El gobierno de Chile aprobó la plantación más grande de América Latina de casi 7.000 semillas de marihuana para uso medicinal. La medida beneficiará a un total de 4.000 pacientes oncológicos, con epilepsia refractaria —que no resisten los anticonvulsivos— o que sufran dolores crónicos.
El permiso fue otorgado por el estatal Servicio Agrícola Ganadero (SAG) del Maule, en el centro del país.
En Chile, el tercer mayor consumidor de marihuana de la región, el cultivo, venta y transporte de marihuana aún está prohibido por una estricta ley que no se ha modificado y su infracción supone duras penas de cárcel.
El proyecto busca plantar y cosechar marihuana medicinal “que permita avanzar en la investigación y conocimiento de sus aplicaciones terapéuticas”, dijo un comunicado de Fundación Daya, favorecida con la autorización. Daya se describe a sí misma como una organización sin ánimo de lucro que promueve las terapias alternativas para aliviar el sufrimiento humano.
El Instituto Nacional de Cáncer y dos hospitales se harán cargo de los estudios clínicos. Se favorecerá a 4.000 pacientes de diversas patologías.
Un proyecto similar se realizó en la comuna de La Florida pero a mucho menor escala —para 200 pacientes_, con un fitofármaco y un posterior estudio clínico que todavía están en desarrollo y cuyos resultados podrían conocerse en el primer semestre de 2016, informó a AP Ana María Gazmuri, directora de la Fundación Daya.
“Estamos contentos porque este paso es muy importante, el de la aprobación de este segundo proyecto que nos situará en la vanguardia de América Latina en uso de cannabis medicinal”, afirmó Gazmuri.
Inicialmente el proyecto será parcialmente financiado con la colaboración de una veintena de municipalidades de todo el país.
El fitofarmarco será desarrollado por el laboratorio particular Knop y el Instituto de Salud Pública, según Daya.
“La alianza con un laboratorio era la única forma de desarrollar el medicamento. Confiamos que el que estamos desarrollando sea mejor que versiones ya existentes en el mercado y no genere alguno de sus efectos secundarios, porque estamos trabajando con la planta completa de marihuana, no alguna de sus componentes aislados o versiones sintéticas”, afirmó Gazmuri, ante las críticas que señalan que el laboratorio sacará beneficio de la explotación del medicamento.
“No existe otra posibilidad para desarrollar un fármaco, pero así garantizamos un fitofármaco nacional de bajo costo”, en relación al precio de importar otros medicamentos desarrollados por laboratorios internacionales de precios mucho más elevados, señala.
Sin embargo no todos ven señales únicamente positivas en la aprobación de esta plantación.
“Esta me parece una medida insuficiente. Me parece una iniciativa respetable, dentro de muchas opciones posibles, pero el Estado debe de regular la existencia de otras plantaciones o de usos de la planta, lo que constituye un desafío” dijo a la AP el doctor Sergio Sánchez, experto en políticas de drogas del Colegio Médico-Regional de Santiago.
“Lo ideal no es que todo quede reducido a en unas plantaciones específicas para que un laboratorio produzca un remedio, me gustaría que el Estado también tuviera en cuenta por ejemplo el consumo con fines medicinales que ya se está haciendo de la planta misma”, señaló Sánchez.
En Chile existe un grupo de madres unidas bajo la denominación “Mamá Cultiva” que cultivan cannabis clandestinamente porque sus hijos padecen epilepsia refractaria y sólo logran detener las convulsiones con el aceite de marihuana, y que se unieron a Daya en su proyecto.
Para Sánchez habría que “regular el consumo de marihuana medicinal de la gente que está consumiendo la planta, tiene que establecer algún criterio, algún numero de una superficie, cepas, algunos procedimientos estandarizados que permitan que algunas personas puedan tener sus plantas de marihuana en casa para consumo medicinal”.
Además debería realizarse un registro de los fármacos de marihuana que ya están siendo utilizados en el extranjero para acelerar los procesos; permitir el consumo de la planta misma por una vía que no haga daño, como la vaporizada, o fijarse en la calidad de las plantas, sus concentraciones y las cepas que se van a permitir, entre otras cuestiones.
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados discute un proyecto que aún ha de ser aprobado por el Congreso para despenalizar el cultivo de marihuana para consumo privado y su cultivo y venta con fines medicinales.