PEQUEÑA GRAN INTRODUCCIÓN AL MUNDO DEL INTERIOR

P0C0 L0C0

Semilla
4 Abril 2020
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hola amigo, tengo algunas dudas si alguien pueda ayudarme
pero veo que esta publicacion tiene mas de 10 años!!!!
alguien vivo por aqui? jajaja
 

Ernesto Rivas

Semilla
3 Abril 2020
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Con este tipo de guías uno se da cuenta que hay cosas tan sencillas que uno deja pasar por alto que puede perjudicar mucho la cosecha, muchas gracias :D
 

paco1975

Semilla
13 Mayo 2014
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tengo cinco plantas 3 autoflorecientes y dos normales y las estoy dando 18 horas de luz y 6 apagado, las autoflorecientes les irá bien para florecer las 18 horas de luz
 

trayci

Cotiledon
13 Julio 2012
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Lima Peru.
Bueno, pues he escrito todo este tocho, que no lo he podido copiar y pegar, que si no lo hubiese hecho. :D :D Está sacado en su totalidad de la GUÍA DE LOS COMANDOS AGRÍCOLAS PARA LA LIBERACIÓN DE LA MARÍA (CALMA)(bueno, las imágenes las busqué en la red). Tan sólo espero que a alguien le sea útil. Los más interesados lo leerán. Los menos, seguirán abriendo post con preguntas tipo: por qué abono y abono y la planta no crece?

Esta guía incluye:
-Nociones sobre el cultivo interior.
-El lugar y lo necesario para el cultivo.
-En los primeros pasos... cuidado, no tropezar.
-La siembra y la cría para cosechar.
-Instrumentos de cultivo avanzado.
-Plantar dentro y crecer fuera.

Y ahora mi recomendación, es que te hagas un porrillo y te deleites con la lectura.

Un saludo.


NOCIONES SOBRE EL CULTIVO INTERIOR

Toda planta crece a partir de cuatro factores elementales, que son luz, agua, nutrientes y aire. Antes de que se inventara el cultivo en invernadero, y luego en interiores, estos elementos dependían enteramente del clima y la tierra, complementados por el cultivador con alguna especie de abono; en el caso más elemental, los restos secos de la cosecha previa se queman, para usar esa ceniza como fertilizante (ya que contiene calcio y potasio). Pero veamos los factores uno por uno, ya que ese repaso permite describir las pautas y el instrumental en juego.

Primero, se hizo la Luz: La luz es imprescindible para producir clorofila e hidratos de carbono; sin ellas, el follaje se vuelve amarillo y la planta muere. No obstante, el mundo verde sólo usa parte del espectro luminoso, y sobre todo las longitudes de onda que vemos como azul y rojo.
La agricultura estuvo muy limitada hasta descubrirse lámparas casi comparables a la luz solar en intensidad y con el debido espectro de color, pues sólo entonces pudo comprobarse que las plantas agradecen su fotoperíodo (este es, una proporción diaria de luz y oscuridad) muy superior al proporcionado por el sol en estaciones distintas del verano; concretamente, sabemos hoy que su tasa máxima de crecimiento acontece cuando recibe 18 horas al día de luz (dos más que el 22 de junio en nuestra latitud), y sabemos también que el florecimiento es óptimo cuando en esa etapa de su vida recibe 12 horas.
Por supuesto, si la fuente lumínica es artificial, no hay nubes, niebla, tormentas o accidentes del terreno que atenúen su recepción durante la jornada; todo el problema de sustituir o complementar (si se trata de un invernadero) idóneamente al sol se zanja situando el foco lumínico a una distancia conveniente de la planta.
Si está demasiado lejos, se estirarán como delgados filamentos en vez de crecer homogéneamente, y si está demasiado cerca quemará las partes más próximas, traumatizando a la planta. Dependiendo de los vatios de cada bombilla, la distancia idónea para las lámparas más potentes estará entre los 30 y 60 centímetros.
Naturalmente, cuando la fuente de luz es fija y única, como una bombilla en el techo, las plantas desarrollarán mucho más sus partes superiores, y mucho menos el resto; eso sucede ya a cielo abierto, aunque en medida bastante menor. De ahí que una buena instalación suponga también focos horizontales (o uno móvil) de menor intensidad, para alimentar a las partes medias e inferiores. Para el cultivador interior los verdaderos límites están en el calor y, finalmente, en el espacio disponible, porque las plantas se deleitan absorbiendo tantos lúmenes como queramos, pero las bombillas no deben rebasar ninguna de sus partes, y la temperatura del cuarto no debe rebasar ciertos niveles.

Segundo, El Agua: El flujo de agua, es tan esencial para una vida vegetal como la luz. Los capilares de la raíz absorben agua, nutrientes y oxígeno del suelo, transportándolos desde el tronco hasta las hojas. Parte del agua se emplea para la fotosíntesis, mientras otra parte devuelve a la raíz azúcares y almidones producidos por la planta. En agricultura tradicional, uno de los problemas, especialmente en el caso de plantas pequeñas, es demasiado riego, que pudre la raíz y corta el suministro de oxígeno hacia los tallos.
Sus síntomas son Hojas rizadas y amarillentas, suelo empantanado, hongos y desarrollo lento. Pero la hidroponía avanzada, hecha sobre medios no terrosos, suprime esa molesta posibilidad; cualquier exceso de agua va siendo drenado, al resbalar sobre materiales como lana de coco o arcilla expandida, según veremos. El problema contrario, la falta de riego suficiente, es una plaga milenaria para todo tipo de campesinos, que se agrava en función de algunos suelos, incapaces de retener la humedad.

Tercero, Los Nutrientes: Se conocen hoy 16 nutrientes necesarios para la vida vegetal, que suelen clasificarse en tres categorías: macronutrientes, micronutrientes y oligoelementos.
Macronutrientes:
- Nitrógeno (N): es esencial para el crecimiento vegetativo de la planta y la formación de tejidos nuevos, pues regula la producción de proteínas y es primario en el crecimiento de hojas y tallos, por lo que las carencias rápidamente se manifiestan. Este mineral es el que acostumbra a faltar más en la tierra, pues sus sales son volátiles.
- Fósforo (P): se utiliza en la formación de flores y raíces, y en la transferencia de energía solar a compuestos químicos. Es necesario, principalmente, en las primeras etapas de crecimiento y en la floración.
- Potasio (K): es esencial para que la planta pueda extraer el agua del suelo y asimilarla mediante un proceso de osmosis. Sin este ion, la planta no podrá absorber los demás nutrientes del suelo. También esencial para la producción de azúcares y almidones, así como para la división celular.
Micronutrientes:
- Magnesio (Mg): es un elemento imprescindible para las plantas, los seres humanos y los animales. Para las plantas, es un ladrillo con el que fabricar clorofila, el pigmento de las células de las hojas que les da su color verde y, en consecuencia, es esencial en la transferencia de energía en la planta.
- Hierro (Fe): vital para la vida animal y vegetal. Cumple importantes funciones en el metabolismo de la planta y resulta esencial para la síntesis de clorofila.
- Azufre (s): necesario para fabricar muchas proteínas, hormonas y vitaminas, tales como la vitamina B1. Aparece en importantes tejidos de la planta, en las semillas y en el líquido celular.
Oligoelementos:
- Calcio (Ca): Regula el crecimiento y forma parte de las paredes celulares; los suelos calcáreos suelen producir deficiencias de hierro en las especies no adaptadas.
- Cloro (Cl): Relacionado con la transpiración vegetal y la reducción de agentes oxidantes perjudiciales; en la naturaleza no sa han encontrado deficiencias de este mineral.
- Zinc (Zn): Intervien en la síntesis de auxinas; también está relacionado con el correcto funcionamiento de varias enzimas.
- Molibdeno (Mo): su actividad está relacionada con la asimilación de nitrógeno atmosférico y la reducción de los nitratos a nitritos aprovechables.
- Manganeso (Mn): Relacionado con la respiración celular y la fotosíntesis.
- Cobre (Cu): necesario para la síntesis correcta de las proteínas, forma parte de diversos compuestos enzimáticos.
- Boro (Bo): Relacionado con el transporte de azúcares a través de la planta, también se ha especulado sobre una posible relación con la fabricación de RNA y ácido giberélico.

Distinta absorción de nutrientes a distintos pH.

Cuarto, El Aire: El aire respirable para animales en general, incluyendo a nuestra especie, es un regalo del mundo botánico. A través de sus estomas (poros microscópicos de las hojas), las plantas absorben anhídrido carbónico y oxígeno, pero devuelven mucho más de lo segundo (salvo durante la noche), cosa que hace la atmósfera respirable para el animal. Como el animal hace lo contrario, exhalando ante todo anhídrido carbónico, la atmósfera es respirable para las plantas.
Esta estrecha complementariedad sugiere de inmediato un inconveniente grave para cualquier jardinería de interior. Las plantas necesitan aire fresco, que salvo en zonas altamente castigadas por la polución, resulta mucho más abundante a cielo abierto. Por otra parte, a cielo abierto pueden producirse tosa suerte de meteoros destructivos ( granizo, heladas lluvia excesiva o demasiado fría), entre los cuales destaca el viento, capaz de secar, aterir y hasta quemar las plantas.


EL LUGAR Y LO NECESARIO PARA UN CULTIVO INTERIOR

Lo primero que necesitamos para instalar nuestro cultivo es un lugar adecuado; es interesante que sea una habitación interior, de fácil limpieza y lo suficientemente discreta para que pase desapercibida si viene alguna visita inesperada; trataremos de evitar los garajes por ser muchas veces lugares sucios y polvorientos, aunque si no hay otro remedio podemos fabricar o comprar un armario para que las plantas no estén en contacto con su malsano ambiente; asimismo es poco conveniente instalar nuestro cultivo en buhardillas o cuartos trasteros, pues estos suelen estar situados e el exterior de las casas y están muy expuestos a las inclemencias del clima; es decir, suelen ser demasiado fríos en invierno y demasiado calurosos en verano.
Evita también Habitaciones con grietas, suelos con cemento, o con muchos recovecos, que dificulten su limpieza o puedan permitir la entrada de insectos.
Es importante el contar con una toma de agua cercana, así como un desagüe; no es tan imprescindible pero nos facilitará las cosas a la hora de la extracción.
En mi modesta opinión, el cuarto ideal es un aseo, despensa o cuarto de planchar que esté en desuso en el interior de la casa, eso sí, suelen ser pequeños, así que si estás pensando en hacer un macrocultivo, olvídalos y ve directamente a por uno de los dormitorios.
Una vez seleccionado el lugar, comenzaremos por limpiarlo a fondo, y tapar cualquier grieta o resquicio donde pudiera acumularse suciedad, entrar luz o servir de refugio para las plagas. Ahora empecemos a hablar de los materiales y su instalación:

Materiales necesarios
Al iniciar una plantación desde cero, se ha de contar con un mínimo de materiales básicos, así como con un ambiente adecuado y un buen espacio, que puede ser un armario o similar, aunque en estos casos la producción que obtengamos será escasa.
Aquí os pongo una lista de materiales; los imprescindibles están señalados como tal; los secundarios o de los que podríamos prescindir en un primer momento están colocados en su apartado correspondiente; un buen cultivo los necesita todos, pero por cuestiones de economía, a veces toca prescindir de alguno.

