Por Lucy Nieto de Samper.- USA es hoy el mayor productor de marihuana en el mundo. Desbancó a Colombia, que se metió en el negocio para satisfacer el vicio de excombatientes gringos que en la guerra de Vietnam aprendieron a drogarse.
Se llama ‘Plantas de los dioses’ el estudio que me prestó un amigo sobre las propiedades, la utilización a través de los tiempos, el significado en la historia de la humanidad de las plantas alucinógenas. Debido a que pueden transportar la mente humana a otras dimensiones de la conciencia, las poblaciones indígenas las consideran sagradas.
Según ese estudio, la marihuana en Estados Unidos no es legalmente narcótica porque no está incluida en el Harrison Narcotic Act. Sin embargo, está controlada. Control que no se sabe en qué consiste. Pues USA es hoy el mayor productor de marihuana en el mundo. Desbancó a Colombia, que se metió en el negocio para satisfacer el vicio de excombatientes gringos que en la guerra de Vietnam aprendieron a drogarse y vinieron a buscar tierras en donde sembrar la yerba.
En poco tiempo, el país era el centro mundial de la marihuana. Así comenzó nuestro infierno. Pues surge Pablo Escobar, el criminal más sangriento, quien, para calmar la sed de droga de los gringos, se convierte en poderoso cultivador de yerbas y en el narcotraficante más temido y más rico del mundo.
El director Oliver Stone, entrevistado por EL TIEMPO, dijo que California produce la mejor marihuana del mundo. Cree que no es malo fumarla , pero dice que Estados Unidos debe legalizarla, pues las cárceles de ese país están atestadas de consumidores. Tienen más presos que las cárceles de Rusia y China.
El cuento de la marihuana en USA lo conocemos aquí desde hace años, cuando Germán Castro Caycedo, en su programa de TV Enviado especial, mostró las tarjetas de crédito que había en ese país para comprar la yerba y mostró revistas especializadas que enseñaban a sembrarla hasta en los balcones.
Aquí, entre tanto, arreciaba la política antidrogas impuesta por USA, que, a pesar de los dinerales invertidos en fumigar cultivos, era y ha sido un verdadero fracaso. Solo ha dejado un reguero de muertos, destrucción de la naturaleza y más crímenes, más corrupción, más narcotraficantes multimillonarios. Al mismo tiempo, en EE. UU., el mayor consumidor de drogas del mundo, las cárceles, como dice Stone, están a reventar de drogadictos, no de traficantes.
Recuerdo todo esto a propósito del plan de Petro de crear centros para tratar como enfermo al drogadicto. A pesar de que esta propuesta, como todas las suyas, Petro la lanzó al aire sin estudio previo, sin calcular costos, logística, aporte científico, el expresidente César Gaviria la apoya, pues, con los expresidentes Cardoso y Zedillo, últimamente le busca salida a la frustrada guerra antidroga ‘made in USA’. Y digo que el doctor Gaviria últimamente está en esas, pues, durante su gobierno, no respaldó al entonces fiscal general, Gustavo de Greiff, quien fue el primero en darle palo a la política antidroga gringa. Por esa osadía, los gringos le quitaron la visa.
En el renacer de la preocupación por el problema de las drogas, tema que también puso sobre el tapete el presidente Santos durante la Cumbre de Mandatarios en Cartagena, debe recordarse que el doctor De Greiff fue el primero en Colombia en dar la batalla contra la política USA antidrogas. Y sigue en lo mismo. El año pasado publicó enla Revistadel Rosario un estudio con más datos y más propuestas sobre cómo enfrentar el fracaso de esa guerra, fracaso que en Estados Unidos el gobierno no quiere aceptar, no quiere analizar, ni debatir.
En cuanto a los centros de Petro para tratar drogadictos, el apoyo del expresidente Gaviria nos induce a pensar que vale la pena ensayarlos, porque en Colombia el consumo de drogas crece como espuma.
Lo malo es que Petro, que actúa más como congresista que como administrador y gerente de la ciudad más importante, no está preparado para sacar adelante un proyecto tan ambicioso.
Luego, para que este funcione, el expresidente Gaviria tendrá que hacer algo más que apoyarlo.
Fuente El Tiempo