El rapero carioca presentó la semana pasada en Buenos Aires “Nada pode me parar”, su décimo disco solista.
“Nací y me crié en los suburbios de Río de Janeiro, en la favela Andaraí, un barrio pobre, peligroso y violento, pero con mucha música y la alegría típica de Brasil”. Así se presenta Marcelo D2, referente número uno del rap con melodía de samba de Brasil. Carioca flamenguista, carnavalero, luchador por la legalización de la marihuana desde los noventa cuando integraba Planet Hemp, y padre de cuatro pequeños raperos. Sigue así.
“Fue el hip hop el que me dio la voz y levantó mi autoestima. Me hizo recorrer el mundo. Este es mi agradecimiento a esta cultura por estos 20 años de camino. Una cultura nueva, de la cual todos estamos aprendiendo aún.
Nada pode me parar es mi décimo disco, el nombre responde a una canción de los ‘80 de Thaide & DJ Hum. Tenía esa letra escrita en la pared de mi cuarto de adolescente”.
Los últimos años viviste en Los Angeles, ¿cómo fue esa experiencia y qué aportó al disco?
Siempre me gustó la cultura del skate, antes de la música, era mi estilo de vida. Y el rap californiano fue una influencia muy grande. Ya no patino más, el cuerpo no da. Mario Caldato, productor de los Beastie Boys y de ocho discos míos, armó sociedades con raperos de allá para este trabajo.
¿No pensaste en grabar, también, con raperos de Argentina?
¡Claro! Tengo muchas ganas, pero nos llega muy poco desde allá.
¿Tu hijos son las voces de niños que suenan en el disco?
Sí, el mayor, Stephan está terminando de grabar su disco con Start, su banda. También canta una de las canciones de mi disco y escribimos otras juntos. Mi hijo Luca, junto a un coro con unos chicos de Angola; y mi otra hija, Maria Joana, también están.
Tu militancia de siempre es por la legalización de la marihuana. ¿Estás por mudarte a Uruguay?
¡Ya estoy buscando casa allá! (risas). Uruguay siempre fue un país de vanguardia. Esto es una enseñanza para la humanidad. No lo digo como usuario, sino como ciudadano del mundo. La ilegalidad de las drogas sólo trae mal, violencia y tráfico. Y los que más sufren, generalmente, son los que menos tienen. Los más desprotegidos.
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