La marihuana “no es más peligrosa que el alcohol o el tabaco”, dijo recientemente el mismo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante una entrevista a una revista neoyorquina.
Las palabras de Obama, quien fumó marihuana en su juventud, parecieron dar licencia al consumo de marihuana según sus detractores, aunque el mandatario lo calificó como un “vicio y un mal hábito”, y su Administración reafirmó esta semana su oposición a la legalización de esta y otras drogas.
Los partidarios del consumo de cannabis aseguran que la popular droga tiene propiedades curativas, mientras sus detractores replican que perjudica la salud, alienta el uso de drogas más fuertes y contribuye al crimen y otros problemas sociales.
El debate sobre la más común de las drogas prohibidas a nivel federal desde 1937, se enmarca en una discusión nacional e internacional sobre la descriminalización de los estupefacientes que no tiene visos de esfumarse.
Ya hay 21 estados en los que se permite la marihuana medicinal y en algunos, como California, la línea que separa el consumo terapéutico del recreativo es difusa; acá ya se ha iniciado la recolección de firmas para votar en noviembre sobre el uso recreativo de la marihuana.
Florida también votará una iniciativa para el uso médico de la marihuana.
A nivel nacional, solo las ventas de marihuana medicinal superaron los 150 mil millones de dólares en 2013.
Colorado y Washington han ido más allá, y en el primero ya se permite cultivar hasta seis plantas en casa y vender legalmente hasta 28 gramos de marihuana para uso recreativo. En el estado de Washington se permitirá también este año.
Recientemente, el fiscal general, Eric Holder, anunció que no se actuará contra las iniciativas en Colorado y Washington, a pesar de que el cannabis sigue siendo ilegal en el ámbito federal.
En la última encuesta Gallup sobre la legalización de la marihuana, un 58% de los estadounidenses se manifestó a su favor. La primera vez que se preguntó sobre el tema en la misma encuesta, en 1961, solo un 12% apoyaba la idea.
Pero, advirtiendo sobre el peligro de encender un “porro” o “churro”, la Administración Obama se opone a la legalización de la marihuana y otras drogas, aunque a Estados Unidos la lucha antidrogas le cuesta $25,600 millones al año con unos resultados bastante cuestionables.
“Esta prohibición ha sido tan ineficaz y problemática como lo fue la prohibición del alcohol [entre 1920 y 1933]. La marihuana es menos dañina que el alcohol y necesitamos empezar a tratarla así”, dijo a La Opinión Mason Vert, activista del Marihuana Policy Project(MPP), un grupo de Denver ,Colorado.
Contra la legalización
Sin embargo, apoyado por investigadores y profesionales de la salud, el exlegislador demócrata de Rhode Island, Patrick Kennedy, preside el grupo Project SAM (“Smart Approaches to Marijuana”) que busca derrotar medidas para legalizar el consumo recreacional de la marihuana, incluyendo una en New Hampshire, donde solo es legal con fines terapéuticos.
Kennedy, cuyo grupo tiene presencia en 20 estados, cree que legalizar la marihuana solo creará una nueva generación de adictos, como ocurrió con las millonarias industrias del alcohol y los cigarrillos.
Kennedy apoya que los pacientes con cáncer y otras enfermedades graves obtengan analgésicos con el ingrediente activo de la yerba, pero insiste en que debe ser bajo un estricto control médico.
Según el Instituto Nacional para el Abuso de Drogas, el uso excesivo de la marihuana perjudica las funciones cognitivas del cerebro y crea problemas para el corazón y los pulmones. Además es especialmente dañina entre los jóvenes, porque su cerebro solo llega a la madurez hasta los 25 años.