Opinión de
Perro Mundo(David Gutiérrez Fuentes
La iniciativa para legalizar la marihuana presentada por Víctor Hugo Círigo en la Cámara Diputados es una propuesta que no acabaría con la violencia que existe en el país pero si la acotaría.
Esta medida regulatoria se sale por lo menos de la dinámica monodimensional que explica el tráfico de estupefacientes como un asunto de guerra contra una criminalidad que pareciera estar únicamente integrada por sicarios; una criminalidad de armas largas sin cuellos blancos y sobre la que muchos de los opinadores se olvidan que alrededor de ella hay inversionistas y políticos involucrados.
Cuando Santiago Creel hizo un pronunciamiento en sintonía con la propuesta del diputado Círigo, algunos especialistas serios en el tema opinaron que esa no es la solución. Yo matizaría ese punto de vista diciendo que ésa no es la solución integral para acabar con una guerra, pero la regulación ha demostrado ser eficaz en estados de nuestros vecinos países del norte y en otras naciones del mundo.
Por supuesto que mientras no se ataque de manera frontal el lavado de dinero y las grandes ganancias que este flujo de capital rápido deja, iniciativas como las del legislador serán parciales, pero ¿vamos por ello a cerrarles el paso?
Si como plantea el diputado, con base en los datos del ex-zar antidrogas de Estados Unidos, John Walters, de los trece mil millones de dólares de ganancia que le generan a grupos criminales la comercialización de la droga ocho mil millones están ligados a la comercialización de la marihuana, es obvio que no estamos frente a paliativos.
Entre las tendencias de opinión opuestas a esta medida, prevalecen tres: las de algunos grupos o especialistas que temen que la medida dispare el consumo interno (hecho que puede atenuarse con una buena campaña informativa y preventiva, acaso menos costosa que la que se despliega para posicionar la imagen de la policía y del ejército en la ciudadanía), la de quienes consideran que la medida no funcionará y reubicará a la delincuencia armada en otras actividades (como si no lo estuviera ya) y la de quienes con base en las dos posturas anteriores defienden y acotan la guerra a un asunto entre sicarios con pequeños “daños colaterales” que los medios “sobredimensionan” pero que poco o nada dicen del gran negocio que representa para muchos políticos y empresarios esta guerra.
Antes de empezar a escribir estas líneas, me enteré que seis personas fueron secuestradas de sus hoteles en Monterrey, que en Chihuahua murieron 16 personas (dos de ellas estudiantes de bachillerato), que en Interlomas hubo una balacera que arrojó un saldo de dos muertos y que al administrador de la aduana marítima veracruzana no se le puede dar por muerto, sino que se encuentra en calidad de “desaparecido”.
Hay indicios de que el dinero del narcotráfico forma parte de un muy lamentable motor de la economía, si pensamos que otros motores no contaminados con este rubro como el turístico y el de la inversión nacional y extranjera seria sufren severos reveses (aunque para los secretarios de economía y de turismo se trata de un asunto de percepción y ya también echen mano de campañas para modificar percepciones en México y en el mundo), me parece que la propuesta es para tomarse en serio. Además se encuentra avalada por una serie de iniciativas aplicadas en otros países y respaldada por un amplio consenso político e intelectual.
En el polo opuesto tenemos la propuesta de garantizarle al ejército mayor fuero para enfrentar una guerra sinsentido, para la que no están preparados y en la que cada vez hay más desencanto y crítica interna por el desprestigio que a los ojos de la opinión pública tienen ahora nuestras fuerzas armadas.
Y mientras esto se discute, en Tepito ya están a la venta bases de datos suyos y de su familia, salidas de dependencias oficiales, algunas encargadas de combatir al crimen organizado o defender como perros guardianes a nuestra democracia.
Fuente LaCronicadeHoy