LUZ ARTIFICIAL (Imprescindible): Uno de los pilares básicos es la luz. Si es de fluorescente, Grolux o similares, sólo será realmente efectiva para enraizar esquejes (durante 24 horas de luz continua). Para las plantas nacidas de una semilla, esta luz no será suficiente en la madurez de su crecimiento; se deberá usar la que más se asemeje a un pequeño sol; sería cualquier equipo de sodio o vapor de mercurio, de 400 o 600 vatios; pero esto en un pequeño espacio generaría mucho calor. Cada uno de estos focos necesita un espacio de 2 x 2 metros más o menos.
Sin duda, la luz es la principal necesidad de todas las plantas y la mayoría de las veces no se le da la importancia que se debe, sobre todo cuando nos referimos al cultivo de interior o con luces artificiales. En principio cualquier luz eléctrica sirve para que una planta pueda "vivir". Fijaos que digo "vivir"; de ahí a que esa planta se desarrolle y madure como lo haría bajo la luz del sol, va un mundo. Se han realizado estudios que demuestran que la planta del cannabis se desarrolla de manera óptima (durante el período de floración sobre todo) a partir de los 40.000 lúmenes por metro cuadrado. Actualmente hay toda una gama de lámparas que pueden dar buenos resultados, según sean nuestras necesidades; bien sean de espacio o de coste y producción, optimizando así el medio en el que vamos a trabajar.
Fluorescentes: Las primeras lámparas útiles en agricultura fueron las de flúor, cuyo espectro es casi idéntico al solar, aunque les falte brillo para elevar sustancialmente el desarrollo de plantas hechas a mucho sol. Para jardinería de interior suelen usarse fluorescentes de rendimiento muy alto o VHO ( very high output), que si bien consumen el triple de electricidad rinden el doble de luz y resultan muy útiles para lograr que arraiguen esquejes, ya que el proceso de clonación está más expuesto al riesgo de abrasamiento por luz excesiva.
En los inicios del cultivo interior alcanzaron gran popularidad los tubos fluorescentes, pues, comparados con las bombillas incandescentes o de tungsteno utilizadas hasta entonces, producían más luz tanto en gama del espectro azul, como en la gama de rojos, incrementando así el proceso de fotosíntesis de las plantas. Actualmente los fluorescentes son muy usados en preparar semilleros ( para germinar semilla), para enraizar esquejes ( hacer clones) y también en las primeras etapas del crecimiento vegetativo. Hoy en día, existen en el mercado una gama bastante amplia de tubos fluorescentes cuyo espectro, tanto en azules como en rojos, es ideal para nuestros propósitos; por ejemplo: Grolux (Sylvania), un clásico; trifosforados (Sylvania, Biolux, Osram), pueden llegar a producir el doble de intensidad lumínica con el mismo consumo, y toda una variedad de tubos pensados para plantas de acuarios, que nos pueden ser muy útiles. Hay que tener en cuenta que, si queremos cultivar únicamente con fluorescentes, necesitaremos mínimo de 150-200 vatios por metro cuadrado para empezar a optimizar nuestro cultivo de interior.
Vapor de Mercurio: Los tubos fluorescentes fueron un sinónimo de éxito en lo referente al cultivo con luz artificial. Pero esto fue así hasta que se empezaron a imponer las lámparas de vapor de mercurio, pues su potencia y su alta gama de espectro azul y también rojos, pero sobre todo de azules, favorecen, principalmente en el período de crecimiento, unas condiciones más adecuadas para el cultivo acelerado, ya que los cultivos realizados con fluorescentes eran más lentos. La utilización de estas lámparas de vapor de mercurio revolucionó es su momento el cultivo interior, en cuanto a calidad, cantidad y tiempo empleado sobre todo en hacer crecer y también florecer las plantas, bien fuese en invernaderos, garajes o pequeños garjes con un éxito notable.
Pero hoy en día, como diría nuestro amigo Jorge Cervantes: "Las luces de vapor de mercurio, serían el abuelo de las lámparas HID (high intensity discharge)". Aún siendo más efectivas que las luces incandescentes, de tungsteno, halógenas y que los fluorescentes, la lámpara de vapor de mercurio es hoy por hoy la menos efectiva de las luces de la familia HID.
Halogenuros metálicos (MH) o Alta Presión Sodio (HPS): En cuanto a los halogenuros metálicos (MH), existe un tira y afloja entre los cultivadores (sobre todo en Estados Unidos) sobre si es mejor utilizar estas lámparas o utilizar lámparas de sodio (HPS), tipo agro/Grolux, durante el período de crecimiento.
Hagamos una pequeña comparación: los halogenuros metálicos de baja y alta potencia, pero sobre todo los de alta (a partir de 400 vatios), dan un mejor rendimiento en el ciclo vegetativo que las de vapor de mercurio. Un halogenuro metálico de 400 vatios, puede llegar a dar hasta 100 LPW (lúmenes por vatio); además de una mejor gama de espectro en azules y rojos. La diferencia es grande.
Esta gama de lámparas fue en su día junto a las de sodio, la sucesora del vapor de mercurio. Si contrastamos las luces de mercurio con los Halogenuros metálicos y sobre todo con las de sodio (HPS) actuales, tanto en efectividad, consumo y producción total de luz total no hay comparación. El vapor de mercurio da menos luz y algo más de calor. Resumiendo: las lámparas de mercurio son las que, técnicamente hablando, menos LPW (lúmenes por vatio) producen. Por ejemplo: una lámpara de 400 vatios de vapor de mercurio da unos escasos 60 LPW, mientras que un halogenuro metálico de 400 vatios puede dar, como ya hemos dicho, hasta 100 LPW, y algunos modelos de lámparas de sodio de 400 vatios llegan a dar hasta 125 LPW. Si hacemos cuentas, económicamente hablando, es más rentable y productivo utilizar lámparas de sodio (HPS); la emisión de lúmenes es mayor y el coste es más bajo, y la mayor durabilidad y versatilidad de las lámparas de sodio (HPS) que existen en el mercado actual nos hacen parar a pensar si utilizamos Halogenuros metálicos junto con sdio, o únicamente sodio para todo el ciclo vital de nuestras plantas.
Además hay que tener en cuenta que los equipos de sodio (HPS) son válidos tanto para la fase de crecimiento como para la fase de floración, y por lo tanto no es necesario (en el caso de la lámpara de 400 vatios), cambiar de sistema o lámpara, ya que el balastro o sistema de arranque de vapor de mercurio y de los halogenuros metálicos no es compatible con el balastro de sodio, excepto en algunos casos de equipos ambivalentes; pero estos equipos son muy costosos. Esta polivalencia de las luces de sodio ha significado, de cara al pequeño cultivador, ponerse en poco tiempo en un nivel de producción autosuficiente y una efectividad que no para de progresar.
Dentro de la gama de lámparas de sodio (HPS) las hay de 150, 250, 400, 600 y 1.000 vatios. Hablemos de ellas. Las primeras, las de 150 y 250 vatios, son utilizadas bien para pequeñas o reducidas áreas de cultivo, bien para la zona de crecimiento vegetativo, sea de clones o madres o de ambos a la vez. Algunos cultivadores expertos utilizan estas lámparas en las primeras fases del período vegetativo, para luego finalizar el crecimiento y pasar posteriormente a la floración con luces más potentes de 400, 600 e incluso 1.000 vatios. Continuemos; las lámparas de sodio de 400 vatios hoy por hoy son las más utilizadas, por su capacidad digamos todoterreno, es la potencia a partir de la cual entramos en el terreno verdaderamente eficaz y completo. Con esta lámpara obtendremos la iluminación suficiente para un metro cuadrado de zona de cultivo, cubriendo necesidades, tanto de luz como de distribución de espectro, de manera óptima y eficaz. Si mantenemos las distancias aconsejadas, y dependiendo, eso sí, del método o pantalla de reflexión que escojamos; "el objeto habrá sido seleccionado", es decir, podemos llegar a conseguir más de un gramo por cogollo seco por vatio consumido de luz, en este caso sería: 400 vatios = 400 gramos (en los cultivos iniciales es normal obtener 0,25 gramos por vatio consumido. No hay que preocuparse, el aprendizaje es progresivo, dependiendo además de la variedad elegida).
La variedad de lámparas de 400 vatios (HPS) es amplia; todas son más o menos parecidas, casi todas tienen más o menos las mismas cualidades, lúmenes, espectro, etc. Sólo varía la durabilidad; pero hay un par de modelos que vale la pena destacar, que son la lámpara de 400 vatios (HPS) Son T-Agro de Philips y la T Grolux de Sylvania. Estas lámparas emiten, entre un 20% y un 30% más de espectro azul que las lámparas de 400 vatios de modelos estándar. También, producen entre un 5% y un 6% más de luz total, lo que las convierte en ideales para cultivadores aventajados, pues ese porcentaje de más de gama de espectro en azules es óptimo para el período de crecimiento de las plantas, a la vez dan más rendimiento que las bombillas estándar. Estas lámparas son usadas de varias formas: como lámpara de crecimiento (ciclo de 18 horas) y a la vez en floración (ciclo de 12 horas) sin necesidad de cambiarla en el momento de cambiar el período de floración; y también como lámpara de crecimiento (18 horas), cambiando durante el período de floración (12 horas) por una de 400 vatios del tipo T-Plus de Philips o una TS de Sylvania, ya que esta últimas, al no tener ese tanto por ciento más de espectro de luz azul, su emisión es más anaranjada y favorece el proceso de floración y maduración de las plantas.
Continuaremos con las lámparas de 600 y 1.000 vatios (HPS). Estamos hablando de los pesos pesados de la familia HID. Las de 600 vatios ofrecen un rendimiento óptimo, ya que pueden darnos desde los 81.000 lúmenes y 135 LPW de la Osram/planta 600w, pasando por los 85.000 lúmenes y 142 LPW de la Sylvanis SHP-TS 600w y de la Philips Son T-Plus 600w; esto las convierte en unas lámparas de alto rendimiento. Así pues, cultivando con estas potencias podemos llegar a obtener muy buenas producciones tanto en cantidad, como en tiempo final empleado. Sólo hay que tener en cuenta un par de cosas: los equipos y componentes, al igual que las lámparas, son bastante más caros y dependiendo de la zona, suele ser más problemático que si usamos equipos de menor potencia en lo que se refiere al calor, a la temperatura que emiten las lámparas, pues tiende a ser elevada, y en invierno, aún, pero cuando lleguen los meses de mayo y junio... Y no digamos ya en plena canícula. La cosa se puede complicar bastante si no tenemos muy en cuenta el tema de la extracción/ventilación del aire.
Y finalizaremos con las lámparas de 1.000 vatios (HPS). Estas potencias muy utilizadas sobre todo en Estados Unidos y Canadá, pues allí la electricidad es bastante más barata que aquí, lo cual es importante a la hora de utilizar estas lámparas. No suelen ser muy comunes aquí. Como dato, los 145 LPW que puedes alcanzar.

Varios modelos de lámparas Agrolite válidas para el cultivo.

Semillas y Macetas (imprescindibles): Lo mejor si eres novato, es pedirle a algún colega que te pase unos esquejes; eso sí, recuerda ser agradecido cuando tengas tu cosecha, que a más de uno el humo del porro le hace olvidar sus amistades. Si no tienes colegas que te los den, lo mejor es comprar unas semillas baratas preferiblemente índicas, ya que por lo general se manifiestan más resistentes (seguro que alguna chapuza les haces :D ) y más productivas y rápidas, cosa que en la primera cosecha se agradece bastante.
Las macetas interesa que sean cuadradas para aprovechar el espacio al máximo, aunque esto es mejor hacerlo si vamos a usar esquejes con la técnica de Sea of Green,. Si vamos a usar semillas, podemos usar las de los chino, aunque puede que no nos sirvan en el futuro, así que vosotros mismos.

Termómetro (prescindible): Un termómetro es útil para verificar si la temperatura es la adecuada. Úsalo si dudas de que lo sea. Lo mejor son sobre los 24 grados.

