La mayoría de cannabicultores inexpertos cuando localizan cualquier insecto o animal que merodea por su cultivo lo trata como si fueran enemigos perpétuos, pero en realidad los animales e insectos que resultan patógenos para los cultivos es un porcentaje casi irrisorio, en contraposición con aquellos que son beneficiosos para los cultivos.
No hay que dudar en señalar a un desequilibrio previo del propio sistema agrario como la causa directa de la aparición de una plaga. Si todos los seres vivos que viven e interactúan en un propio agroecosistema están en perfecto equilibrio y armonía no cabe la aparición de una plaga, y si el equilibrio se rompe el propio sistema intentará reorganizarse para volver a alcanzar ese ansiado equilibrio ecológico.
Evidentemente, lograr minimizar los niveles de insectos patógenos de los cultivos hasta cotas que no supongan peligro ni amenaza para los cultivos, no pasa sólo con erradicar de forma drástica y severa la patología que estamos padeciendo, con ello sólo conseguiríamos erradicar la plaga pero sin saber la causa que la llevó a colonizar nuestro cultivo, por lo que ante las mismas condiciones causales volvería a repetirse la escena una tras otra vez.
Para que se de una plaga han de coincidir tres factores en el tiempo, que son: la planta parásitada (la marihuana) + el agente patológico + condiciones favorables de desarrollo y propagación del patógeno. A estos tres factores se los conoce como triángulo de la enfermedad o epidemiológico. El ser humano es, pues, el encargado de mediar en este proceso.
En cuanto al primer factor, la planta de marihuana, el cannabicultor debe realizar una continua selección para mejorar la capacidad de respuesta ante ataques de patógenos de diversa índole. Al agente patógeno se le pueden practicar tratamientos tanto preventivos como combativos para reducir su población. Pero donde mayor hincapié debe hacer un cannabicultor es en el entorno. Hay que crear diversidad de especies tanto vegetales como animales, muchos vegetales o son plantas anfitrionas de fauna auxiliar o tienen la peculiaridad de repeler al agente patógeno. En cuanto a los animales muchos de ellos se alimentarán directamente de agentes patógenos y otros competirán por el mismo nicho biológico conllevando al equilibrio.
En este papel de lucha interactiva hay que reseñar a la fauna auxiliar polífaga, o sea, que no se limita a predar un solo insecto, sino que en su amplia y diversa dieta caben varios agentes patógenos de nuestro cultivo.
Las lagartijas, las salamanquesas y en definitiva todos los reptiles menores son grandes predadores de dípteros, himenópteros y gusanos, éstos nos ayudarán de forma eficaz contra todo tipo de moscas y mosquitos que acechen nuestros cultivo. Las salamanquesas resultan muy eficaces contra las mariposas Spodoptera Exigua y Litoriolis, que son las mamás del gusano del cogollo. Estas mariposas son noctuidas, por lo que sus nocturnos hábitos las hacen frecuentes en terrazas donde hay luz, ya que acuden a ella, y precisamente en las zonas cercenas a focos de luz es donde establecen su zona de caza las salamanquesas, yo mismo he presenciado varias veces en mi casa lo precisas que son cazando mariposas noctuidas.
De sobra es conocido el carácter cazador de las arañas. Cualquiera que haya examinado una tela de araña habrá comprobado la cantidad de cadáveres de diversas especies de insectos que han quedado atrapados en ella. Al propio tiempo las arañas del género agryotes también son indicadores de espacios poco contaminados, suelen salir muchas en huertas ecológicas, resultando fácil localizarlas debido a las grandes y complejas telas que tejen.
Otro predador de sobra conocido por todos son las Mantis Religiosas. Insectos que por su aspecto más bien parecen sacados de la más repeluznante obra de ciencia ficción. Son de tal voracidad que cuando tras la cópula, la hembra se come al macho con el fin de así proporcionarle una segura fuente de nutrientes a su futura prole.
Los párajos insectívoros son también aliados indispensables en el control de plagas. Una pareja en época de cría puede llegar a capturar miles de insectos para alimentar a su descendencia, pero pueden resultar determinantes si atacan a las plántulas recién nacidas, por lo que es conveniente si instalamos nidos forestales proteger los semilleros y pequeñas plántulas.
Otro peligro para las plantas son los roedores, y no hay mejor controlador para los roedores que las serpientes, siempre y cuando no sean venenosas. Tienen la capacidad de adentrarse en las madrigueras para alimentarse de crías, su manjar preferido, aunque no le hacen asco a los ejemplares adultos. También mantienen a ralla a los topos y topillos y roedores menores.