Quizá el más influyente periódico del mundo, probablemente por el lugar en que se edita, el New York Times, el 27 de julio publicó un editorial (que dio inicio a una serie de trabajos del equipo editorial, publicados durante los siguientes días) mediante el cual propuso la legalización del uso de la marihuana en el ámbito federal.
Como el mismo periódico sostiene, es muy difícil que la actual legislatura norteamericana apruebe tal cosa, pero no pasará mucho tiempo para que este tema llegue a las cámaras de los Estados Unidos. La discusión -y las decisiones de distintos niveles de gobierno en el vecino país- apunta a que se aprobará y que no tardará.
Tal proceso traerá serias, y prontas, repercusiones en nuestro país, y especialmente en Chihuahua. Sólo deberemos imaginarnos una situación tan contradictoria como la de que apenas cruzando la línea fronteriza, no sólo el uso, sino, especialmente, el tráfico de la marihuana en todas sus modalidades sea legal, y de este lado se tengan que matar los productores e intermediarios para preservar campos de cultivo, rutas de acceso y corromper a cuanta autoridad se necesite para hacer que la droga fluya.
Pero tanto esfuerzo quizá ya no sea tan rentable pues una vez legalizado el tráfico de la marihuana, como todas las mercancías, su precio se desplomará en México. Grandes grupos de la población rural nacional, sobre todo de las sierras, sufrirán un nuevo y serio quebranto económico.
Ese escenario no está lejano y, por tanto, las fuerzas políticas nacionales deberán iniciar la discusión. Será necesario, quizá sólo sea una quimera, que los gobernantes locales inicien ese proceso y, en el colmo de los sueños guajiros, llegaran a aprobar diversas medidas tendientes a la aprobación del tráfico de esta droga.
Las vetas de la discusión abiertas por el editorial del Times son riquísimas.
Sostiene que a pesar de la prohibición “la gente seguía bebiendo”, por lo que “ciudadanos respetuosos de la ley se convirtieron en delincuentes y bandas criminales organizadas surgieron y florecieron”.
Dice, con base en diversos estudios científicos, que la marihuana es “una sustancia menos peligrosa que el alcohol”, amén de que un estudio de 1999 del Instituto de Medicina, “el brazo de la salud de la Academia Nacional de Ciencias, sostiene, de 1999 que el 32 por ciento de los consumidores de tabaco se vuelven dependientes, al igual que 23 por ciento de los consumidores de heroína, 17 por ciento de los consumidores de cocaína, y el 15 por ciento de los bebedores de alcohol. Pero sólo el 9 por ciento de los consumidores de marihuana desarrollan una dependencia”.
La postura del periódico es tajante: “El Gobierno federal debe derogar la prohibición de la marihuana”.
Pero la discusión de su Consejo de Redacción establece claramente que no hay “respuestas perfectas a las preocupaciones legítimas de la población sobre el consumo de marihuana.
Pero tampoco existe este tipo de respuestas sobre el tabaco o el alcohol, y creemos que en todos los niveles -efectos sobre la salud, el impacto en la sociedad y las cuestiones de la ley y el orden- la tendencia está del lado de la legalización nacional” y no esperar esta aprobación para ver las experiencias de los estados que ya lo han hecho en cualquiera de las modalidades -la legalización de los usos medicinales, la reducción de sanciones, o, incluso, simplemente la legalización de todos los usos- pues “casi tres cuartas partes de los estados han legalizado uno de estos aspectos”.
Los costos de la prohibición del tráfico de marihuana, por lo menos en EU, son enormes. En 2012 arrestaron a 658.000 personas acusadas de posesión de marihuana, según cifras del FBI, en tanto que otras 256.000 lo eran por cocaína, heroína y sus derivados. ¡Casi un millón de personas detenidas por el tráfico de drogas!
Uno de los aspectos más controversiales sobre el uso de la droga, es el de los efectos en la salud, el Times sostiene “que la evidencia es abrumadora acerca de que la adicción y la dependencia son problemas relativamente menores, sobre todo en comparación con el alcohol y el tabaco. El uso moderado de la marihuana no parece representar un riesgo para los adultos sanos”.
