Seattle, EEUU.- Un factor importante fue la seducción que representa la posibilidad de atraer a la economía legal —y gubernamental de EU— las ganancias de una industria que, de forma subterránea, genera anualmente hasta mil millones de dólares.
Muy probablemente Joaquín El Chapo Guzmán no lo sepa, pero el hecho de que forme parte de la lista de la revista Forbes de los hombres más ricos del mundo jugó un papel crucial en la histórica legalización de la mariguana, para fines recreativos, en Washington.
“¿Por qué dejar que los cárteles mexicanos se queden con todas las ganancias? ¿Por qué dejar que sean ellos los que se enriquezcan y se lleven todo el dinero a sus bolsillos?”, fueron las preguntas con las que la coalición prolegalización New Approach (Nuevo Enfoque) bombardeó durante semanas a los votantes del estado, rumbo a las elecciones del pasado 4 de noviembre.
Al final, no fueron los llamados a terminar la guerra contra el narco en México o el buen samaritanismo los que convencieron a los washingtonianos de dar el salto y enterrar décadas de prohibición. Al menos no por completo: fue algo menos idealista. Algo mucho más material.
En resumen, fue la seducción que representa la posibilidad de atraer a la economía legal —y gubernamental— las ganancias de una industria que, de forma subterránea, genera anualmente hasta mil millones de dólares tan solo en Washington, donde ya hay quienes ubican a la cannabis como el principal producto agrícola, por encima de las afamadas manzanas del estado.
“Se estima que la legalización de la mariguana traerá a las arcas gubernamentales algo así como 250 millones de dólares anuales en impuestos. Y eso es un cálculo conservador. Esto va a revivir nuestra economía cuando más lo necesitamos”, aseguró la diputada local Mary Lou Dickerson, una de las principales impulsoras de la despenalización en la entidad y autora de una propuesta de ley similar que fue derrotada en 2008.
¿Y en un cálculo alto?
La legalización puede reportar a Washington ganancias por hasta 500 millones de dólares. Eso es muchísimo dinero en un momento como este, con altos déficits en nuestros presupuestos. Podremos enfocar recursos a asuntos mucho más prioritarios, como combatir el crimen violento.
Al final del día, la respuesta de electorado de esta entidad de la Unión Americana a la pregunta que se le hizo durante la campaña —¿por qué dejar que los cárteles se enriquezcan?— puede resumirse en otra pregunta: En efecto, ¿para qué dejar que el dinero se vaya a México, cuando puede quedarse aquí, en el norte, en las atribuladas cuentas bancarias estadunidenses?
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La forma en la que fue derrotada la prohibición del alcohol, en los años treinta del siglo pasado, ha sido uno de los ejemplos a seguir en el ahora exitoso proyecto de legalizar la mariguana en esta esquina de Estados Unidos. Dickerson sostiene que Washington simplemente está recorriendo el mismo camino que en su momento emprendieron estados de corte libertario como Montana, que hace 80 años se rebeló contra las leyes federales que prohibían la venta de licor.
¿Qué hicieron los políticos montaneses? Aprobar leyes locales, aún si éstas eran contrarias a los decretos secos del gobierno nacional. Siguieron otras entidades que defendían el derecho de sus ciudadanos beber libremente, algo muy parecido a lo que ahora está sucediendo, al dejar a quien quiera fumar mariguana hacerlo.
Bajo el embate de los estados, la prohibición del alcohol se derrumbó poco después y, dicen los partidarios de la cannabis, sucederá lo mismo con la hierba ahora que la costa oeste, encabezada por Washington, se ha vuelto a rebelar contra el otro Washington, el DC.
“Los estados del oeste están haciendo lo que el gobierno federal no les permite, echar abajo una ley arcaica. Al final, seremos los estados, la periferia, los que avancemos en la despenalización de la cannabis. Esto va en la misma tradición de lo que hizo Montana”, dijo la legisladora.
Quizá. Pero falta ver la reacción de estados conservadores como Texas o los del sur profundo. Por ahora, todo apunta a que lo sucedido en Washington, desde su experiencia de recolectar firmas y crear una iniciativa ciudadana hasta orquestar una campaña exitosa, no se quedará solo en la entidad. La campaña es ya considerada por otros miembros de la Unión Americana como el modelo a seguir en futuras elecciones,
“¡Siguen California y Michigan!”, aseguró Vivian McPeak, fundador del festival Hempfest, un acto que año con año reúne a 250 mil personas de todo el mundo en Seattle para celebrar la cultura de la cannabis. “Estamos deconstruyendo la prohibición un estado a la vez y no podemos detenernos hasta que ningún estadunidense esté siendo castigado por leyes ilógicas”.
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La campaña por la legalización en Washington aprendió de los errores de la de California, donde un proyecto similar fue derrotado hace dos años. En esta ocasión, en vez de utilizar por voceros a estrellas de rock y artistas, el campo verde se apertrechó con rostros confiables, caucásicos, de edad mediana. Una constelación poco controvertida de mamás de soccer, escritores y mejor aún: ex policías y ex jueces.
Uno de los rostros más visibles fue el de John McKay, ex procurador de Justicia para el oeste de Washington. “Yo apoyé nuestras leyes de mariguana. Y creo que no funcionan. Llenar nuestras cortes y cárceles ha fracasado en reducir el uso de la mariguana. Es hora de un nuevo enfoque”, sostuvo en uno de los tantos spots que se transmitieron en el estado durante la campaña.
Otro perfil empleado para tranquilizar al electorado y despejar los miedos de una potencial “revolución hippie” fue el de Pete Holmes, el actual procurador de Justicia de la ciudad de Seattle y quien desde el inicio de su administración, en 2009, dejó de perseguir judicialmente a usuarios de mariguana.
En las últimas horas, tras la legalización, los condados más importantes de Washington, como King y Tacoma, siguieron la tónica de Seattle: han anunciado que todos los casos pendientes por posesión de mariguana “quedan suspendidos y anulados”.
Hasta el momento, empero, falta un detalle: el gobierno federal estadunidense no se ha pronunciado en torno a qué es lo que hará con la ley estatal. Contactada por MILENIO, Dawn Dearden, la vocera para Washington de la DEA, definió que la nueva ley se somete a escrutinio.
Dejó una amenaza en el aire. “La decisión de la DEA de mantener y hacer que se respeten las leyes federales de sustancias controladas sigue sin cambio alguno. Y el Congreso ha determinado que la mariguana es una sustancia controlada”, dijo. “Por eso, el Departamento de Justicia está revisando la decisión electoral”.
Ha sido precisamente esa amenaza la que ha hecho a algunos irse con pies de plomo. Es el caso de McKay, quien posee junto con varios socios la marca “Hempfest”. Aunque abrirá una tienda este viernes —podrán adquirirse jabones, champús y alimento para mascotas a base del cáñamo de la cannabis—, esperará todavía a ver qué hacer el gobierno federal antes de públicamente dedicarse a la venta de productos de mariguana psicoactiva.
Por lo pronto, su tienda está ya casi lista para la apertura. Será un festejo previo al 6 de diciembre, cuando entrará en vigor la Iniciativa 502 y muchos saldrán a las calles con sus gallos a fumar, libremente, sin temor alguno.
“Esa sí que será una gran fiesta”, prometió.
Fuente Milenio