Por Alfredo Valadez Rodríguez.
En Barcelona, España, hay un negocio que acaba de cumplir 10 años de existencia, se llama LA HUERTA DE JUAN VALDEZ… Una tienda especializada en la venta de SEMILLAS DE MARIHUANA, ubicada en la avenida TRAVESÍA DE LAS CORTES Número 48, a un lado del Campo del Barcelona, y abre de lunes a sábado.
LA HUERTA DE JUAN VALDEZ es un negocio legal en España. Tiene alrededor de 10 mil clientes registrados en Europa. Para festejar su décimo aniversario, a través de internet, esa página ofrece a sus clientes todo tipo de productos y herramientas, y hasta promociones.
En su tienda se pueden adquirir todos los productos que se requieren para el cultivo casero de la cannabis: abonos, pequeños invernaderos a los que también les llaman “armarios de cultivo interior”, semillas de marihuana, macetas, lámparas de sodio y bajo consumo eléctrico, y hasta insecticidas para matar las plagas de la marihuana.
Y eso no es todo, LA HUERTA DE JUAN VALDEZ en Barcelona, España, ofrece a sus clientes una promoción de temporada: Todos los envíos de semillas de marihuana, superiores a 50 euros, son GRATIS a TODO EL MUNDO (excepto a los países a donde no envían semillas, como México).
Y como en todo negocio moderno, se aceptan pagos con tarjeta de crédito y transferencias por Western Union. Entre otros muchos sitios de internet para adquirir semillas de marihuana, están las empresas Cannabislandia y Parafernalia.
Este negocio legal es posible, gracias a la Convención única sobre Estupefacientes de la ONU, celebrada en Viena en 1961, la cual excluye expresamente a las semillas de la planta de cannabis, de las sustancias estupefacientes sometidas a fiscalización internacional.
Legislaciones de países como Canadá, México, Australia, Francia, Alemania y algunos países asiáticos, entre otros, prohíben y sancionan la compra, venta, posesión o tenencia de semillas de marihuana.
Pero hay otros ejemplos más escandalosos –para países como el nuestro-, de que el cultivo de la marihuana no es sólo un simple negocio de traspatio, sino un asunto de empresa y hasta de estudios universitarios.
En nuestro admirado (por muchos) y a la vez odiado (ya por muy pocos) vecino país del norte, Estados Unidos de Norteamérica, hace cinco años se inauguró la UNIVERSIDAD DE LA MARIHUANA, en el condado de Oakland, California, muy cerca de San Francisco.
A esta institución educativa se le conoce como Oaksterdam (que es una palabra compuesta de la propia ciudad de Oakland y de Amsterdam, Holanda) y es un centro que enseña todo lo necesario sobre el cultivo y negocio de esa hierba.
De acuerdo a un artículo publicado en el portal de internet GLOBEDIA.COM, la estadounidense UNIVERSIDAD DE LA MARIHUANA se promueve entre sus posibles alumnos, como un lugar donde al egresar “Ganarías entre 50 mil y 100 mil dólares al año”, es decir, hasta un millón 250 mil pesos en un año de trabajo.
Entre sus estudiantes, esa escuela tiene a pacientes de enfermedades crónicas muy dolorosas, como el cáncer, por lo que usan la marihuana con fines medicinales, para soportar el dolor. Pero también ingresan a esa Universidad quienes planean abrir su propio dispensario de marihuana.
En el estado norteamericano de California, desde 1996 se aprobó el uso de la marihuana medicinal, y por eso es posible adquirirla en dispensarios regulares o clubes, los cuales, por cierto, pagan impuestos por la venta de la marihuana.
Además, informó Dale Clare, rectora de la Universidad Oaksterdam, la demanda de ingreso a esa institución educativa ha sido tal, que ya cuenta con tres campus, por llamarles de algún modo: una sede en Los Ángeles, otra en la bahía de San Francisco y una tercera en la ciudad de Michigan.
Orgullosa, la rectora de la UNIVERSIDAD DE LA MARIHUANA, en California, presume que “Nuestro plan de estudios enseña cómo hacer crecer la marihuana, política, historia, cuestiones legales, cívicas y ciencia; además de cómo cocinarla y que métodos alternativos de ingestión hay para la yerba verde.
Las instalaciones de esta universidad están ubicadas en pleno centro de Oakland, y tienen una extensión de unos 30 mil metros cuadrados, esto es, unas tres hectáreas, donde cuenta con varios salones de clases, dos auditorios, un laboratorio –invernadero- y un teatro.
De hecho, apenas el pasado mes de febrero, un profesionista zacatecano radicado en Estados Unidos narró a un grupo de amigos cómo en las playas de California, es común observar a médicos profesionistas deambular, con sus estetoscopios colgados al cuello y un pequeño maletín con recetas en blanco.
Todos los días sin falta, decenas de jóvenes bañistas californianos que acuden a esas playas se acercan con los médicos para que –por unos cuantos dólares-, los revisen, les diagnostiquen un súbito “ataque de ansiedad”, y les expidan una receta médica con la cura para su mal: marihuana.
Una vez diagnosticados, los californianos caminan unos metros, muy cerca de las playas, a surtir sus recetas en los dispensarios de marihuana, completamente legales en ese estado norteamericano.
Mientras tanto, en los últimos 4 años, en México, nuestro gobierno federal nos ha metido en esta dolorosa y sangrienta guerra por el cultivo, producción y venta de drogas y estupefacientes, cuando en otros lugares como España y Estados Unidos (por citar sólo dos ejemplos), mucha gente ya está haciendo negocios muy lucrativos, con plena autorización legal, y pagando sus impuestos.
Nosotros no estamos a favor del consumo de drogas y enervantes, pero creemos que observar los enfoques y soluciones que dan en otros países a un problema grave que hoy tenemos en México, podría ayudarnos a encontrar una solución que se aleje de la violencia que vivimos.
Fuente GrupoZacatecas