Pueden estar en todos lados, en la tradicional feria, en comercios, en espectáculos masivos y, claro, en internet. La legalidad de la marihuana en Uruguay tuvo un efecto no deseado: la proliferación de aceites no regulados.
El instituto regulador del cannabis (IRCCA) habilitó sólo dos variedades de aceite de marihuana.
Para ello, el IRCCA concedió tres licencias de industrialización del cannabis.
Una de ellas (Medicplast) es la que elabora las dos variedades de aceite de cannabis aprobadas en el país: Epifractan al 2% y Epifractan al 5%. Esto significa que son aceites que poseen CBD (cannabidiol) con dosis distintas.
Estas son las dos únicas variedades producidas bajo licencia oficial, aunque no son las únicas que pueden adquirirse legalmente.
Debido a la ley de regulación del cannabis aprobada en nuestro país, mucha gente cree que es perfectamente legal vender este producto y, lo que es peor, inocuo. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
La doctora Julia Galzerano, de la Sociedad Uruguaya de Endocannabinología, explicó a Montevideo Portal que el aceite es beneficioso para tratar la epilepsia refractaria, el dolor crónico neuropático y las náuseas y vómitos que se producen durante las sesiones de quimioterapia.
Diferentes usos para el el aceite
Entre los otros usos que tienen menos estudios clínicos (pero con casos en los que hubo buena respuesta) se encuentran el tratamiento para la colitis, la enfermedad de Crohn (inflamación del tracto intestinal), cuidados paliativos para enfermos terminales, enfermedades neurológicas, esclerosis múltiples, algunos síntomas del Parkinson, trastornos del espectro autista, ansiedad, insomnio y adicción a sustancias.
“Es una gama amplia, porque hay que ver cómo actúa según los casos. Las variedades pueden tratar distintos síntomas”, dijo Galzerano.
Pero como todos los medicamentos, el aceite de cannabis tiene contraindicaciones. Y si se desconoce la composición y el uso que debe darse según la dolencia, estas aumentan.
“El problema de los no regulados es que no sabemos cuál es la proporción de los componentes, o si tienen contaminantes, como hongos, bacterias o metales pesados”, aclaró la médica.
Entre las contraindicaciones posibles están la cardiopatía, arritmias descompensadas y psicosis. Además, hay algunas patologías en las que no se puede usar THC (principio psicoactivo del cannabis) y otras en las que sí. Los aceites no regulados, justamente, suelen tener más THC que los aprobados.
Según los casos se receta otra composición de aceite
Según explicaron desde el Ministerio de Salud Pública, en algunos casos los médicos recetan a sus pacientes otra composición en el aceite de cannabis (dependiendo la dolencia), que solo puede adquirirse en el exterior.
En esos casos, el MSP autoriza la importación mediante un formulario, en lo que se conoce como “uso compasivo”. No se trata de medicamentos registrados en nuestro país, pero su uso es legal una vez hecho este trámite, lo que además permite que el Ministerio de Salud Pública esté al tanto de la composición del producto.
En el caso del aceite de cannabis, suele importarse una variedad de Estados Unidos, explicaron las fuentes, aunque hasta hace poco había también una marca suiza.
Producción de aceites artesanales artesanales
Para Galzerano, en la producción de aceites artesanales hay gente responsable y gente que no lo es, pero los problemas no se terminan en si el aceite está bien hecho. “Se debe consultar al doctor, porque el aceite interacciona con otros medicamentos y el cultivador muchas veces no lo sabe. El cannabis se metaboliza en el hígado, como tantos medicamentos, pero hay que saber si se puede tomar con comida o no, por ejemplo. Tiene que actuar alguien que sepa de patologías médicas, por eso es importante tener un control”, señaló la especialista.
Por ejemplo, los anticoagulantes como la warfarina están contraindicados con el aceite de cannabis, porque este aumenta su potencia.
Entonces, quien compra los aceites de cannabis no regulados debe tener un cuidado especial, señaló la profesional. Puede que venga de la mano con otro problema: el de la automedicación en Uruguay.