que los pulgones, cuando se alimentan de las plantas. Esta melaza también es un caldo idóneo de cultivo para el hongo de la tizne o negrilla (típica de los olivos). Poniendo cintas contra las hormigas en las macetas (de venta en grows y tiendas de jardinería), te habrás curado en salud. Como las colonias no son muy numerosas no hay motivos para no quitarlos a mano. Muchos cannabicultores las quitan con un algodón empapado en una solución de alcohol y agua, pero con muy poco alcohol.
La Mosca blanca es un aleuródido, pequeño homóptero de cuerpo amarillo y alas recubiertas por una cerosidad blanca, de la que recibe el nombre de “mosca blanca”. Es polífaga, o sea que se alimenta de un sinfín de especies vegetales, pero sus rápidos crecimiento y reproducción (cerca de 10 generaciones anuales) la hacen temerosa en cultivos de invernadero y en interior con luz artificial. Se alimenta de las plantas succionando la savia de las hojas, las cuales en caso de un fuerte ataque amarillean en forma de clorosis general, llegando a secarse y caer. En cultivos atacados por mosca solo tenemos que mover las plantas para que salgan revoloteando cientos de pequeñas moscas. Hay que prestar mayor atención en cultivos de interior y a los pequeños plantones, ya que en ejemplares adultos de marihuana no se observan ataques lo suficientemente dañinos como para mermar la producción de cogollos. Podemos colocar pequeños recipientes que contengan vino dulce, o podemos rellenarlos con agua y azucar. También podemos colocar bandas cromáticas adhesivas contra dípteros (moscas y mosquitos). Como método combativo haremos una dilución de jabón de potasa en agua destilada o de lluvia, con una concentración no superior al 1 por ciento de jabón.
Los minadores foliares son las larvas (orugas en este caso) de pequeños lepidópteros (mariposas). Estas pequeñas orugas abren galerías (minas) en el limbo de las hojas, alimentándose del parénquima. Las minas se pueden observar a simple vista sobre las hojas, pero éstas a pesar de ser atacadas no mueren a menos que el ataque haya sido serio. De todas formas en agricultura ecológica se considera al minador como un daño estético que no disminuye la producción, excepto en pequeños plantones. He visto plantas de marihuana a las que no les quedaba prácticamente ni una hoja que no estuviera colonizada por el minador, sus cogollos eran tan grandes, aromáticos y sabrosos como otras plantas que apenas tenían un par de hojas tocadas por minador. Ante el minador recomiendo no actuar ni tomar medida alguna ya que no disminuye la producción y calidad de la hierba resultante.
Los chinches heterópteros que ocasionan daños a diversas familias de plantas cultivadas, también pueden atacar de forma ocasional a la marihuana. Sus tamaños y colores son diversos dependiendo de la especie, pero la naturaleza de los daños que ocasionan es común a todos, ya que todas las especies de chinches se alimentan de los jugos del floema, los cuales los extraen con su pico articulado, manifestándose por medio de pequeños puntos necrosados en las hojas. En la marihuana no he visto poblaciones numerosas como para ocasionar daños considerables, por lo que también podríamos hablar de plaga estética, tan sólo bastará con mantener un control manual de la población de chinches. No todas las especies son fitófagas, algunas, como la Pyrrhocoris aptrus, son omnívoras, por lo que se pueden hallar unas veces como plagas y otras como fauna auxiliar, al alimentarse de orugas y otros insectos.
Las orugas desfoliadoras atacan a los vértices de las ramas, enrollando varias hojas con una especie de seda y devorándolas. En el interior de las hojas también hacen la metamorfosis en su fase de pupa o crisálida. No es una plaga dañina, solo hay que revisar las hojas de forma periódica.
La gran mayoría de insectos barrenadores que hay en la naturaleza son larvas de escarabajos o de mariposas. Los barrenadores, como su propio nombre indica, son insectos en estado larvario que se alimentan de las plantas barrenando las mismas por su interior, es decir, haciendo galerías en tallos y ramas. En la marihuana he visto pocos ataques de estos insectos, por lo que no hemos podido identificar la especie. Debo decir que ha sido la única plaga que yo haya visto capaz de exterminar un ejemplar de marihuana en pocos días, comenzando a secarse y posteriormente morir.
El oídio y otros hongos del género Fusarium son los que más debemos temer. El oídio es una plaga difícil de controlar, solo el azufre y el cobre parecen controlarlo por momentos pero es necesario continuar aplicando corriendo riesgo de volver tóxico el cultivo, al tiempo de tener que dejar de tratar con este tipo de productos una vez llegue la floración. El jabón potásico funciona también bien en un principio pero tampoco podemos repetir muchos tratamientos durante la floración, a mí personalmente no me gusta el olor que deja en los cogollos. El extracto de Propolis también funciona algo bien, aunque en ataques severos no llega a frenar el ataque del todo, aunque pienso que es más efectivo en tratamientos preventivos antes de padecer ningún episodio de oídio. Los tratamientos con extracto de semillas de cítrico combinado con extracto de ajo parecen haber surgido efecto en cultivos ecológicos de vid, por lo que quizás sea interesante hacer pruebas con cannabis. También diversos microorganismos, entre los que destacar las bacterias del género Lactobacilus parecen presentar otorgar cierta resistencia a las plantas ante este tipo de enfermedades fúngicas.
En el siguiente número ya únicamente nos centraremos en los problemas más comunes que se dan en la fase de floración, cosecha y post-cosecha. Hasta entonces un saludo.
Por Miguel Gimeno