El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, conocido por sus seguidores como AMLO por las siglas de su nombre, juega una partida geopolítica demasiado extrema. Es el único mandatario de los países grandes de la región no alineados a los intereses de Estados Unidos. A pesar de haber asumido hace apenas dos meses, su perfil de izquierdas le ha enfrentado con sus colegas de la región.
AMLO, además, se ha mostrado proclive a despenalizar el cannabis y su partido, Morena, presentó un proyecto de ley en el Congreso para lograrlo. Su visión es la misma de su antecesor, Vicente Fox, y de otros líderes de la región: la guerra contra las drogas, aquel invento de Richard Nixon, quien presidió Estados Unidos de 1964 a 1974, ha fracasado.
El argumento del expresidente estadounidense fue pragmático: dado que las drogas son malas para las personas, tiene que ser difícil conseguirlas. En consecuencia, se planteó una guerra contra el suministro. Sin embargo, la misma filosofía sirve para justificar la solución real: legalizar el suministro.
López Obrador dijo el miércoles pasado que terminó la lucha militar antidrogas y que perseguir capos no es prioridad para su gobierno, aunque promueve la creación de una polémica guardia nacional que sus críticos consideran que militarizará a México.
“No hay guerra, oficialmente ya no hay guerra. Nosotros queremos la paz, vamos a conseguir la paz”, dijo López Obrador al ser interrogado en su conferencia de prensa matutina sobre si durante su presidencia, que inició el 1 de diciembre, se había detenido a un jefe del narcotráfico.
“No se han detenido a capos, porque no es esa nuestra función principal. La función principal del gobierno es garantizar la seguridad pública (…) Lo que buscamos es que haya seguridad, que podamos disminuir el número de homicidios diarios”, añadió.
Lo que AMLO dice es lo mismo que repiten numerosos expertos en seguridad en el mundo entero. La sola captura de los jefes del narcotráfico no es suficiente para terminar con la criminalidad y, de hecho, esto ha contribuido a que los brazos armados se hagan del control de los cárteles y se multipliquen células autónomas y marcadas por un elevado grado de violencia.
Crítico de la estrategia militar antidrogas
López Obrador ha sido por años un duro crítico de la estrategia militar antidrogas lanzada en diciembre de 2006 y que se ha acompañado de una ola de violencia. Desde entonces suman más de 200.000 homicidios, según cifras oficiales, que no detallan sin embargo cuántos casos están ligados al crimen organizado. El presidente de 65 años anunció una serie de ayudas sociales porque, según considera, la pobreza es lo que empuja a muchos a caer en la criminalidad.
En 2018, el número de homicidios en México se disparó a 33.341 en 2018, el más alto desde que iniciaron los registros nacionales el 1997, según estadísticas del gobierno.
En campaña, López Obrador dijo que devolvería a los militares a los cuarteles pero, ya como presidente, lanzó una iniciativa de reforma constitucional para crear una guardia nacional con decenas de miles de militares. Organismos defensores de derechos humanos nacionales e internacionales, partidos de la oposición y algunos miembros del partido oficialista, Morena, han criticado duramente la iniciativa por considerar que conduce a la militarización del país y va en contra de sus promesas de campaña.
Lo que ningún analista considera es que, si la marihuana es legal, no harán falta policías ni militares para arrebatársela de las manos al crimen organizado. Una solución que, además, aspira a la paz social