“Cuando la marihuana entra al cerebro activa el receptor conocido como cannabinoide uno (CB1) y produce efectos relajantes y ganas de reír, facilita la ingestión de alimento y se perciben mejor los sabores; las mujeres se motivan más sexualmente”.
por Emir Olivares Alonso
El consumo de marihuana y otras sustancias enervantes activan el sistema de motivación-recompensa (localizado en el cerebro) y puede ocasionar que las sensaciones placenteras sean hasta 100 veces más intensas.
Óscar Próspero García, jefe del Laboratorio de Cannabinoides de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que cuando las drogas entran al cerebro estimulan algunos neutrotransmisores relacionados con las percepciones placenteras, generando que el efecto por una buena comida, las relaciones sexuales o cualquier otra actividad que produzca gozo resulte mucho más intensa.
El científico del Departamento de Fisiología de la FM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores explica que el cerebro es capaz de producir su propia marihuana, que son las moléculas llamadas endocannabinoides, que se encargan de detectar la sensación subjetiva del placer y aseguran la repetición de la conducta que generó el gozo.
Éstas se unen a las otras dos sustancias participantes en el sistema de motivación-recompensa: dopamina y endorfinas (también endógenas), pero cuando alguien fuma, ingiere o se unta mariguana en la piel, su producción se dispara.
“La cantidad se multiplica 100 veces, por lo menos. Supongamos que si el cerebro genera 10, cuando alguien usa marihuana produce mil. Lacannabis (y otras sustancias) activa este sistema masivamente y potencia los placeres”.
Experimentan con estimulación eléctrica
El académico, quien realiza estudios sobre los efectos de la mariguana en el cerebro, detalla que en su laboratorio se trabaja en la estimulación eléctrica de esta región cerebral en ratas de laboratorio. Las enseñamos a oprimir voluntariamente un botón que proporciona un choque eléctrico que produce gratificación, y pueden quedarse estimulándolo todo el día, incluso sin comer, dormir o beber, pues experimentan sensaciones tan agradables (como un orgasmo)
.
Sin embargo, advierte que el consumo de esta sustancia afecta la inteligencia, la memoria, la atención y el control motriz del cuerpo. El daño no se presenta en las personas que han fumado ocasionalmente mariguana, sino en aquellos que se vuelven dependientes.
Pero a quienes definitivamente causaría daños, incluso en pocas cantidades, es a los adolescentes
, debido a que el cerebro termina de desarrollarse después de los 25 años. Por ello, aun cuando se manifiesta contra el uso recreativo de esa sustancia, Próspero García recomienda que en caso de que se tenga que consumir, sea hasta después de esa edad.
La última parte que madura del cerebro es la corteza prefrontal (alojada detrás de los huesos frontales), de ésta depende en gran parte nuestra inteligencia, interviene en los procesos de decisión, de juicio y evaluación de los eventos. Si interferimos con su madurez metiéndole marihuana (u otras sustancias) el daño será fuerte y permanente.
La adicción también se da a través de un proceso cerebral. “Al cerebro no le gusta estar alegre todo el tiempo, necesita –como en la música– silencios. Cuando el sujeto administra enervantes produce una sensación de bienestar largo rato, pero al cerebro no le gusta eso, por tanto, el sistema de motivación-recompensa recoge sus receptores para que no puedan ser estimulados. Es cuando la persona se da cuenta de que ya no siente lo mismo e incrementa la dosis, esto genera que el sistema cerebral responda: cambia y aprende a funcionar bajo los efectos. Es ahí cuando se genera una dependencia a la marihuana, y pasa lo mismo con la heroína, la cocaína, el alcohol y el tabaco”.
En sus estudios también ha descubierto que hay personas genéticamente más propensas a desarrollar adicción a estas sustancias.Puede haber una variante genética que los predisponga a volverse dependientes. Muchas ocasiones la expresión de los genes se modifica, porque durante la infancia algunos individuos sufrieron maltratos (sicológicos, físicos o abuso sexual) y eso los hace vulnerables
. Otro factor, resalta, es que una persona sufra un fuerte golpe en la zona frontal de la cabeza, dañando la corteza prefrontal, por lo que presentan síndrome de ansiedad, depresión y miedo, y pueden encontrar en los enervantes cierta tranquilidad
.
Para el académico los usuarios de marihuana u otras sustancias no deben ser considerados criminales ni ser encarcelados o tener contacto con abogados y ministerios públicos, sino se les debe tratar como personas que necesitan orientación y en muchas ocasiones cuidados médicos y tratamiento.
Publicado en la jornada.unam.mx