Intractores/ Extractores de Aire (imprescindibles): En función de las temperaturas que pueda alcanzar tu cuarto de cultivo, necesitarás uno más o menos potente. Los volúmenes movidos por los ventiladores usados van de 80m3 hasta 500m3. Lo normal de 160m3 a 250m3 (por hora, creo).
Un intractor es un extractor colocado al revés para que introduzca aire fresco en la habitación; si tu extractor es bastante potente, puedes olvidarte de él por el momento, y simplemente hacer un agujero de entrada; debe estar situado en el lado opuesto al extractos, es decir, si éste está en la esquina superior derecha, el intractor debe estar en la inferior derecha. Se debe colocar un filtro en el ventilador de entrada si lo usamos, para evitar que entren insectos nocivos o porquería de la calle. En los ventiladores de salida es interesante colocar un filtro de carbón para neutralizar el olor que puede atraer la atención de los vecinos (pregunta en tu Grow Shop).

Substrato (imprescindible): Mi recomendación es que comiences con una mezcla de tierra preparada, así te comerás poco el tarro, aunque lo mejor sería prepararla en casa con varios componentes; en el mercado hay muchas lo bastante buenas como para sacar unas cosechas interesantes.
La función primaria de un sustrato ya sea de tipo orgánico o inorgánico, es proporcionar fijación a la planta y un buen ambiente para el crecimiento y desarrollo de las raíces. Se debe suministrar equilibradamente oxígeno, agua y nutrientes a este sistema complejo y dinámico. Las raíces no pueden absorber agua y nutrientes sin oxígeno. Durante el proceso de respiración de las raíces existe un suministro constante de dióxido de carbono (CO2) al sustrato. Se debe permitir escapar a este dióxido de carbono a la atmósfera para que sea sustituido por oxígeno. El CO2, por tanto, es inversamente proporcional al oxígeno y es difícil predecir si el substrato tiene deficiencia de oxígeno o excesos tóxicos de CO2 cuando las plantas no ofrecen un desarrollo adecuado. En general, la mayoría de las plantas requieren de oxígeno en el medio de enraizamiento para su desarrollo normal, cuando por alguna circunstancia los niveles de dicho elemento en el suelo son deprimidos, la actividad respiratoria y metabólica de las plantas se inhiben afectando todos los procesos vitales que determinan su desarrollo de crecimiento.
El establecimiento de estrés oxidativo en el cannabis, se ocasiona por los continuos cambios ambientales que soportan las plantas, sobre todo por las sequías prolongadas ya sean naturales o inducidas, y pueden llevar a la pérdida de funciones metabólicas, llegando incluso a la destrucción del tejido, a la vez que puede ocasionar la muerte de la planta. El cannabis responde ante esto con un crecimiento en la resina para evitar la desecación y con otros mecanismos de defensa fabricando antioxidantes no enzimáticos como las vitaminas (A, E y C) y enzimáticos (catalasa, peroxidasas, etc.).
La utilización de oxígeno en el suelo por parte de las plantas está controlada principalmente por factores físicos. Entre ellos cabe mencionar la cantidad de oxígeno aprovechable y la temperatura. La respiración de las raíces aumenta en gran magnitud a medida que se incrementa la temperatura. Simultáneamente, el coeficiente de solubilidad del oxígeno en el agua decrece, afectando a la actividad respiratoria. Las deficiencias de oxígeno en el cannabis da lugar a modificaciones morfológicas en la estructura de la planta.
Un substrato debe tener unas características básicas para el intercambio de oxígeno y retener suficiente cantidad de agua para que la planta asimile los nutrientes y respire a través de las raíces. Cuando el substrato es demasiado compacto o tiene sustancias o materiales que facilitan el encharcamiento y no drenan fluidamente, provocamos el pudrimiento de las mismas. El cannabis tiene un sistema radical muy perezoso y le cuesta abrirse paso ante materiales duros y compactos, por lo que habrá que deshacer los grumos y facilitar la libre circulación de las raíces por medio de materiales sueltos, fibrosos sin compactar. Muchos de estos grumos que no han sido bien desmenuzados en la preparación de los substratos, contienen gran concentración de nutrientes y puedes llegar a quemar las raíces adventicias más delicadas. Los distintos tipos de tierra se han de combinar con otros tipos de materiales orgánicos, como el humus y turbas de buena calidad; no obstante, su utilización para mejorar la calidad de los substratos, ha sido sustituida por otros materiales orgánicos e inorgánicos como la fibra de coco, perlita, vermiculita, lana de roca, otros materiales sintéticos (styromull, hygromull, etc) o incluso arena, con objeto de conseguir un máximo grado de esponjosidad, permeabilidad y retención de agua.
Estos substratos se pueden combinar también con fertilizantes biológicos o químicos para compensar las carencias o las necesidades específicas de nutrientes en el cultivo, siempre en cantidades perfectamente equilibradas.
Las turbas auténticas (generalmente rubias) para el cultivo de cannabis tienen un ph muy ácido (3-4) pero se compensan fácilmente con compost y otros materiales para adaptarse a las necesidades de la planta.

Fertilizantes (imprescindibles): Nuestras nenas comen como limas, y con el alimento del substrato no tienen ni para empezar, por lo que al cabo de un cierto tiempo debemos darles un aporte suplementario de nutrientes mediante el riego; conviene usar algunos que sean completos y equilibrados, y diferenciados para crecimiento y floración, aunque los hay de un solo paso muy buenos.

Insecticidas/ plaguicidas (depende): En principio no los necesitarás, y cuanto mejor sea la higiene, la ventilación y extracción de tu cultivo, menores son las probabilidades de que te hagan falta, pero no dejes de observar tus nenas, y al menor síntoma de plaga lleva una hoja a tu Grow Shop.

Plástico Reflectante (prescindible): Es interesante para aprovechar al máximo la luz, refractando la que se pierde por los laterales de nuevo sobre el cultivo; el mejor es el mylar, que parece un espejo y refleja la luz hasta un 98%. Sus pegas son que también refleja muy bien el calor y que es bastante caro, pero si eres de los que quieren lo mejor, usa éste.
En último término, pintura blanca en las paredes, y si te queda algo sin cubrir, hazte una especie de biombo con una caja de cartón grande. Si vas muy apurado de pasta, puedes prescindir del plástico; sacarás menos hierba pero sacarás de todos modos.

Ventilador (prescindible): Conviene tener uno colocado junto al intractor o la entrada de aire. El aire en los cultivos de interior tiende a hacer el mismo recorrido desde la entrada a la salida, no necesariamente pasando por tus plantas, por lo que conviene tener un ventilador para que lo distribuya; si no te alcanza la pasta, ya te lo comprarás con lo que te ahorres en pillar por ahí después de la primera cosecha.

EN LOS PRIMEROS PASOS... CUIDADO NO TROPEZAR

Bueno, habiendo dejado claro los materiales que necesitamos, vamos a pasar a los errores más frecuentes entre los novatos; recordad que se aprende más de los errores que de los aciertos, así que si la cagáis, aprovechad la experiencia para aprender y no repetirla jamás.
La mayoría de los novatos cuidan las plantas en exceso, ocasionándoles graves perjuicios por tratarlas con demasiado cariño; estos son los pecados capitales del principiante:
El primero de estos excesos es el exceso de riego. Pese a que en muchos sitios hayáis leído que la cannabis requiere abundante agua, en interior no necesita tanta.
Sus necesidades dependen de la temperatura, ventilación, tamaño de la planta y de la maceta; cuando las plantas son jóvenes es cierto que conviene pasarse a quedarse corto, pero desde el momento en que contamos con plantas de un palmo o dos, podemos regarlas y dejarlas sin agua hasta que bajen las hojas (síntoma de falta de riego); si por ejemplo tardaron cuatro días en bajarlas, ya sabes que debes regar cada tres, es decir, dejar que la tierra se seque al máximo sin permitir que la planta pase sed.
Otro exceso es la sobrefertilización; muchos fabricantes recomiendan dosis bajas para asegurarse de que jamás tengas problemas de sobrefertilización con sus recomendaciones, si bien es cierto que a veces estas dosis se pueden aumentar; no lo hagas si eres novato; es mucho mejor que a tus plantas les falte alimento a que les sobre. Asesórate bien y realiza tus experimentos con cuidado, y a partir de la segunda o tercera cosecha.
La hipocondría, pecado fundamental del principiante; si ves una mancha en una hoja, no supongas ya que a tu planta le falta zinc; si amarillea una hoja, no corras a darle una doble dosis de nitrógeno; espera a que los síntomas estén más definidos antes de actuar; recuerda que si has seguido todos los pasos explicados hasta ahora, el mayor problema que tus plantas pueden tener probablemente eres tú, así que la no-actuación va a ser tu mejor arma.

LA SIEMBRA Y LA CRÍA PARA COSECHAR

La germinación de una semilla, cosa que ya todo el mundo debe saber, es su nacimiento, o mejor dicho, la provocación de su eclosión, valga la palabra, que cuando termina cuando los primeros colitedones afloran sobre la tierra. Si el cultivo lo realizamos en interior, no tiene demasiada importancia la época dela año en la que germinemos.
Es posible reconocer semillas válidas (con vida ) entre otras estériles simplemente apretándolas entre en dedo índice u pulgar, con una ligera presión (sin utilizar las uñas). Si están muy verdes, vacías o podridas, se romperán bajo la presión; las que resistan, a menos que sean muy viejas, germinarán.

