Por Miguel Gimeno. La mosca blanca es un aleuródido polífago, pequeño homóptero de cuerpo amarillo y alas recubiertas por una cerosidad blanca, de la que recibe el nombre. Su tamaño apenas supera los 3 milímetros. Sus rápidos crecimiento y reproducción (cerca de 10 generaciones anuales, con un mínimo de cuatro) la hacen temerosa en cultivos de invernadero. Las puestas de huevos las depositan en el envés de las hojas; de los huevos eclosionados surgen las larvas que se quedan a vivir en el mismo envés. Si agitamos las plantas podemos apreciar el revoloteo de una nubecilla de diminutas moscas blancas.
Se alimenta de las plantas succionando a través de un pico succionador la savia de las hojas, las cuales en caso de un fuerte ataque amarillean en forma de clorosis general, llegando a secarse y caer. Otra patología derivada del ataque de mosca blanca, al igual que en pulgones y cochinillas, es el hongo de la tizne o negrilla, ya que la mosca blanca también segrega melaza, provocando así un caldo de cultivo idóneo para el desarrollo de esta enfermedad criptogámica. También puede ser vector de otro tipo de enfermedades provocadas por microbios, virus y bacterias.
Hay que prestar mayor atención a los pequeños plantones, ya que en ejemplares adultos de marihuana no se observan ataques lo suficientemente dañinos como para mermar la producción de cogollos, excepto en individuos de precaria salud, evidentemente.
Hay varias especies de Mosca blanca, las más frecuentes son: Aleurothrixus floccosus: Mosca blanca de los agrios (naranjo); Trialeurodes vaporiorum: Mosca blanca de los invernaderos (también se da al aire libre en climas cálidos); Aleyrodes proletella: Mosca blanca de las coles (Crucíferas); y Bemisia tabaci: la de los demás cultivos herbáceos.
Los ataques severos de esta especie patónegana se dan bajo condiciones de elevada temperatura y alto nível de humedad relativa, por ello se da más en verano y en zonas húmedas, disminuyendo su impacto cuando se trata de zonas de ambiente seco y cálido.
Para controlarla podemos colocar botellas de agua con pequeños orificios que les permitan la entrada, rellenos de agua con vino dulce o azúcar junto con un poco piretrina. También podemos colocar bandas cromáticas adhesivas contra dípteros, que son cintas adhesivas de color amarillo que las atraen al tiempo que están recubiertas de pegamento, por lo que al aproximarse las moscas en exceso quedan pegadas. Como método combativo haremos una disolución de jabón de potasa en agua destilada o de lluvia (1% de jabón). Podemos realizar tratamientos con insecticidas ecológicos de amplio espectro, por ejemplo rotenona, piretrinas o neem.
En la naturaleza encontramos diversos agentes que establecen cierto control sobre esta plaga, por ello es indispensable tener la mayor biodiversidad posible en nuestro cannajardín. La mosca blanca puede ser controlada por diversos insectos predadores, además de ranas, sapos, lagartijas, salamanquesas y arañas comunes. Entre estos insectos predadores podemos hacer referencia a la crisopa, tan efectiva para tan diversas plagas, o en el caso de insectos parasitoides de mosca blanca cabe destacar la efectiva acción de sendas especies, como son la Encarsia Formosa y Diglyphus Isaea. También podemos encontrar, dentro del diverso arsenal que la naturaleza nos proporciona, microorganismos patógenos contra la mosca blanca que establecen cierto control sobre la misma como los hongos Coleomyces spp., Cordyceps spp., Leptolegnia sp y Verticillium spp.
Por Miguel Gimeno.