El uso del cannabis como intoxicante ha sido un tema de sociedad durante décadas y ha provocado grandes desacuerdos y conflictos. No es de extrañar, después de todo, que España, junto con Francia, esté considerada a la cabeza del consumo europeo de marihuana. Así que tenemos un grupo objetivo muy amplio que claramente quiere más tolerancia.
A esto se contrapone una multitud igualmente convencida que denuncia los riesgos y quiere que el consumo sea aún más punible. Así que chocan dos mundos, y es importante llegar a un acuerdo entre ellos. Afortunadamente, los ejemplos de muchos otros países que ya han introducido normativas mucho más modernas nos demuestran que esto es bastante factible.
El hecho de que inicialmente tuviéramos dificultades similares con la legalización del casino online España y que finalmente se legalizara nos da esperanzas. Lo ideal sería que ocurriera algo similar con el cannabis, aunque haya muchos puntos a tener en cuenta.
Una cuestión controvertida y su situación jurídica actual
El cannabis no es un fenómeno reciente. Tanto en España como en el resto del mundo, la codiciada droga tiene una larga historia. Las rutas comerciales fijas, a través de las cuales la sustancia sigue entrando en el país hoy en día, han existido durante siglos y, por supuesto, han seguido cambiando.
Aunque durante un tiempo se centró en el uso medicinal o se reservó a una determinada clase social, la marihuana se puso de moda en toda la sociedad a más tardar en el transcurso del movimiento hippie y a partir de entonces también se consumió públicamente. Entretanto, fumar hierba con fines recreativos ha pasado a formar parte de la vida cotidiana de muchas personas. Otros siguen recurriendo a ella por motivos de salud para aliviar sus dolores.
Nuestra legislación vigente es comparativamente estricta en lo que respecta al cannabis, ya que el cultivo, el tráfico y el transporte, así como fumar en público, se consideran formalmente ilegales. Sólo se permite el consumo en habitaciones privadas. Sin embargo, esto sólo se permite a condición de que no se supere la posesión máxima de 100 gramos para uso personal.
Según la legislación penal vigente, la producción y el uso para uso personal no pueden perseguirse, pero las transiciones son, por supuesto, fluidas, lo que a menudo genera ambigüedad. También existe el problema de la administración descentralizada. En teoría, cada región autónoma puede aplicar sus propios procedimientos legales en determinadas materias.
Precisamente por eso, ahora se oyen cada vez más voces a favor de una nueva normativa uniforme que se aplique en toda España. El objetivo es evitar que se criminalice demasiado el asunto, pero al mismo tiempo concienciar a la población.
Una fuerte presión provoca un cambio político
Es precisamente esta presión que se está desarrollando actualmente la que podría favorecer un cambio de la ley en un futuro próximo. La esperanza para ello proviene de los ejemplos de otros países, en los que la situación era muy similar y que ahora van varios pasos por delante de nosotros, en el sentido de que ya se ha producido al menos una despenalización de gran alcance.
Hasta la fecha, el cannabis sólo es formalmente legal ante la ley en Uruguay, Canadá y algunos estados y territorios de ultramar de Estados Unidos. Ni la venta, ni el cultivo, la posesión o el consumo constituyen delito aquí. No obstante, se aplican ciertas cantidades máximas.
En cambio, muchos más países ya han aplicado con éxito la despenalización. Entre ellos se encuentran Jamaica, Rusia y, en Europa, los Países Bajos, Portugal, Suiza, Bélgica y la República Checa. En concreto, esto significa que el cultivo, la posesión y el consumo de marihuana están tipificados, como mucho, como infracciones administrativas, siempre que se trate de cantidades manejables.
Otros Estados establecen una clara distinción entre el consumo por prescripción médica y el consumo por placer. Alemania, por ejemplo, ha legalizado el cannabis medicinal y ha permitido un cultivo doméstico muy limitado en el sector privado. No obstante, sigue habiendo muchas restricciones al consumo.
En Italia, México, Israel y Sudáfrica también se está trabajando en la despenalización. Luxemburgo también se esfuerza por legalizar la sustancia. Esta diversidad geográfica, por cierto, demuestra muy bien que se trata realmente de un cambio global que probablemente se extenderá mucho más en el futuro.
Legalización del cannabis: pros y contras
Por supuesto, la decisión no es fácil y hay muchos argumentos en juego, tanto de los que están a favor como de los que están en contra. Es comprensible que no se quiera enviar una señal equivocada dejando en manos de todos el manejo responsable de la sustancia adictiva. Porque es precisamente entre los jóvenes donde se observa un aumento del número de consumidores.
Y son ellos quienes están especialmente expuestos a sufrir los riesgos sanitarios del consumo o a desarrollar síntomas concomitantes como psicosis. Pero, a la inversa, la ilegalidad y la criminalidad asociada son graves problemas que también hay que tener en cuenta y que entrañan dificultades añadidas, desde la producción ilegal hasta el contrabando a España.
Se espera que los cambios en la legislación alivien la situación también en este ámbito, sobre todo porque en el futuro muchas transacciones ya no tendrían que realizarse en secreto. Otra ventaja es la posibilidad de proteger mejor a los consumidores al poner a la venta marihuana de alta calidad que no haya sido adulterada con productos químicos ni contenga una concentración peligrosamente alta del ingrediente psicoactivo THC (tetrahidrocannabinol).
Para garantizar esto, las ventas tendrían que concentrarse en determinadas tiendas, como ya se practica con gran éxito con los conocidos coffee shops de los Países Bajos. Por supuesto, las campañas de sensibilización y un intercambio abierto a favor de la protección de los jóvenes y los consumidores son mucho más posibles si el tema pierde su imagen delictiva y se hace más presente en la sociedad. Una legislación tolerante probablemente también contribuiría a ello.
¿Cuáles son las perspectivas para España?
Tras sus fructíferos esfuerzos por el reconocimiento del cannabis medicinal, España ya puede unirse a las filas de los países que van por el buen camino. Después de todo, ya existen clubes de cannabis en los que se permite a la gente consumir dentro de sus propias paredes, aunque sólo con la ayuda de una suscripción de pago.
Sin embargo, debido al número de consumidores superior a la media, casi el 8 % de la población, es probable que la petición de legalización total aumente en un futuro próximo. Además, el Estado también representa intereses económicos.
Si los 820.000 kilogramos de cannabis que se consumen anualmente se vendieran oficialmente, las arcas fiscales podrían llenarse enormemente. Además, el cultivo comercial en el país crearía un gran número de puestos de trabajo, que se necesitan con urgencia.