Cuantos más tipos diferentes de semillas podamos reunir para una tanda de germinación, más disfrutaremos, puesto que al final aburre consumir una sola variedad de hierba. Si disponemos de muchas clases de semillas, conviene que la bandeja que usemos como semillero tenga apartados que podamos etiquetar; las hueveras de plástico funcionan de maravilla, pues crean a la vez una temperatura constante si la mantenemos cerrada.
El material que usemos para retener el agua, que es de lo que se trata, puede ser muy variado:algodón, celulosa, papel de water, o cualquier otro material que sea absorbente y se deshaga fácilmente una vez húmedo. Algunas veces, el algodón es demasiado consistente a la hora de sacar la raíz que se enreda en su interior, con lo que puede romper.
En las explicaciones que siguen, se usará algún tipo de papel higiénico: se rellena cada uno de los apartados con una base de papel higiénico (6 u 8 capas); mojarlo totalmente sin inundarlo, y a continuación colocar las correspondientes semillas, estratégicamente separadas; volver a cubrir las semillas con papel de nuevo y humedecer para que toda la superficie de la semilla esté en contacto con el agua. Poner la bandeja en la cocina o en el lavabo junto a un grifo y en un sitio donde entremos a menudo, para no olvidar darle una rociada cada día. Si las semillas son buenas y se hace bien, al segundo o tercer día, empezarán a abrirse y saldrán las primeras puntillas de las raíces; cuando esa puntilla alcance un centímetro o dos ( 4º o 5º día), la plantaremos a una maceta con su nombre, al principio pequeña para que crezca más a lo ancho que a lo alto (que no se estire). Más tarde, cuando empiece a amarillear, necesitará un trasplante a una maceta de 2 litros como mínimo para que pueda definir su sexo.
Por supuesto, éste es uno de los muchos sistemas de germinación. Mucha gente planta directamente la semilla en la tierra y espera que crezca sin demasiados cuidados y con buenos resultados.
Una vez enterradas las semillas, a una profundidad de no más de medio centímetro, las regaremos, sin pasarnos; no es cuestión ni de regar cada media hora ni de mantener la tierra siempre empapada, lo cual sólo contribuiría a que las incipientes raíces se pudran.
Los tiestos los mantendremos en un lugar a la sombra hasta que germinen; una vez nacidas, ya las podemos poner en el cuarto de cultivo bajo la lámpara que usemos, manteniendo una distancia de seguridad y observando como se comportan al cambio de ambiente y a la temperatura.
El trasplante en sí no debiese darnos el mayor problema, si lo realizamos con cuidado, la planta no notará la diferencia. Debemos sujetar la maceta por la base con una mano, mientras con la otra cubrimos la parte superior, dejando salir con cuidado por entre los dedos el tallo de la planta, sin apretarlo y con cuidado para no doblarlo ni romperlo, y giramos, dando la vuelta a todo; así, ahora, la planta queda hacia abajo y la base de la maceta hacia arriba. Tiraros con cuidado de la maceta hacia arriba, teniendo cuenta de que el cepellón se desprenda tranquilamente liberándose de ésta, sin deshacérsenos entre las manos. Sujetamos firmemente el cepellón y lo volvemos a su posición original, con la planta hacia arriba, y lo colocamos sobre la maceta más grande que la anterior (previamente pondremos el drenaje y cubriremos con un poco de substrato). Si el tallo se nos ha espigado mucho durante el crecimiento, enterraremos la planta hasta llegar cerca de los colitedones o falsas hojas.
Si hemos realizado la operación con el debido cuidado, no tendremos el más mínimo problema. Las plantas no sufrirán ni notarán el cambio. Bueno, esto último, si, pues las raíces tienen más espacio para desarrollarse y más alimento al que acceder, y en pocos días, veremos como nuestras plantas comienzan a medrar sin problemas. En cultivos de interior, dependiendo de la intensidad del foco y la distancia respecto a las plantas, se desarrollará la floración. Ejemplo: una lámpara de 400 vatios a 30 centímetros de la cima, producirá plantas de unos 40-50 centímetros de altura con cogollos generosos; los restantes no serán tan fotogénicos; también el peso de la cima puede doblarlas o tapar toda la luz al resto de la planta, por lo que interesa producir especímenes pequeños.
En los días posteriores seguiremos manteniendo una lámpara de alta presión de sodio de 400 vatios (durante 16-18 horas) a unos 30 centímetros sobre las plantas y una tierra rica, abonada (por ejemplo: humus de lombriz), y algo de perlita para favorecer la oxigenación de las raíces. Será suficiente para que las plantas crezcan como deben con la mínima separación entre niveles o nudos, expandiéndose y no alargándose, desarrollando las ramas inferiores a la misma velocidad que la cima; si esta sube mucho, la solución para que no sobrepase las demás plantas, es cortarle la cabeza, aunque sea muy duro tanto como para principiantes como para los viejos cultivadores; esto no nos debe preocupar, pues se conseguirá una planta bicéfala al cabo de una semana.
Como el riego se produce a poco centímetros de la raíz, el resto aéreo de la planta pide algo equivalente a una lluvia tibia, cosa que se consigue pasando un paño húmedo sobre hojas y tallos, cuando menos una vez al mes, y mejor cada quince días. El sistema de espolvorearlas con un spray es delicado, ya que las bombillas de HID pueden estallar si son tocadas por cualquier tipo de líquido fresco mientras están encendidas; sin especial precaución, sólo procede hacerlo antes de encenderlas, pero entonces topamos con el obstáculo de interrumpir la fase de oscuridad, cosa que perturba su crecimiento.
Más fundamental aún que lavar la planta es conseguir un recinto ventilado, sin estratificaciones en la atmósfera, lo cual exige en primer término mover el aire con algún ventilador de giro. Lo perfecto es complementarlo con una ventana o un simple respiradero y hacerlo funcionar si no continuamente, sí varias veces al día durante unas horas. En habitáculos cerrados, como un sótano, por ejemplo, será preciso abrir el recinto de cuando en cuando. Si la habitación no es grande, bastarán cinco minutos para renovar el aire completamente.
Cuando la planta tenga la altura deseada, simplemente se reducirá el régimen de luz a 12 horas de luz para inducir el proceso de floración. Estas 12 horas de oscuridad, forzarán a la planta a florecer; es importante que la oscuridad sea total; polución de luz en esos momentos puede evitar que los cogollos se desarrollen correctamente. El uso de temporizadores es obligado, pues los fotoperíodos deben ser exactos.
En cultivos de interior, el proceso final de floración resulta más controlable, pues se sabe que las índicas en 12 semanas están a punto, mientras que las sativas no acaban nunca por debajo de las 16-20 semanas.
Por eso, estas últimas se desaconsejan, salvo en los casos en que el final de floración coincide con el ciclo exterior tardío, es decir, octubre; las podemos forzar sacándolas al exterior con 11 o 12 horas de luz natural para que cogollen lentamente y así ahorramos bombilla.

INSTRUMENTOS DE CULTIVO AVANZADOS

Un refinamiento adicional incluye generadores de anhídrido carbónico, que sientan a las plantas tan bien como nos sientan a nosotros bombonas de oxígeno puro, y cuyo funcionamiento puede automatizarse con temporizadores. Sin embargo, son artefactos aún caros, y capaces de calentar excesivamente el cuarto. La solución del ahorrativo será buscar otros sistemas para liberar anhídrido carbónico en la fase final de floración, porque aumenta mucho el crecimiento. La marihuana es capaz de absorber una cantidad de anhídrido carbónico (CO2) del aire, en una concentración mucho mayor a la que se encuentra en la atmósfera. El aire contiene un 0.003% de CO2 y las plantas experimentan un aumento del crecimiento de casi el doble bajo concentraciones de CO2 del 0.015%. Aunque el CO2 es incoloro, inodoro y no es inflamable, puede ser peligroso rebasar los límites establecidos.
Recomendable y barato es el desionizador, un generador de iones negativos, que purificará el aire; este elemento produce una atmósfera de frescura, con el aroma típico del campo después de un aguacero, y mejor la salud del jardín al neutralizar hongos, esporas y agentes contaminantes. En realidad, es algo sano también para cualquier otra parte de la casa.

PLANTAR DENTRO Y CRECER FUERA

Es mucho más sencillo adaptar una semilla de interior a exterior que a la inversa . La luz del sol tiene muchos rayos ultravioleta que quemarían a una planta crecida bajo luz artificial, si se la somete a dicho cambio de forma brusca.
Si por el contrario dicho cambio es hecho paulatinamente la aclimatación será perfecta. Conviene improvisar un pequeño invernadero con plástico o similar hasta que puedan soportar la luz directa. Muchos cultivadores de exterior comienzan la plantación en interiores. Hay semillas aptas tanto para interior como para invernadero.
Adaptar una planta de exterior a interior no vale la pena. Hay semillas aptas para balcones con buenos resultados. El problema del cultivo exterior es que a pesar de que se cultiven grandes plantas, éstas están expuestas durante meses al clima y a las plagas, y sólo hay una cosecha por año.
Al realizar este tipo de cultivo híbrido, se pueden germinar los semilleros antes de la época habitual de siembra en exterior, con lo que se alarga la fase vegetativa de la planta y se pueden obtener individuos mayores que cultivando solamente fuera o solamente dentro. Pero cuidado, si las pasas a la calle demasiado pronto (en febrero o así), pueden florecer.
Gracias por estas lineas instructivas. Lo leere variaas veces.
 

pedro13arg

Semilla
14 Marzo 2024
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Buenos Aires
Bueno, pues he escrito todo este tocho, que no lo he podido copiar y pegar, que si no lo hubiese hecho. :D :D Está sacado en su totalidad de la GUÍA DE LOS COMANDOS AGRÍCOLAS PARA LA LIBERACIÓN DE LA MARÍA (CALMA)(bueno, las imágenes las busqué en la red). Tan sólo espero que a alguien le sea útil. Los más interesados lo leerán. Los menos, seguirán abriendo post con preguntas tipo: por qué abono y abono y la planta no crece?

Esta guía incluye:
-Nociones sobre el cultivo interior.
-El lugar y lo necesario para el cultivo.
-En los primeros pasos... cuidado, no tropezar.
-La siembra y la cría para cosechar.
-Instrumentos de cultivo avanzado.
-Plantar dentro y crecer fuera.

Y ahora mi recomendación, es que te hagas un porrillo y te deleites con la lectura.

Un saludo.


NOCIONES SOBRE EL CULTIVO INTERIOR

Toda planta crece a partir de cuatro factores elementales, que son luz, agua, nutrientes y aire. Antes de que se inventara el cultivo en invernadero, y luego en interiores, estos elementos dependían enteramente del clima y la tierra, complementados por el cultivador con alguna especie de abono; en el caso más elemental, los restos secos de la cosecha previa se queman, para usar esa ceniza como fertilizante (ya que contiene calcio y potasio). Pero veamos los factores uno por uno, ya que ese repaso permite describir las pautas y el instrumental en juego.

Primero, se hizo la Luz: La luz es imprescindible para producir clorofila e hidratos de carbono; sin ellas, el follaje se vuelve amarillo y la planta muere. No obstante, el mundo verde sólo usa parte del espectro luminoso, y sobre todo las longitudes de onda que vemos como azul y rojo.
La agricultura estuvo muy limitada hasta descubrirse lámparas casi comparables a la luz solar en intensidad y con el debido espectro de color, pues sólo entonces pudo comprobarse que las plantas agradecen su fotoperíodo (este es, una proporción diaria de luz y oscuridad) muy superior al proporcionado por el sol en estaciones distintas del verano; concretamente, sabemos hoy que su tasa máxima de crecimiento acontece cuando recibe 18 horas al día de luz (dos más que el 22 de junio en nuestra latitud), y sabemos también que el florecimiento es óptimo cuando en esa etapa de su vida recibe 12 horas.
Por supuesto, si la fuente lumínica es artificial, no hay nubes, niebla, tormentas o accidentes del terreno que atenúen su recepción durante la jornada; todo el problema de sustituir o complementar (si se trata de un invernadero) idóneamente al sol se zanja situando el foco lumínico a una distancia conveniente de la planta.
Si está demasiado lejos, se estirarán como delgados filamentos en vez de crecer homogéneamente, y si está demasiado cerca quemará las partes más próximas, traumatizando a la planta. Dependiendo de los vatios de cada bombilla, la distancia idónea para las lámparas más potentes estará entre los 30 y 60 centímetros.
Naturalmente, cuando la fuente de luz es fija y única, como una bombilla en el techo, las plantas desarrollarán mucho más sus partes superiores, y mucho menos el resto; eso sucede ya a cielo abierto, aunque en medida bastante menor. De ahí que una buena instalación suponga también focos horizontales (o uno móvil) de menor intensidad, para alimentar a las partes medias e inferiores. Para el cultivador interior los verdaderos límites están en el calor y, finalmente, en el espacio disponible, porque las plantas se deleitan absorbiendo tantos lúmenes como queramos, pero las bombillas no deben rebasar ninguna de sus partes, y la temperatura del cuarto no debe rebasar ciertos niveles.

Segundo, El Agua: El flujo de agua, es tan esencial para una vida vegetal como la luz. Los capilares de la raíz absorben agua, nutrientes y oxígeno del suelo, transportándolos desde el tronco hasta las hojas. Parte del agua se emplea para la fotosíntesis, mientras otra parte devuelve a la raíz azúcares y almidones producidos por la planta. En agricultura tradicional, uno de los problemas, especialmente en el caso de plantas pequeñas, es demasiado riego, que pudre la raíz y corta el suministro de oxígeno hacia los tallos.
Sus síntomas son Hojas rizadas y amarillentas, suelo empantanado, hongos y desarrollo lento. Pero la hidroponía avanzada, hecha sobre medios no terrosos, suprime esa molesta posibilidad; cualquier exceso de agua va siendo drenado, al resbalar sobre materiales como lana de coco o arcilla expandida, según veremos. El problema contrario, la falta de riego suficiente, es una plaga milenaria para todo tipo de campesinos, que se agrava en función de algunos suelos, incapaces de retener la humedad.