Y desestima una de las principales afirmaciones de que la marihuana es “una puerta de entrada a drogas más peligrosas”, las califica de fantasiosas, y las equipara a “las imágenes de ‘Reefer Madness’ (película usada entre 1936 y 1939 para inhibir el consumo de esta droga, con imágenes sensacionalistas acerca de lo que se llamó la locura producida por los cigarros de la marihuana) sobre el asesinato, la violación y el suicidio (producidas por el consumo)” y al dar por buenas las preocupaciones de los efectos de la marihuana en el desarrollo del cerebro de los adolescentes, se pronuncia, al igual que en el consumo del alcohol, “por establecer la prohibición de la venta a las personas menores de 21 años”.
Las estadísticas de los EU van en sentido contrario a quienes sostienen que la mariguana es la puerta de entrada a otras drogas: “… Aunque 111 millones de estadounidenses han probado la marihuana, sólo un tercio de esa cifra han probado la cocaína, y sólo el 4 por ciento de la heroína. Las personas que han consumido marihuana son más propensos que la población en general a probar otras drogas, pero eso no significa que la marihuana les pedirá que lo haga. (Artículo de Philip M. Boffey, NYT, 30/VII/14).
Aspecto central de la discusión es lo sostenido por las instituciones de la salud sobre el consumo de la marihuana. En el artículo central del Times sobre este tema, el autor sostiene la existencia de “un claro consenso científico (acerca) de que la marihuana es mucho menos dañina para la salud humana que la mayoría de otras drogas prohibidas y es menos peligroso que las sustancias altamente adictivas, pero perfectamente legales como el alcohol y el tabaco”.
Más. “La marihuana no puede conducir a una sobredosis fatal. Hay poca evidencia de que causa cáncer. Sus propiedades adictivas, aunque presentes, son bajas, y el mito que lleva a los usuarios a los medicamentos más potentes desde hace mucho tiempo ha sido refutada”. (Artículo de Philip M. Boffey, NYT, 30/VII/14).
Pero alerta sobre algo que se ha dicho insistentemente en los últimos años: “Eso no significa que la marihuana es inofensiva; de hecho, la potencia de las cepas actuales puede sorprender a aquellos que no la han probado durante décadas, sobre todo cuando se ingieren como alimento. Puede producir una dependencia grave y su uso constante interferiría con el trabajo y el rendimiento escolar”.
Y concluye, tajante, que sus desventajas no constituyen razones suficientes para imponer sanciones penales a quienes se les sorprenda en su poder “sobre todo no, en una sociedad que permite el uso de nicotina y celebra la bebida”.
Las cifras son sorprendentes (por lo menos para una parte de la sociedad mexicana):
Porcentajes de la población que consumen alguna droga: Alcohol, 92%; tabaco, 76; marihuana, 46; cocaína, 16; ansiolíticos, 13 y heroína, el 2%. Fuente: Instituto de Medicina de EU, 1999. (Ibídem). De los consumidores de tabaco, el 32% se convirtieron en dependientes de la droga, en tanto que de la heroína el 23, el 17 de la cocaína, del alcohol el 15% y empatadas, las drogas ansiolíticas y la marihuana con el 9.
Fruto de la regulación existente en distintos estados de la Unión Americana, se han advertido algunos efectos positivos en la disminución del consumo. Así, por ejemplo, en Colorado, en el curso de 10 años disminuyó del 33.4% al 24.8 el consumo del alcohol gracias a las nuevas legislaciones prohibitivas y al uso de eficaces campañas publicitarias. Otro tanto sucedió con el consumo de marihuana, una vez que se aprobó el uso medicinal.
Más evidencias sorprendentes: “Un comité científico independiente en el Reino Unido comparó 20 medicamentos en 2010 por los daños que causaron a los usuarios individuales y para la sociedad en su conjunto a través del crimen, la desintegración familiar, el ausentismo, y otros males sociales. En la suma de todos los daños, el alcohol resultó ser la droga más perjudicial, seguido por la heroína y el crack. La marihuana ocupa el octavo lugar, con poco más de una cuarta parte del daño del alcohol”. (ibídem).
Esos son algunos de los datos duros, y los argumentos, de una polémica que ya nos llegó.
Fuente Alianza Tex