Al frente de toda lucha social siempre han estado las mujeres; la liberación del cannabis en México no es la excepción.
El periódico Milenio ha reunido a siete mujeres que condensan la participación femenina en la lucha por legalizar el cannabis en México.
Son madres, profesionales, emprendedoras y activistas que impulsan consumo de marihuana.
Diversas mujeres que buscan la adaptación de reformas que permitan el consumo y comercialización del cannabis en México, sin recriminación.
Son las mismas mujeres de la llamada revolución violeta, quienes, a partir del feminismo, piensan y pelean por un mundo distinto.
También son mujeres cannábicas, a las cuales los debates por la legalización del cannabis en México y la región, les ha dado visibilidad.
En México, sus voces están cada vez más presentes en las calles, en las redes sociales, a través de colectivos y asociaciones que promueven el uso medicinal o recreativo de la planta.
Desde esos espacios también buscan romper con los estigmas y exigir una legalización con perspectiva de género.
MUJERES DEL CANNABIS EN MÉXICO: KAREN
Una de ellas es Karen Growcia, integrante del colectivo puertorriqueño YunqueCrew, madre de una niña de ocho años y consumidora desde hace 10 años.
Hace tres, cansada de ser estigmatizada y de correr riesgos por obtener marihuana en forma clandestina, decidió adaptar el patio de su casa y un rincón al interior para sembrar sus propias plantas.
“Por la necesidad de dejar de arriesgar mi vida al ir a buscar cannabis a lugares donde no son recomendables para una mujer y dejar de consumir cosas que no sabemos qué tienen, de eso nace mis ganas de comenzar a cultivar”, cuenta.
Usa el cannabis porque le gusta pero también porque es una manera de sobrellevar los agotadores cuidados maternos y los dolores menstruales.
“Una como madre sufre mucho estrés; estás emprendiendo y andas muy movida, esto sirve para el estrés”.
“En los ciclos menstruales, en lugar de tomar una pastilla, me fumo un porro o uso el CBD, la parte medicinal, para calmar mis nervios y dolores”, afirma.
“Tengo una hija y a mí la nueva ley me está diciendo que no puedo cultivar ni consumir si tengo un menor de edad en casa, aunque tengo un espacio con patio para no hacerlo donde él está”.
“Y también me dice que no puedo fumar en la calle, en vez de ayudar nos está estigmatizando y criminalizando más”, asegura.
Cualquier persona debería cultivar lo que consume sin ser etiquetada como criminal, sostiene.
En su opinión, la ley que se discute beneficiará sólo a grandes compañías:
“Si yo como mamá cultivadora quiero hacer un emprendimiento, me las voy a ver muy difícil porque no voy a tener el dinero para comprar un permiso y poder sacar un producto, una marca”.
MUJERES DEL CANNABIS EN MÉXICO: LAS CHICAS DEL PLANTÓN
Jesica Maravilla “marnúñ” participa cuidando el huerto en el plantón 420 instalado afuera del Senado de la República desde hace un año.
Ella también considera que es una planta que nutre al cuerpo femenino.
Otras llevan años gozando sus beneficios medicinales, aunque eso implique ir en contra de la estructura médica.
Es el caso de Erandeni “Gi”, quien usa marihuana desde hace ocho años para controlar la epilepsia.
Ella colabora en las redes sociales del plantón 420 y cuenta que fue su médico quien extraoficialmente le sugirió tomarla en té para paliar el insomnio y los ataques epilépticos.
Luego, descubrió el aceite que le cambió la vida.
“Poco a poco pude dejar el medicamento sin tener problemas, tengo una buena vida y no estoy tomando otros medicamentos alternos. No sé si para todos funcione, pero a mí sí, y es importante que otros entiendan los beneficios”, dice.
MUJERES DEL CANNABIS EN MÉXICO: LAS HERMANAS CAMILA Y LUNA
El objetivo de Camila y Luna es difundir la palabra de dios, pero también las propiedades curativas del cannabis y derribar los mitos que lo satanizan.
Juntas, estas religiosas de cosplay conforman la misión de The Sisters of the Valley, un movimiento de “monjas” del cannabis nacido en California, que tiene socias en México y en otros países.
Desde hace cuatro años, las hermanas Camilla y Luna tomaron el hábito que caracteriza al grupo y se han dedicado a promover y a comercializar productos medicinales en el país.