Tercero, Los Nutrientes: Se conocen hoy 16 nutrientes necesarios para la vida vegetal, que suelen clasificarse en tres categorías: macronutrientes, micronutrientes y oligoelementos.
Macronutrientes:
- Nitrógeno (N): es esencial para el crecimiento vegetativo de la planta y la formación de tejidos nuevos, pues regula la producción de proteínas y es primario en el crecimiento de hojas y tallos, por lo que las carencias rápidamente se manifiestan. Este mineral es el que acostumbra a faltar más en la tierra, pues sus sales son volátiles.
- Fósforo (P): se utiliza en la formación de flores y raíces, y en la transferencia de energía solar a compuestos químicos. Es necesario, principalmente, en las primeras etapas de crecimiento y en la floración.
- Potasio (K): es esencial para que la planta pueda extraer el agua del suelo y asimilarla mediante un proceso de osmosis. Sin este ion, la planta no podrá absorber los demás nutrientes del suelo. También esencial para la producción de azúcares y almidones, así como para la división celular.
Micronutrientes:
- Magnesio (Mg): es un elemento imprescindible para las plantas, los seres humanos y los animales. Para las plantas, es un ladrillo con el que fabricar clorofila, el pigmento de las células de las hojas que les da su color verde y, en consecuencia, es esencial en la transferencia de energía en la planta.
- Hierro (Fe): vital para la vida animal y vegetal. Cumple importantes funciones en el metabolismo de la planta y resulta esencial para la síntesis de clorofila.
- Azufre (s): necesario para fabricar muchas proteínas, hormonas y vitaminas, tales como la vitamina B1. Aparece en importantes tejidos de la planta, en las semillas y en el líquido celular.
Oligoelementos:
- Calcio (Ca): Regula el crecimiento y forma parte de las paredes celulares; los suelos calcáreos suelen producir deficiencias de hierro en las especies no adaptadas.
- Cloro (Cl): Relacionado con la transpiración vegetal y la reducción de agentes oxidantes perjudiciales; en la naturaleza no sa han encontrado deficiencias de este mineral.
- Zinc (Zn): Intervien en la síntesis de auxinas; también está relacionado con el correcto funcionamiento de varias enzimas.
- Molibdeno (Mo): su actividad está relacionada con la asimilación de nitrógeno atmosférico y la reducción de los nitratos a nitritos aprovechables.
- Manganeso (Mn): Relacionado con la respiración celular y la fotosíntesis.
- Cobre (Cu): necesario para la síntesis correcta de las proteínas, forma parte de diversos compuestos enzimáticos.
- Boro (Bo): Relacionado con el transporte de azúcares a través de la planta, también se ha especulado sobre una posible relación con la fabricación de RNA y ácido giberélico.

Distinta absorción de nutrientes a distintos pH.

Cuarto, El Aire: El aire respirable para animales en general, incluyendo a nuestra especie, es un regalo del mundo botánico. A través de sus estomas (poros microscópicos de las hojas), las plantas absorben anhídrido carbónico y oxígeno, pero devuelven mucho más de lo segundo (salvo durante la noche), cosa que hace la atmósfera respirable para el animal. Como el animal hace lo contrario, exhalando ante todo anhídrido carbónico, la atmósfera es respirable para las plantas.
Esta estrecha complementariedad sugiere de inmediato un inconveniente grave para cualquier jardinería de interior. Las plantas necesitan aire fresco, que salvo en zonas altamente castigadas por la polución, resulta mucho más abundante a cielo abierto. Por otra parte, a cielo abierto pueden producirse tosa suerte de meteoros destructivos ( granizo, heladas lluvia excesiva o demasiado fría), entre los cuales destaca el viento, capaz de secar, aterir y hasta quemar las plantas.


EL LUGAR Y LO NECESARIO PARA UN CULTIVO INTERIOR

Lo primero que necesitamos para instalar nuestro cultivo es un lugar adecuado; es interesante que sea una habitación interior, de fácil limpieza y lo suficientemente discreta para que pase desapercibida si viene alguna visita inesperada; trataremos de evitar los garajes por ser muchas veces lugares sucios y polvorientos, aunque si no hay otro remedio podemos fabricar o comprar un armario para que las plantas no estén en contacto con su malsano ambiente; asimismo es poco conveniente instalar nuestro cultivo en buhardillas o cuartos trasteros, pues estos suelen estar situados e el exterior de las casas y están muy expuestos a las inclemencias del clima; es decir, suelen ser demasiado fríos en invierno y demasiado calurosos en verano.
Evita también Habitaciones con grietas, suelos con cemento, o con muchos recovecos, que dificulten su limpieza o puedan permitir la entrada de insectos.
Es importante el contar con una toma de agua cercana, así como un desagüe; no es tan imprescindible pero nos facilitará las cosas a la hora de la extracción.
En mi modesta opinión, el cuarto ideal es un aseo, despensa o cuarto de planchar que esté en desuso en el interior de la casa, eso sí, suelen ser pequeños, así que si estás pensando en hacer un macrocultivo, olvídalos y ve directamente a por uno de los dormitorios.
Una vez seleccionado el lugar, comenzaremos por limpiarlo a fondo, y tapar cualquier grieta o resquicio donde pudiera acumularse suciedad, entrar luz o servir de refugio para las plagas. Ahora empecemos a hablar de los materiales y su instalación:

Materiales necesarios
Al iniciar una plantación desde cero, se ha de contar con un mínimo de materiales básicos, así como con un ambiente adecuado y un buen espacio, que puede ser un armario o similar, aunque en estos casos la producción que obtengamos será escasa.
Aquí os pongo una lista de materiales; los imprescindibles están señalados como tal; los secundarios o de los que podríamos prescindir en un primer momento están colocados en su apartado correspondiente; un buen cultivo los necesita todos, pero por cuestiones de economía, a veces toca prescindir de alguno.

LUZ ARTIFICIAL (Imprescindible): Uno de los pilares básicos es la luz. Si es de fluorescente, Grolux o similares, sólo será realmente efectiva para enraizar esquejes (durante 24 horas de luz continua). Para las plantas nacidas de una semilla, esta luz no será suficiente en la madurez de su crecimiento; se deberá usar la que más se asemeje a un pequeño sol; sería cualquier equipo de sodio o vapor de mercurio, de 400 o 600 vatios; pero esto en un pequeño espacio generaría mucho calor. Cada uno de estos focos necesita un espacio de 2 x 2 metros más o menos.
Sin duda, la luz es la principal necesidad de todas las plantas y la mayoría de las veces no se le da la importancia que se debe, sobre todo cuando nos referimos al cultivo de interior o con luces artificiales. En principio cualquier luz eléctrica sirve para que una planta pueda "vivir". Fijaos que digo "vivir"; de ahí a que esa planta se desarrolle y madure como lo haría bajo la luz del sol, va un mundo. Se han realizado estudios que demuestran que la planta del cannabis se desarrolla de manera óptima (durante el período de floración sobre todo) a partir de los 40.000 lúmenes por metro cuadrado. Actualmente hay toda una gama de lámparas que pueden dar buenos resultados, según sean nuestras necesidades; bien sean de espacio o de coste y producción, optimizando así el medio en el que vamos a trabajar.
Fluorescentes: Las primeras lámparas útiles en agricultura fueron las de flúor, cuyo espectro es casi idéntico al solar, aunque les falte brillo para elevar sustancialmente el desarrollo de plantas hechas a mucho sol. Para jardinería de interior suelen usarse fluorescentes de rendimiento muy alto o VHO ( very high output), que si bien consumen el triple de electricidad rinden el doble de luz y resultan muy útiles para lograr que arraiguen esquejes, ya que el proceso de clonación está más expuesto al riesgo de abrasamiento por luz excesiva.
En los inicios del cultivo interior alcanzaron gran popularidad los tubos fluorescentes, pues, comparados con las bombillas incandescentes o de tungsteno utilizadas hasta entonces, producían más luz tanto en gama del espectro azul, como en la gama de rojos, incrementando así el proceso de fotosíntesis de las plantas. Actualmente los fluorescentes son muy usados en preparar semilleros ( para germinar semilla), para enraizar esquejes ( hacer clones) y también en las primeras etapas del crecimiento vegetativo. Hoy en día, existen en el mercado una gama bastante amplia de tubos fluorescentes cuyo espectro, tanto en azules como en rojos, es ideal para nuestros propósitos; por ejemplo: Grolux (Sylvania), un clásico; trifosforados (Sylvania, Biolux, Osram), pueden llegar a producir el doble de intensidad lumínica con el mismo consumo, y toda una variedad de tubos pensados para plantas de acuarios, que nos pueden ser muy útiles. Hay que tener en cuenta que, si queremos cultivar únicamente con fluorescentes, necesitaremos mínimo de 150-200 vatios por metro cuadrado para empezar a optimizar nuestro cultivo de interior.
Vapor de Mercurio: Los tubos fluorescentes fueron un sinónimo de éxito en lo referente al cultivo con luz artificial. Pero esto fue así hasta que se empezaron a imponer las lámparas de vapor de mercurio, pues su potencia y su alta gama de espectro azul y también rojos, pero sobre todo de azules, favorecen, principalmente en el período de crecimiento, unas condiciones más adecuadas para el cultivo acelerado, ya que los cultivos realizados con fluorescentes eran más lentos. La utilización de estas lámparas de vapor de mercurio revolucionó es su momento el cultivo interior, en cuanto a calidad, cantidad y tiempo empleado sobre todo en hacer crecer y también florecer las plantas, bien fuese en invernaderos, garajes o pequeños garjes con un éxito notable.
Pero hoy en día, como diría nuestro amigo Jorge Cervantes: "Las luces de vapor de mercurio, serían el abuelo de las lámparas HID (high intensity discharge)". Aún siendo más efectivas que las luces incandescentes, de tungsteno, halógenas y que los fluorescentes, la lámpara de vapor de mercurio es hoy por hoy la menos efectiva de las luces de la familia HID.
Halogenuros metálicos (MH) o Alta Presión Sodio (HPS): En cuanto a los halogenuros metálicos (MH), existe un tira y afloja entre los cultivadores (sobre todo en Estados Unidos) sobre si es mejor utilizar estas lámparas o utilizar lámparas de sodio (HPS), tipo agro/Grolux, durante el período de crecimiento.
Hagamos una pequeña comparación: los halogenuros metálicos de baja y alta potencia, pero sobre todo los de alta (a partir de 400 vatios), dan un mejor rendimiento en el ciclo vegetativo que las de vapor de mercurio. Un halogenuro metálico de 400 vatios, puede llegar a dar hasta 100 LPW (lúmenes por vatio); además de una mejor gama de espectro en azules y rojos. La diferencia es grande.
Esta gama de lámparas fue en su día junto a las de sodio, la sucesora del vapor de mercurio. Si contrastamos las luces de mercurio con los Halogenuros metálicos y sobre todo con las de sodio (HPS) actuales, tanto en efectividad, consumo y producción total de luz total no hay comparación. El vapor de mercurio da menos luz y algo más de calor. Resumiendo: las lámparas de mercurio son las que, técnicamente hablando, menos LPW (lúmenes por vatio) producen. Por ejemplo: una lámpara de 400 vatios de vapor de mercurio da unos escasos 60 LPW, mientras que un halogenuro metálico de 400 vatios puede dar, como ya hemos dicho, hasta 100 LPW, y algunos modelos de lámparas de sodio de 400 vatios llegan a dar hasta 125 LPW. Si hacemos cuentas, económicamente hablando, es más rentable y productivo utilizar lámparas de sodio (HPS); la emisión de lúmenes es mayor y el coste es más bajo, y la mayor durabilidad y versatilidad de las lámparas de sodio (HPS) que existen en el mercado actual nos hacen parar a pensar si utilizamos Halogenuros metálicos junto con sdio, o únicamente sodio para todo el ciclo vital de nuestras plantas.
Además hay que tener en cuenta que los equipos de sodio (HPS) son válidos tanto para la fase de crecimiento como para la fase de floración, y por lo tanto no es necesario (en el caso de la lámpara de 400 vatios), cambiar de sistema o lámpara, ya que el balastro o sistema de arranque de vapor de mercurio y de los halogenuros metálicos no es compatible con el balastro de sodio, excepto en algunos casos de equipos ambivalentes; pero estos equipos son muy costosos. Esta polivalencia de las luces de sodio ha significado, de cara al pequeño cultivador, ponerse en poco tiempo en un nivel de producción autosuficiente y una efectividad que no para de progresar.
Dentro de la gama de lámparas de sodio (HPS) las hay de 150, 250, 400, 600 y 1.000 vatios. Hablemos de ellas. Las primeras, las de 150 y 250 vatios, son utilizadas bien para pequeñas o reducidas áreas de cultivo, bien para la zona de crecimiento vegetativo, sea de clones o madres o de ambos a la vez. Algunos cultivadores expertos utilizan estas lámparas en las primeras fases del período vegetativo, para luego finalizar el crecimiento y pasar posteriormente a la floración con luces más potentes de 400, 600 e incluso 1.000 vatios. Continuemos; las lámparas de sodio de 400 vatios hoy por hoy son las más utilizadas, por su capacidad digamos todoterreno, es la potencia a partir de la cual entramos en el terreno verdaderamente eficaz y completo. Con esta lámpara obtendremos la iluminación suficiente para un metro cuadrado de zona de cultivo, cubriendo necesidades, tanto de luz como de distribución de espectro, de manera óptima y eficaz. Si mantenemos las distancias aconsejadas, y dependiendo, eso sí, del método o pantalla de reflexión que escojamos; "el objeto habrá sido seleccionado", es decir, podemos llegar a conseguir más de un gramo por cogollo seco por vatio consumido de luz, en este caso sería: 400 vatios = 400 gramos (en los cultivos iniciales es normal obtener 0,25 gramos por vatio consumido. No hay que preocuparse, el aprendizaje es progresivo, dependiendo además de la variedad elegida).
La variedad de lámparas de 400 vatios (HPS) es amplia; todas son más o menos parecidas, casi todas tienen más o menos las mismas cualidades, lúmenes, espectro, etc. Sólo varía la durabilidad; pero hay un par de modelos que vale la pena destacar, que son la lámpara de 400 vatios (HPS) Son T-Agro de Philips y la T Grolux de Sylvania. Estas lámparas emiten, entre un 20% y un 30% más de espectro azul que las lámparas de 400 vatios de modelos estándar. También, producen entre un 5% y un 6% más de luz total, lo que las convierte en ideales para cultivadores aventajados, pues ese porcentaje de más de gama de espectro en azules es óptimo para el período de crecimiento de las plantas, a la vez dan más rendimiento que las bombillas estándar. Estas lámparas son usadas de varias formas: como lámpara de crecimiento (ciclo de 18 horas) y a la vez en floración (ciclo de 12 horas) sin necesidad de cambiarla en el momento de cambiar el período de floración; y también como lámpara de crecimiento (18 horas), cambiando durante el período de floración (12 horas) por una de 400 vatios del tipo T-Plus de Philips o una TS de Sylvania, ya que esta últimas, al no tener ese tanto por ciento más de espectro de luz azul, su emisión es más anaranjada y favorece el proceso de floración y maduración de las plantas.
Continuaremos con las lámparas de 600 y 1.000 vatios (HPS). Estamos hablando de los pesos pesados de la familia HID. Las de 600 vatios ofrecen un rendimiento óptimo, ya que pueden darnos desde los 81.000 lúmenes y 135 LPW de la Osram/planta 600w, pasando por los 85.000 lúmenes y 142 LPW de la Sylvanis SHP-TS 600w y de la Philips Son T-Plus 600w; esto las convierte en unas lámparas de alto rendimiento. Así pues, cultivando con estas potencias podemos llegar a obtener muy buenas producciones tanto en cantidad, como en tiempo final empleado. Sólo hay que tener en cuenta un par de cosas: los equipos y componentes, al igual que las lámparas, son bastante más caros y dependiendo de la zona, suele ser más problemático que si usamos equipos de menor potencia en lo que se refiere al calor, a la temperatura que emiten las lámparas, pues tiende a ser elevada, y en invierno, aún, pero cuando lleguen los meses de mayo y junio... Y no digamos ya en plena canícula. La cosa se puede complicar bastante si no tenemos muy en cuenta el tema de la extracción/ventilación del aire.
Y finalizaremos con las lámparas de 1.000 vatios (HPS). Estas potencias muy utilizadas sobre todo en Estados Unidos y Canadá, pues allí la electricidad es bastante más barata que aquí, lo cual es importante a la hora de utilizar estas lámparas. No suelen ser muy comunes aquí. Como dato, los 145 LPW que puedes alcanzar.

