En vista de que la costumbre ancestral de consumir productos psicoactivos derivados del cáñamo y la adormidera estaba fuertemente cimentada en las colonias africanas y asiáticas de Europa, Inglaterra se plantea una doble estrategia: introducir paulatinamente el consumo de drogas occidentales y usufructuar mientras tanto los psicofármacos locales.
En esta última empresa logra bastante éxito y aunque la literatura europea de principios del siglo XX describe al charas como “una tonta y cruel droga, cuyo uso está propiamente excluido de la medicina civilizada” (25), en 1909 la India británica importa a otros territorios (Nepal y Afganistán sobre todo) hachís o marihuana en cantidades que exceden el valor combinado de todas las demás exportaciones relacionadas con la medicina o el esparcimiento durante la época.
El plan de substitución de psicoactivos no corre con la misma suerte. De hecho resulta contraproducente, pues a partir de 1925, para Inglaterra el hachís se había convertido en símbolo de una actitud subversiva que comenzaba a cobrar fuerza en todo Egipto. “Los egipcios enarbolaban su droga contra el whisky y la ginebra, contra el tabaco y los cigarrillos… contra todo lo que representara a la potencia colonial.” (16) Amplios sectores de Argelia, Túnez y Libia -en aquel entonces colonias francesas- utilizan también diversos preparados hechos a base de cáñamo, por lo que a solicitud de Inglaterra, Francia, Bélgica y España durante la Convención de Ginebra en 1925, el cáñamo se incorpora a la lista de sustancias controladas.
Aunque el gobierno de los estados Unidos firma y ratifica el convenio, no dicta ninguna ley interna que ordene su cumplimiento sino 12 años después, hasta que los elementos extrafarmacológicos necesarios para realizarlo se reúnen.
Fuente LaInformacionGratis