Un estudio británico recientemente publicado ha concluido que el consumo de comida basura es más nocivo que el consumo de cannabis. Este estudio, realizado por científicos, policía, académicos y expertos de distintas ramas, apuntan a diferentes fórmulas para tratar el espinoso tema de la legalización de la marihuana. Si en algunos países es legal comprar semillas de marihuana por internet y cultivarlas para consumo propio, en otros las leyes son estrictas y duras, y la reconsideración de su rigidez siempre levanta ampollas. Lo que este estudio sugiere (entre otras muchas cosas) es la necesidad de reconsiderar el cannabis como una droga blanda cuya posesión no debe ser sancionable con penas severas, pudiendo sustituirse por sanciones civiles (como cursos de sensibilización). Además de minimizar el impacto físico que el cannabis -consumido con moderación- puede causar en el organismo, y en la línea en la que ya se pronunció el presidente de Uruguay, el estudio también afirma que la autogestión de la droga (es decir su autocultivo para consumo propio) haría daño a las organizaciones criminales que subsisten gracias a la ilegalidad de esta sustancia.
Una vez más, en lo que ya parece una sana epidemia, el tema de la legalización de la marihuana está sobre el tapete poniendo fácil una reflexión colectiva. La comparación con la comida basura es sabrosa: ¿sabiendo el mal que nos hace la comida basura, renunciamos a darnos, de vez en cuando, un capricho? ¿Y si es así, si nunca consumimos fast food, el hecho de que la oferta exista nos crea algún conflicto moral? ¿Devolver la gestión de esta sustancia a sus consumidores dejaría sin margen de maniobra a los que se lucran descaradamente y de manera ilegal de este mercado? ¿Entraría en el mismo saco el cannabis para uso medicinal, o lo que es lo mismo, nos extraña que sea legal la venta de vaporizadores para consumirlo? Preguntas que todos los países deberán hacerse tarde o temprano, y que quizás tengan más de una respuesta.
Fuente El Anecdotario de Alfred