Varios modelos de lámparas Agrolite válidas para el cultivo.

Semillas y Macetas (imprescindibles): Lo mejor si eres novato, es pedirle a algún colega que te pase unos esquejes; eso sí, recuerda ser agradecido cuando tengas tu cosecha, que a más de uno el humo del porro le hace olvidar sus amistades. Si no tienes colegas que te los den, lo mejor es comprar unas semillas baratas preferiblemente índicas, ya que por lo general se manifiestan más resistentes (seguro que alguna chapuza les haces :D ) y más productivas y rápidas, cosa que en la primera cosecha se agradece bastante.
Las macetas interesa que sean cuadradas para aprovechar el espacio al máximo, aunque esto es mejor hacerlo si vamos a usar esquejes con la técnica de Sea of Green,. Si vamos a usar semillas, podemos usar las de los chino, aunque puede que no nos sirvan en el futuro, así que vosotros mismos.

Termómetro (prescindible): Un termómetro es útil para verificar si la temperatura es la adecuada. Úsalo si dudas de que lo sea. Lo mejor son sobre los 24 grados.

Intractores/ Extractores de Aire (imprescindibles): En función de las temperaturas que pueda alcanzar tu cuarto de cultivo, necesitarás uno más o menos potente. Los volúmenes movidos por los ventiladores usados van de 80m3 hasta 500m3. Lo normal de 160m3 a 250m3 (por hora, creo).
Un intractor es un extractor colocado al revés para que introduzca aire fresco en la habitación; si tu extractor es bastante potente, puedes olvidarte de él por el momento, y simplemente hacer un agujero de entrada; debe estar situado en el lado opuesto al extractos, es decir, si éste está en la esquina superior derecha, el intractor debe estar en la inferior derecha. Se debe colocar un filtro en el ventilador de entrada si lo usamos, para evitar que entren insectos nocivos o porquería de la calle. En los ventiladores de salida es interesante colocar un filtro de carbón para neutralizar el olor que puede atraer la atención de los vecinos (pregunta en tu Grow Shop).

Substrato (imprescindible): Mi recomendación es que comiences con una mezcla de tierra preparada, así te comerás poco el tarro, aunque lo mejor sería prepararla en casa con varios componentes; en el mercado hay muchas lo bastante buenas como para sacar unas cosechas interesantes.
La función primaria de un sustrato ya sea de tipo orgánico o inorgánico, es proporcionar fijación a la planta y un buen ambiente para el crecimiento y desarrollo de las raíces. Se debe suministrar equilibradamente oxígeno, agua y nutrientes a este sistema complejo y dinámico. Las raíces no pueden absorber agua y nutrientes sin oxígeno. Durante el proceso de respiración de las raíces existe un suministro constante de dióxido de carbono (CO2) al sustrato. Se debe permitir escapar a este dióxido de carbono a la atmósfera para que sea sustituido por oxígeno. El CO2, por tanto, es inversamente proporcional al oxígeno y es difícil predecir si el substrato tiene deficiencia de oxígeno o excesos tóxicos de CO2 cuando las plantas no ofrecen un desarrollo adecuado. En general, la mayoría de las plantas requieren de oxígeno en el medio de enraizamiento para su desarrollo normal, cuando por alguna circunstancia los niveles de dicho elemento en el suelo son deprimidos, la actividad respiratoria y metabólica de las plantas se inhiben afectando todos los procesos vitales que determinan su desarrollo de crecimiento.
El establecimiento de estrés oxidativo en el cannabis, se ocasiona por los continuos cambios ambientales que soportan las plantas, sobre todo por las sequías prolongadas ya sean naturales o inducidas, y pueden llevar a la pérdida de funciones metabólicas, llegando incluso a la destrucción del tejido, a la vez que puede ocasionar la muerte de la planta. El cannabis responde ante esto con un crecimiento en la resina para evitar la desecación y con otros mecanismos de defensa fabricando antioxidantes no enzimáticos como las vitaminas (A, E y C) y enzimáticos (catalasa, peroxidasas, etc.).
La utilización de oxígeno en el suelo por parte de las plantas está controlada principalmente por factores físicos. Entre ellos cabe mencionar la cantidad de oxígeno aprovechable y la temperatura. La respiración de las raíces aumenta en gran magnitud a medida que se incrementa la temperatura. Simultáneamente, el coeficiente de solubilidad del oxígeno en el agua decrece, afectando a la actividad respiratoria. Las deficiencias de oxígeno en el cannabis da lugar a modificaciones morfológicas en la estructura de la planta.
Un substrato debe tener unas características básicas para el intercambio de oxígeno y retener suficiente cantidad de agua para que la planta asimile los nutrientes y respire a través de las raíces. Cuando el substrato es demasiado compacto o tiene sustancias o materiales que facilitan el encharcamiento y no drenan fluidamente, provocamos el pudrimiento de las mismas. El cannabis tiene un sistema radical muy perezoso y le cuesta abrirse paso ante materiales duros y compactos, por lo que habrá que deshacer los grumos y facilitar la libre circulación de las raíces por medio de materiales sueltos, fibrosos sin compactar. Muchos de estos grumos que no han sido bien desmenuzados en la preparación de los substratos, contienen gran concentración de nutrientes y puedes llegar a quemar las raíces adventicias más delicadas. Los distintos tipos de tierra se han de combinar con otros tipos de materiales orgánicos, como el humus y turbas de buena calidad; no obstante, su utilización para mejorar la calidad de los substratos, ha sido sustituida por otros materiales orgánicos e inorgánicos como la fibra de coco, perlita, vermiculita, lana de roca, otros materiales sintéticos (styromull, hygromull, etc) o incluso arena, con objeto de conseguir un máximo grado de esponjosidad, permeabilidad y retención de agua.
Estos substratos se pueden combinar también con fertilizantes biológicos o químicos para compensar las carencias o las necesidades específicas de nutrientes en el cultivo, siempre en cantidades perfectamente equilibradas.
Las turbas auténticas (generalmente rubias) para el cultivo de cannabis tienen un ph muy ácido (3-4) pero se compensan fácilmente con compost y otros materiales para adaptarse a las necesidades de la planta.

Fertilizantes (imprescindibles): Nuestras nenas comen como limas, y con el alimento del substrato no tienen ni para empezar, por lo que al cabo de un cierto tiempo debemos darles un aporte suplementario de nutrientes mediante el riego; conviene usar algunos que sean completos y equilibrados, y diferenciados para crecimiento y floración, aunque los hay de un solo paso muy buenos.

Insecticidas/ plaguicidas (depende): En principio no los necesitarás, y cuanto mejor sea la higiene, la ventilación y extracción de tu cultivo, menores son las probabilidades de que te hagan falta, pero no dejes de observar tus nenas, y al menor síntoma de plaga lleva una hoja a tu Grow Shop.

Plástico Reflectante (prescindible): Es interesante para aprovechar al máximo la luz, refractando la que se pierde por los laterales de nuevo sobre el cultivo; el mejor es el mylar, que parece un espejo y refleja la luz hasta un 98%. Sus pegas son que también refleja muy bien el calor y que es bastante caro, pero si eres de los que quieren lo mejor, usa éste.
En último término, pintura blanca en las paredes, y si te queda algo sin cubrir, hazte una especie de biombo con una caja de cartón grande. Si vas muy apurado de pasta, puedes prescindir del plástico; sacarás menos hierba pero sacarás de todos modos.

