El primero de este mes tuvo lugar un debate entre los tres candidatos a fiscal del distrito de Manhattan y dos de ellos, Cy Vance Jr. y Richard Aborn, admitieron que, además de marihuana, habían probado cocaína en su juventud (www.nydailynews.com, 2-9-09). Se ha convertido en un lugar común que parlamentarios y funcionarios estadounidenses confiesen que probaron marihuana alguna vez, pero algunos todavía vacilan en hablar de drogas más pesadas y pareciera que esto no hace mayor efecto en sus electores. Han pasado más de dos décadas desde que el juez Douglas Ginsburg, propuesto por Ronald Reagan para ocupar un sillón en la Corte Suprema, tuvo que retirar su candidatura porque una periodista reveló que había fumado marihuana en los ’60 y los ’70 “en algunas ocasiones”.
Tom Newman, director de comunicaciones de Drug Policy Alliance, institución que brega por “políticas nuevas en materia de drogas, basadas en la ciencia, la compasión, la salud y los derechos humanos”, denuncia un acto de hipocresía particular. El alcalde de Nueva York y opulento millonario, Michael Bloomberg, no sólo se dedica a borrar estupendas pinturas espontáneas de las paredes de la ciudad con camiones tanques que las rocían con un disolvente especial: declaró alguna vez que había fumado marihuana y aun que la había gozado, pero en el 2008 eran 40.000 los neoyorquinos presos por posesión de pequeñas cantidades del cannabis. (www.alternet.org, 7-9-09). Hay, desde luego, hipocresías más inusitadas todavía.
Fuente Pagina12