Cada vez más personas en todo en el mundo están contra la prohibición de la drogas, un experimento fallido que ya dura muchos años. El libro nos desgarra otra forma de lidiar con las sustancias prohibidas por parte del Estado. También, las consecuencia de esta guerra fallida.
Sinopsis: Contra la prohibición de las drogas
¿Qué derecho tiene el Estado para entrar a placer y prohibir ámbitos que entran en nuestra esfera privada? ¿Cuáles son los principios que sostienen la prohibición? ¿Son universalizables dichos principios o sólo se explican desde una ética parcial e interesada? ¿Es posible, o incluso necesario, legalizar las drogas con el objetivo de proteger la salud pública?
La prohibición de las drogas o la guerra contra las drogas es el marco legal imperante en los últimos tiempos. Las consecuencias e implicaciones de dicha política, teniendo en cuenta el reguero de daños que la ha acompañado, puede ser objeto de poderosas críticas. En el manuscrito que les presento, Contra la prohibición de las drogas, están clasificadas en cuatro apartados.
1.- La legitimidad de la prohibición
En primer lugar, hablaremos del derecho que poseen algunas personas, es decir, los políticos, en prohibir las drogas a millones de ciudadanos. Y cómo estos últimos, los ciudadanos, deben obedecer dicha restricciòn. En la “Guerra contra las drogas” se construye un derecho bajo el cual unos tienen legitimidad para prohibir a otros tales sustancias, pero este proceso por el que aceptamos sin cuestionar la criminalización de una parte de nuestra vida privada tiene unos cimientos que pueden y deben ser estudiados.
Será en este apartado, hablaremos del camino por el cual se erigen conflictos, se polariza a la sociedad entre “amigos” y “enemigos” (creando con ello una distinción de grupo que evoluciona a un mito social en el que el pueblo vence y se superpone a lo antiguo, a lo indeseable), y, de ahí, se infiere una política restrictiva como es la prohibición de las drogas, la cual adquiere la categoría ficticia de “Guerra”.
Pero no sólo eso, la autoridad política por mediante la que los políticos pueden llevar a cabo esta y otras muchas acciones (censurar ciertas prácticas o expresiones, controlar espacios como la educación o la sanidad etc.), tiene un trasfondo mucho mayor que se hunde en cuestiones cómo ¿hasta dónde puede llegar el gobierno por el hecho de ser democrático?, entre muchas otras. Estas cuestiones como otras, están analizadas en el manuscrito que les presento.
2.- Nuestro derecho a las drogas
La protección y promoción de un conjunto de valores y principios deseables debería llevarnos a un razonable derecho a las drogas. Tales principios, a saber: el principio de libertad, de propiedad y de libertad contractual, tan protegidos en otros aspectos de la vida, están lesionados sistemáticamente cuando hablamos de drogas. Estos principios están estudiados y analizadas sus cuestiones complementarias, como el ánimo de lucro o los posibles distintos modelos de producción, distribución y consumo de drogas.
2.- La protección de la salud pública
El daño a la salud suele ser la excusa última que cimenta la prohibición. No obstante, podemos enumerar, como se muestra en la última parte libro, tanto el paradójico daño que se produce a la salud como consecuencia de haber prohibido las drogas (por ejemplo, con el casi siempre presente nulo control de calidad sobre la sustancia que se consume, aumentando la incertidumbre y el peligro a sufrir una sobredosis), como la falta de coherencia moral que existe entre prohibir una droga por el daño que su consumo produce a la salud si lo comparamos con la realización de otras actividades igualmente perjudiciales, amén del consumo de otras drogas actualmente legales (como el tabaco y el alcohol).
4.- Consecuencias imprevistas de la prohibición
Existe todo un abanico de “consecuencias imprevistas” (denominadas así por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) fruto de la aplicación de esta política. El ejemplo más vistoso, es el haber creado el mercado ilegal más grande del mundo, en el que miles de millones de dólares son gastados cada año en destruir a los competidores de los narcos más hábiles a la hora de evadir de ley, se ha creado una mega estructura criminal que, además de haber enriquecido exorbitantemente a algunas personas (pensemos en Pablo Escobar, quien llegó a ser, según la revista Forbes, el séptimo hombre más rico del mundo), ha llegado a poner contra las cuerdas a Estados al completo (tal es así, que, por ejemplo, el Banco Mundial en 2002 advirtió que se pagaban sobornos en el 50% de todos los contratos estatales en Colombia).
La estigmatización racial de los negros, relativamente más proclives a ser interceptados, arrestados, procesados judicialmente, sentenciados y encarcelados por delitos de drogas, (aún cuando las proporciones tanto de venta como de consumo de drogas son casi idénticas con el resto de ciudadanos), o el impacto desproporcionado que sufren las mujeres en la “Guerra contra las drogas”, relegadas generalmente a cargos de poca monta pero cuyas sentencias acostumbran a ser desproporcionadas, como en las llamadas “mulas” (mujeres que transportan drogas en el interior de sus cuerpos), serían algunos colectivos especialmente perjudicados dentro de las llamadas “consecuencias imprevistas”, aunque no los únicos. La exploración de los niños por parte de distintas mafias (por ejemplo en Brasil). O la vulneración de las tradiciones culturales indígenas relacionadas con las drogas se gtratan igualmente dentro del manuscrito.
Todas las cuestiones citadas en los cuatro capítulos que componen el manuscrito, y otras tantas más, están explicadas en extenso. Espero que con este pequeño aporte, podamos liquidar algún día de una vez por todas esta política fracasada.
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