Ventilador (prescindible): Conviene tener uno colocado junto al intractor o la entrada de aire. El aire en los cultivos de interior tiende a hacer el mismo recorrido desde la entrada a la salida, no necesariamente pasando por tus plantas, por lo que conviene tener un ventilador para que lo distribuya; si no te alcanza la pasta, ya te lo comprarás con lo que te ahorres en pillar por ahí después de la primera cosecha.

EN LOS PRIMEROS PASOS... CUIDADO NO TROPEZAR

Bueno, habiendo dejado claro los materiales que necesitamos, vamos a pasar a los errores más frecuentes entre los novatos; recordad que se aprende más de los errores que de los aciertos, así que si la cagáis, aprovechad la experiencia para aprender y no repetirla jamás.
La mayoría de los novatos cuidan las plantas en exceso, ocasionándoles graves perjuicios por tratarlas con demasiado cariño; estos son los pecados capitales del principiante:
El primero de estos excesos es el exceso de riego. Pese a que en muchos sitios hayáis leído que la cannabis requiere abundante agua, en interior no necesita tanta.
Sus necesidades dependen de la temperatura, ventilación, tamaño de la planta y de la maceta; cuando las plantas son jóvenes es cierto que conviene pasarse a quedarse corto, pero desde el momento en que contamos con plantas de un palmo o dos, podemos regarlas y dejarlas sin agua hasta que bajen las hojas (síntoma de falta de riego); si por ejemplo tardaron cuatro días en bajarlas, ya sabes que debes regar cada tres, es decir, dejar que la tierra se seque al máximo sin permitir que la planta pase sed.
Otro exceso es la sobrefertilización; muchos fabricantes recomiendan dosis bajas para asegurarse de que jamás tengas problemas de sobrefertilización con sus recomendaciones, si bien es cierto que a veces estas dosis se pueden aumentar; no lo hagas si eres novato; es mucho mejor que a tus plantas les falte alimento a que les sobre. Asesórate bien y realiza tus experimentos con cuidado, y a partir de la segunda o tercera cosecha.
La hipocondría, pecado fundamental del principiante; si ves una mancha en una hoja, no supongas ya que a tu planta le falta zinc; si amarillea una hoja, no corras a darle una doble dosis de nitrógeno; espera a que los síntomas estén más definidos antes de actuar; recuerda que si has seguido todos los pasos explicados hasta ahora, el mayor problema que tus plantas pueden tener probablemente eres tú, así que la no-actuación va a ser tu mejor arma.

LA SIEMBRA Y LA CRÍA PARA COSECHAR

La germinación de una semilla, cosa que ya todo el mundo debe saber, es su nacimiento, o mejor dicho, la provocación de su eclosión, valga la palabra, que cuando termina cuando los primeros colitedones afloran sobre la tierra. Si el cultivo lo realizamos en interior, no tiene demasiada importancia la época dela año en la que germinemos.
Es posible reconocer semillas válidas (con vida ) entre otras estériles simplemente apretándolas entre en dedo índice u pulgar, con una ligera presión (sin utilizar las uñas). Si están muy verdes, vacías o podridas, se romperán bajo la presión; las que resistan, a menos que sean muy viejas, germinarán.

Cuantos más tipos diferentes de semillas podamos reunir para una tanda de germinación, más disfrutaremos, puesto que al final aburre consumir una sola variedad de hierba. Si disponemos de muchas clases de semillas, conviene que la bandeja que usemos como semillero tenga apartados que podamos etiquetar; las hueveras de plástico funcionan de maravilla, pues crean a la vez una temperatura constante si la mantenemos cerrada.
El material que usemos para retener el agua, que es de lo que se trata, puede ser muy variado:algodón, celulosa, papel de water, o cualquier otro material que sea absorbente y se deshaga fácilmente una vez húmedo. Algunas veces, el algodón es demasiado consistente a la hora de sacar la raíz que se enreda en su interior, con lo que puede romper.
En las explicaciones que siguen, se usará algún tipo de papel higiénico: se rellena cada uno de los apartados con una base de papel higiénico (6 u 8 capas); mojarlo totalmente sin inundarlo, y a continuación colocar las correspondientes semillas, estratégicamente separadas; volver a cubrir las semillas con papel de nuevo y humedecer para que toda la superficie de la semilla esté en contacto con el agua. Poner la bandeja en la cocina o en el lavabo junto a un grifo y en un sitio donde entremos a menudo, para no olvidar darle una rociada cada día. Si las semillas son buenas y se hace bien, al segundo o tercer día, empezarán a abrirse y saldrán las primeras puntillas de las raíces; cuando esa puntilla alcance un centímetro o dos ( 4º o 5º día), la plantaremos a una maceta con su nombre, al principio pequeña para que crezca más a lo ancho que a lo alto (que no se estire). Más tarde, cuando empiece a amarillear, necesitará un trasplante a una maceta de 2 litros como mínimo para que pueda definir su sexo.
Por supuesto, éste es uno de los muchos sistemas de germinación. Mucha gente planta directamente la semilla en la tierra y espera que crezca sin demasiados cuidados y con buenos resultados.
Una vez enterradas las semillas, a una profundidad de no más de medio centímetro, las regaremos, sin pasarnos; no es cuestión ni de regar cada media hora ni de mantener la tierra siempre empapada, lo cual sólo contribuiría a que las incipientes raíces se pudran.
Los tiestos los mantendremos en un lugar a la sombra hasta que germinen; una vez nacidas, ya las podemos poner en el cuarto de cultivo bajo la lámpara que usemos, manteniendo una distancia de seguridad y observando como se comportan al cambio de ambiente y a la temperatura.
El trasplante en sí no debiese darnos el mayor problema, si lo realizamos con cuidado, la planta no notará la diferencia. Debemos sujetar la maceta por la base con una mano, mientras con la otra cubrimos la parte superior, dejando salir con cuidado por entre los dedos el tallo de la planta, sin apretarlo y con cuidado para no doblarlo ni romperlo, y giramos, dando la vuelta a todo; así, ahora, la planta queda hacia abajo y la base de la maceta hacia arriba. Tiraros con cuidado de la maceta hacia arriba, teniendo cuenta de que el cepellón se desprenda tranquilamente liberándose de ésta, sin deshacérsenos entre las manos. Sujetamos firmemente el cepellón y lo volvemos a su posición original, con la planta hacia arriba, y lo colocamos sobre la maceta más grande que la anterior (previamente pondremos el drenaje y cubriremos con un poco de substrato). Si el tallo se nos ha espigado mucho durante el crecimiento, enterraremos la planta hasta llegar cerca de los colitedones o falsas hojas.
Si hemos realizado la operación con el debido cuidado, no tendremos el más mínimo problema. Las plantas no sufrirán ni notarán el cambio. Bueno, esto último, si, pues las raíces tienen más espacio para desarrollarse y más alimento al que acceder, y en pocos días, veremos como nuestras plantas comienzan a medrar sin problemas. En cultivos de interior, dependiendo de la intensidad del foco y la distancia respecto a las plantas, se desarrollará la floración. Ejemplo: una lámpara de 400 vatios a 30 centímetros de la cima, producirá plantas de unos 40-50 centímetros de altura con cogollos generosos; los restantes no serán tan fotogénicos; también el peso de la cima puede doblarlas o tapar toda la luz al resto de la planta, por lo que interesa producir especímenes pequeños.
En los días posteriores seguiremos manteniendo una lámpara de alta presión de sodio de 400 vatios (durante 16-18 horas) a unos 30 centímetros sobre las plantas y una tierra rica, abonada (por ejemplo: humus de lombriz), y algo de perlita para favorecer la oxigenación de las raíces. Será suficiente para que las plantas crezcan como deben con la mínima separación entre niveles o nudos, expandiéndose y no alargándose, desarrollando las ramas inferiores a la misma velocidad que la cima; si esta sube mucho, la solución para que no sobrepase las demás plantas, es cortarle la cabeza, aunque sea muy duro tanto como para principiantes como para los viejos cultivadores; esto no nos debe preocupar, pues se conseguirá una planta bicéfala al cabo de una semana.
Como el riego se produce a poco centímetros de la raíz, el resto aéreo de la planta pide algo equivalente a una lluvia tibia, cosa que se consigue pasando un paño húmedo sobre hojas y tallos, cuando menos una vez al mes, y mejor cada quince días. El sistema de espolvorearlas con un spray es delicado, ya que las bombillas de HID pueden estallar si son tocadas por cualquier tipo de líquido fresco mientras están encendidas; sin especial precaución, sólo procede hacerlo antes de encenderlas, pero entonces topamos con el obstáculo de interrumpir la fase de oscuridad, cosa que perturba su crecimiento.
Más fundamental aún que lavar la planta es conseguir un recinto ventilado, sin estratificaciones en la atmósfera, lo cual exige en primer término mover el aire con algún ventilador de giro. Lo perfecto es complementarlo con una ventana o un simple respiradero y hacerlo funcionar si no continuamente, sí varias veces al día durante unas horas. En habitáculos cerrados, como un sótano, por ejemplo, será preciso abrir el recinto de cuando en cuando. Si la habitación no es grande, bastarán cinco minutos para renovar el aire completamente.
Cuando la planta tenga la altura deseada, simplemente se reducirá el régimen de luz a 12 horas de luz para inducir el proceso de floración. Estas 12 horas de oscuridad, forzarán a la planta a florecer; es importante que la oscuridad sea total; polución de luz en esos momentos puede evitar que los cogollos se desarrollen correctamente. El uso de temporizadores es obligado, pues los fotoperíodos deben ser exactos.
En cultivos de interior, el proceso final de floración resulta más controlable, pues se sabe que las índicas en 12 semanas están a punto, mientras que las sativas no acaban nunca por debajo de las 16-20 semanas.
Por eso, estas últimas se desaconsejan, salvo en los casos en que el final de floración coincide con el ciclo exterior tardío, es decir, octubre; las podemos forzar sacándolas al exterior con 11 o 12 horas de luz natural para que cogollen lentamente y así ahorramos bombilla.

INSTRUMENTOS DE CULTIVO AVANZADOS

Un refinamiento adicional incluye generadores de anhídrido carbónico, que sientan a las plantas tan bien como nos sientan a nosotros bombonas de oxígeno puro, y cuyo funcionamiento puede automatizarse con temporizadores. Sin embargo, son artefactos aún caros, y capaces de calentar excesivamente el cuarto. La solución del ahorrativo será buscar otros sistemas para liberar anhídrido carbónico en la fase final de floración, porque aumenta mucho el crecimiento. La marihuana es capaz de absorber una cantidad de anhídrido carbónico (CO2) del aire, en una concentración mucho mayor a la que se encuentra en la atmósfera. El aire contiene un 0.003% de CO2 y las plantas experimentan un aumento del crecimiento de casi el doble bajo concentraciones de CO2 del 0.015%. Aunque el CO2 es incoloro, inodoro y no es inflamable, puede ser peligroso rebasar los límites establecidos.
Recomendable y barato es el desionizador, un generador de iones negativos, que purificará el aire; este elemento produce una atmósfera de frescura, con el aroma típico del campo después de un aguacero, y mejor la salud del jardín al neutralizar hongos, esporas y agentes contaminantes. En realidad, es algo sano también para cualquier otra parte de la casa.