Portar el hábito es simbólico, no son religiosas, pero su vida se rige por el respeto a la naturaleza, y la elaboración de sus productos sigue un ritual particular.
“Nuestras plantas y productos son elaborados bajo ciclos lunares, es parte de nuestras reglas y compromisos”.
“Es medicina y nos importa que tenga lo mejor de nosotras; hacemos ceremonias entre ciclos lunares y la producción de nuestra medicina”, explica Camilla Valley, activista y fundadora del grupo en México.
Sus propiedades medicinales son principalmente antiinflamatorias.
Es por ello que actúa contra el dolor en las articulaciones, las migrañas y los cólicos menstruales, explica Luna, quién también estudia biomedicina.
Estas mujeres de México son como tantas otras en Latinoamérica, como el caso del movimiento ‘Mamá Cultiva’, madres de diferentes países cuyos hijos padecen epilepsia u otras patologías.
Ellas llevan años luchando para que el acceso al aceite de cannabis, a semillas de la planta y su autocultivo sean despenalizados.
Así han logrado tejer también una red de cuidados colectivos.
The Sisters of the Valley México ven avances en la regulación, pero también critican que sólo beneficie a unos pocos.
Además, cuestionan que el reglamento de uso medicinal publicado el 1 de enero indique que cualquier promoción de medicina con cannabis sea dirigida únicamente a profesionales de la salud, no a la población en general.
“Se me hace grave que no puedas hacer promoción porque eso limita información muy valiosa que todos debemos saber, y nosotras como activistas tenemos la de labor hablar sobre los beneficios que tiene la planta. No se me hace justo”, dice Camilla Valley.
MUJERES DEL CANNABIS EN MÉXICO: MARIANA
En Texcoco (Centro), Mariana López es otra de las mujeres de México que ha tejido sus propias redes de autocuidado con el cannabis.
En el jardín de su casa crecen cogollos que utiliza para remedios caseros.
Comenzó a prepararlos para aliviar sus migrañas y dolores en las articulaciones, pero ahora elabora cremas y aceites que luego distribuye entre sus vecinos y madres con hijos con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad).
Ella no tiene ninguna duda de que en México, a pesar de que la legalización sigue pendiente, hay una industria del cannabis en auge, y las mujeres están poniéndole su propio sello.
Productos medicinales, terapéuticos, de higiene femenina, para favorecer el placer sexual, cosméticos.
MUJERES DEL CANNABIS EN MÉXICO: CATI
Con ustedes, otra de las mujeres de México que activan por el cannabis. Ella es Cati Villarreal, gestora cultural e integrante de los círculos que cada miércoles organizan en el plantón 420.
“¡Qué no están haciendo! Hay chicas haciendo lubricantes, hay temáticas diferentes, y todas están apostando por el primer paso, que es no tener miedo a reconocerse y a ser la primera línea de mujeres cannábicas que está luchando por todas”, asegura.
En ese espacio semanal, Cati y otras chicas han reunido por primera vez a 11 organizaciones de mujeres del cannabis en México para compartir experiencias y crear redes de solidaridad.
Desde ahí también buscan sensibilizar al movimiento cannábico de la lucha feminista y exigir una legalización con perspectiva de género.
Entienden que propuestas como la iniciativa de ley que actualmente se revisa en el Congreso deja en desventaja a las que autocultivan para uso medicinal o recreativo.
Aseguran que las normas con las que se busca legalizar al cannabis en México no toman en cuenta ni a las mujeres emprendedoras ni a las campesinas o productoras de los pueblos originarios.
“¿Cómo es posible que la regulación nada más contemple cinco plantas o seis y si encuentran una séptima ya voy a ser narcotraficante?”, cuestiona Cati.
La mujer también señala el vacío en el que esta ley dejaría a mujeres campesinas o de los pueblos originarios que cultivan y se benefician de la planta desde sus saberes tradicionales.
“Las señoras diputadas no están hablando de la mujer cannábica y de qué usos le dan, algunas son madres cuidando de sus hijos”.
“Ellas van a tener que pedir más de cinco licencias para curar a sus hijos”, advierte.
Cati asegura que están dejando en desventaja a grupos vulnerables de mujeres, como las de la tercera edad, campesinas o madres solteras.
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