Hace no muchos años en España, que alguien tomándose una copa de un buen “caldo de Rioja” dijese que estaba en contra de que se legalizase el consumo de marihuana, era normal. Con ciertas edades o mentalidades, se sigue pensando y creyendo que el cannabis es una droga a diferencia del vino, y que éste es una joya de la cultura humana fruto de la naturaleza y el hombre, embriaguez perfecta para la tertulia y que no es una droga, su alcohol es bueno para el corazón y para la mente, además de serlo para los bolsillos de la industria de turno y del ente recaudatorio.
Bien, hasta ahí lo entiendo, era la única cantinela que escuchábamos desde que habíamos nacido y prácticamente no se podía escuchar ni encontrar otra opinión, a no ser que nos enseñasen las imágenes de “cuatro melenudos” o “chicas semi-provocativas”, pidiendo sexo libre mientras giraban la cabeza como “poseídos” y fumando esa “hierba del infierno”. Es normal que nuestros padres, nos educasen criminalizando y evitando ese tipo de movimientos, la prensa, radio y televisión de la época les ayudó a tomar y hacer suya la opinión. Fijaros el que lo recuerde por el contrario, que anuncios veíamos los adolescentes de antes, a mí siempre me gustaban los anuncios de televisión de brandys o coñacs. En éstos anuncios televisivos normalmente, salían unas señoras con pechos despampanantes, pantalones muy cortos y botas altas, y con caras “no como la de nuestras madres”, en los cuales si consumías esa copa de licor de la marca publicitada, prácticamente la tenías por derecho o te merecías buscar una hembra de tal calibre. También era normal ver en la publicidad el beber la botella de vino en la comida diaria familiar, eso si, a los hijos mezclado con gaseosa. Beber y beber cava o champán en una celebración y ponerse hasta el culo de burbujitas, eso también era nuestra cultura bien vista, de hecho seguro que a la mayoría de nosotros fueron nuestros padres o en nuestra casa, los que nos enseñaron el primer paso hacia las drogas, “toma una copita de champán que es Noche Buena”. Si a todas esas buenas costumbres de antaño, les sumásemos las cientos de marcas de licores que existen por toda nuestra geografía nacional, y que cada pueblo o comarca tiene como su joya especifica, entonces debemos de entender porque la opinión de una gran parte de nuestra sociedad sigue pensando tan retrógradamente con todo el asunto del cannabis.
Si a estos padres nuestros, de pequeños se les hubiese educado de otra forma, como que los alcoholes , vinos, cervezas, orujos, champanes, anisetes, brandys, rones, whiskys, pacharanes, sidras, finos, vodkas, etc. eran sencillamente drogas legales, ellos mismos asimilarían el cannabis como otra similar.
Pero no, les educaron con la cultura que los caldos con alcohol etílico son legales, porque pagan impuestos, son nuestra cultura humana (lo que es cultura humana es colocarse o embriagarse con algo), hay industrias y da trabajo y en muchos casos son estandarte y bandera de pueblos, además de que sus anuncios de mujeres voluminosas tomando una copita, adornan las paredes de talleres y carpinterías.
Hay que entender a esa mentes ante su oposición a todo lo que suene o lleve la hoja de cannabis, pero su comprensión no quiere decir que debamos comulgar con su opinión, una opinión que ha sido cultivada en unas épocas oscuras de la manipulación, en las cuales tomarse una copa de brandy con una mujer voluminosa era normal, siempre y cuando la propia (nuestra mujer), estuviese en casa dando de cenar a los niños.
Pues si, ahora los que estamos en el siglo XXI somos los que tenemos que lidiar con esas mentalidades de mediados del siglo XX, pero eso si, ellos son los que deben darse cuenta que estamos en nuestro siglo, no en el suyo.
En mi opinión, hay que entender la mentalidad de estos padres o abuelos nuestros, pero después hay que hacerles entender la nuestra, sencillamente para que evolucionen, porque los queremos.
Mac.