Por Miguel Gimeno.-Energías cosmo-telúricas y cannabis.
En otras ocasiones ya hemos hablado del calendario lunar y de las influencias de las radiaciones cósmicas y como afectan los ritmos vitales de los cultivos, pero ¿qué sabemos del suelo que pisamos, nuestro hospedador planeta Tierra?.
De él también emanan energías en forma de radiaciones que afectan directamente sobre diversos fenómenos físicos y sobre sus propios habitantes, a estas radiaciones se las conoce con el nombre de energías telúricas, y pueden presentarse de diversas formas, bien de carácter infrarrojo, radiactivo, microondas, y un largo etcétera. Las radiaciones, sean cuales sean, son generadoras de campos magnéticos y cargas eléctricas, y las pueden producir un simple río subterráneo, o cursos también subterráneos de aire o gas, fallas, intercambios bruscos en la textura del suelo,… , generando la circulación de corrientes eléctromagnéticas a través de la tierra.
Las radiaciones telúricas junto a las cósmicas crean un campo eléctrico. Este campo eléctrico oscila de 100 voltios/metro a 100.000 voltios/metro (dependiendo de las condiciones climáticas, siendo las de mayor voltaje en días de tormentas con rayos). La intensidad de un lugar puede oscilar entre puntos distantes a penas por unos centímetros.
Este tipo de lugares donde la tierra libera toda su tensión acumulada son lugares en los que fluyen energías que tienden a alterar los procesos hormonales y enzimáticos de las plantas y animales, siendo energías destructivas para la gran mayoría de seres vivos. Los efectos que se aprecian a primera vista son la inclinación del tallo huyendo de la zona negativa donde fue plantado, clorosis en las hojas, debilidad sanitaria por lo que hay tendencia a padecer plagas. Estos lugares son conocidos como zonas de perturbación telúrica.
Estas zonas denominadas de perturbación telúrica ya eran conocidas en la antigüedad por los chinos como “las venas del dragón” o “las salidas de los demonios”, precisamente por producir patologías a aquellas personas que pasaban gran parte del día en estos lugares. Pero no todas las especies de seres vivos que se desarrollan en estas zonas sufren patologías, por ejemplo las plantas medicinales aumentan la concentración de sus principios activos, dato que nos interesa, ya que la marihuana presenta un sinfín de sustancias con cierto carácter medicinal, por lo que es de pensar que sembrar nuestras marías en una zona de perturbación telúrica aumentará la concentración de sus principios activos, aunque a opinión personal considero que en tales condiciones desfavorables es más que probable que disminuya de forma considerable las propiedades organolépticas, es decir empeore su aroma y su sabor, pero ya digo, son simple opiniones mías.
La radiestesia se encarga de estudiar este tipo de campos y por medio de aparatos medidores localizan las zonas de perturbación, en la antigüedad y en algunos puebles de españa son los zahoríes, los que con una simple rama de abedul, de olivo, unas varillas en forma de L, o un péndulo, son capaces de interpretar las vibraciones que este tipo de zonas transmiten a su cuerpo, encontrando agua donde aparentemente no había nada.
Existen diversos ensayos en relación con los campos electromagnéticos y el desarrollo de las plantas, pero si hay alguno que nos interesa a los cannabicultores es el llamado electrocultivo, ya que aumenta interesantemente la vitalidad y producción de los cultivos. El electrocultivo facilita la distribución e intercambio energético-iónico entre el cielo (+) y la tierra (-), consiguiendo evitar bloqueos y aumentando la fijación del Nitrógeno atmosférico y otros elementos, así como potenciando la vida microbiana de los suelos, tan importantes para el mantenimiento de la fertilidad de los mismos. El método en sí consiste en fabricarse pequeñas antenas con varillas de 1’5 metros de largo y sobre 10 milímetros de grosor, se le suelda a la base un emparrillado que hará la función de toma de tierra, y a la parte superior se le suelda hilos de cobre de 5 milímetros. Estas antenas las distribuimos cada dos metros de nuestro vergel cannábico, enterrando la toma de tierra para que haga su papel de receptor de radiaciones cósmicas.
Otras técnicas consisten en la dinamización de semillas viejas, por ejemplo de aquellas que tengamos perdidas por algún cajón de casa y tengan cierto valor genético que no querramos perder. La técnica consiste en exponer las semillas al polo sur (-) de un imán permanente, con ello se aumenta su capacidad germinativa y se mejora su enraizamiento. Otra consiste en colocar un hilo de cobre enrollado en espiral a una planta, con un extremo clavado al suelo y el otro dirigido hacia arriba, lo que frena en cierta medida la tendencia a enfermar de las plantas sobre todo ante fitopatologías de carácter criptogámico.
Una forma de electrocultivo a lo grande lo forman las denominadas “Round Towers de Irlanda”. Estas torres, construidas por monjes en la época medieval y con forma cilíndrica, se distribuyen por toda la campiña irlandesa y están situadas de forma geodésica y astronómicamente.
Callahan estudió el emplazamiento de las distintas torres de Irlanda y comprobó que formaban una especie de constelación semejante al cielo nocturno del norte durante el solsticio de Diciembre. La estrella polar estaba claramente definida por la torre del monasterio de Clonmacnoise en la llanura central de Irlanda, junto al río Shannon. De ahí extrajo la sorprendente teoría de que las torres pudiera ser que fueron construidas como antenas para capturar radiaciones cósmicas. Las Torres estaban construidas con piedras paramagnéticas, como caliza, basalto o de arenisca.
En sus estudios Callahan demostró por medio de ensayos con réplicas a escala que las torres eran antenas magnéticas sintonizadas utilizadas para captar, almacenar y liberar ondas cósmicas, que fertilizaban los campos de los monjes.
Thomas C. Quackenboss, en sus tierras al norte de West Menphis, en Arkansas (E.E.U.U.), llevó a cabo la primera comprobación en el campo de trabajo de la teoría de Callahan sobre las torres irlandesas. En un primer ensayo construyeron tres torres a escala de las irlandesas, con barro cocido, lo rellenaron con basalto granulado, y las coronaron con un cono hecho de basalto y cemento. El feliz resultado fue un aumento significativo de la cosecha. Al año siguiente colocaron 21 torres de fuerza igual a las del año anterior, y para conseguir aumentar la efectividad de las radiaciones cósmicas las colocaron sobre cruces de venas de agua con las superficiales líneas ley (la línea recta entre crestas de colina). Los resultados fueron extraordinarios, ya que obtuvieron la segunda mejor cosecha de su historia precisamente en un año en el que la sequía fue la reina. Obtuvieron mucha lluvia al contrario que el resto de sus vecinos, que vieron impotentes como mermaron sus cultivos por falta de agua. Este último ensayo sería muy interesante llevarlo a cabo en plantaciones de cáñamo industrial, con el fin de aumentar la producción de materia vegetal.
Por Miguel Gimeno
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