Por Ernesto Cortés
I: BUENOS DÍAS
Ahora que vino Fernando Savater, cada sector de la prensa local interpretó de acuerdo a sus intereses las palabras que el escritor español pronunció en nuestras tierras. Hubo, sin embargo, un tema que casi pasó desapercibido, y que solo Pedro Zamora, de Avanzada, recogió: para Savater, la estrategia contra el narcotráfico va muy errada, y el de las drogas es un problema de dosis (cuestión de distinguir entre “dosis activa” y “dosis letal”) y de educación. Legalizar las drogas desmontaría el narcotráfico, dijo el filósofo, y aseguró que “hay que educar para la templanza, es decir, no para privarse de los placeres, sino para saber hacerlos compatibles con la salud, con la higiene y con nuestra vida cotidiana”. Las palabras misteriosas de hoy son: mitos, educación, negocio.
II: ES HISTORIA, NO APOLOGÍA
Porque así conviene a algunos intereses, en México se ha pregonado y afianzado popularmente la idea de que todos los usuarios de sustancias clasificadas como ilegales son personas que no son queridas por sus familias, de extracción social baja, de escolaridad mínima, y con problemas de autoestima, entre otras características negativas. Es innegable que parte de los usuarios sí caben en ese cuadro desesperanzador, y que a algunos, que no controlan sus apetitos, las drogas les hacen mucho daño. Sin embargo, nada se dice de otros individuos que, siendo figuras líderes y exitosas en sus campos de trabajo, recurren a las drogas recreativas como una parte normal y controlada de su cotidianeidad, y llevan una vida socialmente aceptable, junto a un desempeño profesional sobresaliente.
Sigmund Freud fue un usuario moderado de cocaína, y escribió (en su ensayo De la coca) sobre las que él consideraba “virtudes” de la sustancia. El astrónomo Carl Sagan era un fumador cotidiano de cannabis, y teorizó (en su libro Los dragones del edén) que la domesticación de esta planta podría haber “llevado a la invención de la agricultura y, por lo tanto, a la civilización”. Bill Gates, el billonario fundador de Microsoft, fue consumidor de LSD, del mismo modo que lo fueron el actor Cary Grant, y los escritores Anaïs Nin y Aldous Huxley. Kary Mullis (Nóbel de Química 1993) decía que sus experiencias con el ácido lisérgico “ciertamente fueron mucho más importantes que cualquier curso que jamás haya tomado”. Lo políticos Arnold Schwarzeneeger y Sarah Palin han reconocido abiertamente su pasado de fumadores verdes.
Ejemplos sobran en el deporte: el nadador Michael Phelps (14 medallas de oro en olimpiadas), el beisbolista Dock Ellis (que lanzó en el ’70 un juego perfecto), el basquetbolista Kareem Abdul-Jabbar (ex jugador estrella de los Lakers). De hecho, en la NBA la lista es muy larga: Allen Iverson, Chris Webber, Jason Williams, Lamar Odom, Isaiah JR Rider, Eddie Griffin, Damon Stoudamire, Rasheed Wallace, Zach Randolph, y párenle de contar. En una entrevista al New York Post en el 2001, el jugador Charles Oakley aseguraba que el 60 por ciento de los basquetbolistas de la NBA fumaban marihuana.
Se trata, pues, de una cuestión de educación y de dosis. La cosa es que el mito del usuario lumpen está tan arraigado, y hay tantas cosas cimentadas en esa base falsa, que, al menos por ahora, un cambio de paradigma en nuestro país se ve imposible. Entre las leyendas urbanas, la tozudez de Calderón, y los intereses comerciales desde dentro del gobierno, se ve difícil que le vayan a hacer caso a Fernando Savater en el futuro cercano. Mientras, seguirá aumentando la lista de muertos por sobredosis, pero de plomo.
Éste fue el episodio número 420 de la Columna lítica.
Fuente EcosdelaCosta