PLANTAR DENTRO Y CRECER FUERA

Es mucho más sencillo adaptar una semilla de interior a exterior que a la inversa . La luz del sol tiene muchos rayos ultravioleta que quemarían a una planta crecida bajo luz artificial, si se la somete a dicho cambio de forma brusca.
Si por el contrario dicho cambio es hecho paulatinamente la aclimatación será perfecta. Conviene improvisar un pequeño invernadero con plástico o similar hasta que puedan soportar la luz directa. Muchos cultivadores de exterior comienzan la plantación en interiores. Hay semillas aptas tanto para interior como para invernadero.
Adaptar una planta de exterior a interior no vale la pena. Hay semillas aptas para balcones con buenos resultados. El problema del cultivo exterior es que a pesar de que se cultiven grandes plantas, éstas están expuestas durante meses al clima y a las plagas, y sólo hay una cosecha por año.
Al realizar este tipo de cultivo híbrido, se pueden germinar los semilleros antes de la época habitual de siembra en exterior, con lo que se alarga la fase vegetativa de la planta y se pueden obtener individuos mayores que cultivando solamente fuera o solamente dentro. Pero cuidado, si las pasas a la calle demasiado pronto (en febrero o así), pueden florecer.
Gran post amigo!
 

chaorus1

Semilla
21 Marzo 2024
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argentina
Bueno, pues he escrito todo este tocho, que no lo he podido copiar y pegar, que si no lo hubiese hecho. :D :D Está sacado en su totalidad de la GUÍA DE LOS COMANDOS AGRÍCOLAS PARA LA LIBERACIÓN DE LA MARÍA (CALMA)(bueno, las imágenes las busqué en la red). Tan sólo espero que a alguien le sea útil. Los más interesados lo leerán. Los menos, seguirán abriendo post con preguntas tipo: por qué abono y abono y la planta no crece?

Esta guía incluye:
-Nociones sobre el cultivo interior.
-El lugar y lo necesario para el cultivo.
-En los primeros pasos... cuidado, no tropezar.
-La siembra y la cría para cosechar.
-Instrumentos de cultivo avanzado.
-Plantar dentro y crecer fuera.

Y ahora mi recomendación, es que te hagas un porrillo y te deleites con la lectura.

Un saludo.


NOCIONES SOBRE EL CULTIVO INTERIOR

Toda planta crece a partir de cuatro factores elementales, que son luz, agua, nutrientes y aire. Antes de que se inventara el cultivo en invernadero, y luego en interiores, estos elementos dependían enteramente del clima y la tierra, complementados por el cultivador con alguna especie de abono; en el caso más elemental, los restos secos de la cosecha previa se queman, para usar esa ceniza como fertilizante (ya que contiene calcio y potasio). Pero veamos los factores uno por uno, ya que ese repaso permite describir las pautas y el instrumental en juego.

Primero, se hizo la Luz: La luz es imprescindible para producir clorofila e hidratos de carbono; sin ellas, el follaje se vuelve amarillo y la planta muere. No obstante, el mundo verde sólo usa parte del espectro luminoso, y sobre todo las longitudes de onda que vemos como azul y rojo.
La agricultura estuvo muy limitada hasta descubrirse lámparas casi comparables a la luz solar en intensidad y con el debido espectro de color, pues sólo entonces pudo comprobarse que las plantas agradecen su fotoperíodo (este es, una proporción diaria de luz y oscuridad) muy superior al proporcionado por el sol en estaciones distintas del verano; concretamente, sabemos hoy que su tasa máxima de crecimiento acontece cuando recibe 18 horas al día de luz (dos más que el 22 de junio en nuestra latitud), y sabemos también que el florecimiento es óptimo cuando en esa etapa de su vida recibe 12 horas.
Por supuesto, si la fuente lumínica es artificial, no hay nubes, niebla, tormentas o accidentes del terreno que atenúen su recepción durante la jornada; todo el problema de sustituir o complementar (si se trata de un invernadero) idóneamente al sol se zanja situando el foco lumínico a una distancia conveniente de la planta.
Si está demasiado lejos, se estirarán como delgados filamentos en vez de crecer homogéneamente, y si está demasiado cerca quemará las partes más próximas, traumatizando a la planta. Dependiendo de los vatios de cada bombilla, la distancia idónea para las lámparas más potentes estará entre los 30 y 60 centímetros.
Naturalmente, cuando la fuente de luz es fija y única, como una bombilla en el techo, las plantas desarrollarán mucho más sus partes superiores, y mucho menos el resto; eso sucede ya a cielo abierto, aunque en medida bastante menor. De ahí que una buena instalación suponga también focos horizontales (o uno móvil) de menor intensidad, para alimentar a las partes medias e inferiores. Para el cultivador interior los verdaderos límites están en el calor y, finalmente, en el espacio disponible, porque las plantas se deleitan absorbiendo tantos lúmenes como queramos, pero las bombillas no deben rebasar ninguna de sus partes, y la temperatura del cuarto no debe rebasar ciertos niveles.

Segundo, El Agua: El flujo de agua, es tan esencial para una vida vegetal como la luz. Los capilares de la raíz absorben agua, nutrientes y oxígeno del suelo, transportándolos desde el tronco hasta las hojas. Parte del agua se emplea para la fotosíntesis, mientras otra parte devuelve a la raíz azúcares y almidones producidos por la planta. En agricultura tradicional, uno de los problemas, especialmente en el caso de plantas pequeñas, es demasiado riego, que pudre la raíz y corta el suministro de oxígeno hacia los tallos.
Sus síntomas son Hojas rizadas y amarillentas, suelo empantanado, hongos y desarrollo lento. Pero la hidroponía avanzada, hecha sobre medios no terrosos, suprime esa molesta posibilidad; cualquier exceso de agua va siendo drenado, al resbalar sobre materiales como lana de coco o arcilla expandida, según veremos. El problema contrario, la falta de riego suficiente, es una plaga milenaria para todo tipo de campesinos, que se agrava en función de algunos suelos, incapaces de retener la humedad.

Tercero, Los Nutrientes: Se conocen hoy 16 nutrientes necesarios para la vida vegetal, que suelen clasificarse en tres categorías: macronutrientes, micronutrientes y oligoelementos.
Macronutrientes:
- Nitrógeno (N): es esencial para el crecimiento vegetativo de la planta y la formación de tejidos nuevos, pues regula la producción de proteínas y es primario en el crecimiento de hojas y tallos, por lo que las carencias rápidamente se manifiestan. Este mineral es el que acostumbra a faltar más en la tierra, pues sus sales son volátiles.
- Fósforo (P): se utiliza en la formación de flores y raíces, y en la transferencia de energía solar a compuestos químicos. Es necesario, principalmente, en las primeras etapas de crecimiento y en la floración.
- Potasio (K): es esencial para que la planta pueda extraer el agua del suelo y asimilarla mediante un proceso de osmosis. Sin este ion, la planta no podrá absorber los demás nutrientes del suelo. También esencial para la producción de azúcares y almidones, así como para la división celular.
Micronutrientes:
- Magnesio (Mg): es un elemento imprescindible para las plantas, los seres humanos y los animales. Para las plantas, es un ladrillo con el que fabricar clorofila, el pigmento de las células de las hojas que les da su color verde y, en consecuencia, es esencial en la transferencia de energía en la planta.
- Hierro (Fe): vital para la vida animal y vegetal. Cumple importantes funciones en el metabolismo de la planta y resulta esencial para la síntesis de clorofila.
- Azufre (s): necesario para fabricar muchas proteínas, hormonas y vitaminas, tales como la vitamina B1. Aparece en importantes tejidos de la planta, en las semillas y en el líquido celular.
Oligoelementos:
- Calcio (Ca): Regula el crecimiento y forma parte de las paredes celulares; los suelos calcáreos suelen producir deficiencias de hierro en las especies no adaptadas.
- Cloro (Cl): Relacionado con la transpiración vegetal y la reducción de agentes oxidantes perjudiciales; en la naturaleza no sa han encontrado deficiencias de este mineral.
- Zinc (Zn): Intervien en la síntesis de auxinas; también está relacionado con el correcto funcionamiento de varias enzimas.
- Molibdeno (Mo): su actividad está relacionada con la asimilación de nitrógeno atmosférico y la reducción de los nitratos a nitritos aprovechables.
- Manganeso (Mn): Relacionado con la respiración celular y la fotosíntesis.
- Cobre (Cu): necesario para la síntesis correcta de las proteínas, forma parte de diversos compuestos enzimáticos.
- Boro (Bo): Relacionado con el transporte de azúcares a través de la planta, también se ha especulado sobre una posible relación con la fabricación de RNA y ácido giberélico.

Distinta absorción de nutrientes a distintos pH.

Cuarto, El Aire: El aire respirable para animales en general, incluyendo a nuestra especie, es un regalo del mundo botánico. A través de sus estomas (poros microscópicos de las hojas), las plantas absorben anhídrido carbónico y oxígeno, pero devuelven mucho más de lo segundo (salvo durante la noche), cosa que hace la atmósfera respirable para el animal. Como el animal hace lo contrario, exhalando ante todo anhídrido carbónico, la atmósfera es respirable para las plantas.
Esta estrecha complementariedad sugiere de inmediato un inconveniente grave para cualquier jardinería de interior. Las plantas necesitan aire fresco, que salvo en zonas altamente castigadas por la polución, resulta mucho más abundante a cielo abierto. Por otra parte, a cielo abierto pueden producirse tosa suerte de meteoros destructivos ( granizo, heladas lluvia excesiva o demasiado fría), entre los cuales destaca el viento, capaz de secar, aterir y hasta quemar las plantas.


EL LUGAR Y LO NECESARIO PARA UN CULTIVO INTERIOR

Lo primero que necesitamos para instalar nuestro cultivo es un lugar adecuado; es interesante que sea una habitación interior, de fácil limpieza y lo suficientemente discreta para que pase desapercibida si viene alguna visita inesperada; trataremos de evitar los garajes por ser muchas veces lugares sucios y polvorientos, aunque si no hay otro remedio podemos fabricar o comprar un armario para que las plantas no estén en contacto con su malsano ambiente; asimismo es poco conveniente instalar nuestro cultivo en buhardillas o cuartos trasteros, pues estos suelen estar situados e el exterior de las casas y están muy expuestos a las inclemencias del clima; es decir, suelen ser demasiado fríos en invierno y demasiado calurosos en verano.
Evita también Habitaciones con grietas, suelos con cemento, o con muchos recovecos, que dificulten su limpieza o puedan permitir la entrada de insectos.
Es importante el contar con una toma de agua cercana, así como un desagüe; no es tan imprescindible pero nos facilitará las cosas a la hora de la extracción.
En mi modesta opinión, el cuarto ideal es un aseo, despensa o cuarto de planchar que esté en desuso en el interior de la casa, eso sí, suelen ser pequeños, así que si estás pensando en hacer un macrocultivo, olvídalos y ve directamente a por uno de los dormitorios.
Una vez seleccionado el lugar, comenzaremos por limpiarlo a fondo, y tapar cualquier grieta o resquicio donde pudiera acumularse suciedad, entrar luz o servir de refugio para las plagas. Ahora empecemos a hablar de los materiales y su instalación:

Materiales necesarios
Al iniciar una plantación desde cero, se ha de contar con un mínimo de materiales básicos, así como con un ambiente adecuado y un buen espacio, que puede ser un armario o similar, aunque en estos casos la producción que obtengamos será escasa.
Aquí os pongo una lista de materiales; los imprescindibles están señalados como tal; los secundarios o de los que podríamos prescindir en un primer momento están colocados en su apartado correspondiente; un buen cultivo los necesita todos, pero por cuestiones de economía, a veces toca prescindir de alguno.

LUZ ARTIFICIAL (Imprescindible): Uno de los pilares básicos es la luz. Si es de fluorescente, Grolux o similares, sólo será realmente efectiva para enraizar esquejes (durante 24 horas de luz continua). Para las plantas nacidas de una semilla, esta luz no será suficiente en la madurez de su crecimiento; se deberá usar la que más se asemeje a un pequeño sol; sería cualquier equipo de sodio o vapor de mercurio, de 400 o 600 vatios; pero esto en un pequeño espacio generaría mucho calor. Cada uno de estos focos necesita un espacio de 2 x 2 metros más o menos.
Sin duda, la luz es la principal necesidad de todas las plantas y la mayoría de las veces no se le da la importancia que se debe, sobre todo cuando nos referimos al cultivo de interior o con luces artificiales. En principio cualquier luz eléctrica sirve para que una planta pueda "vivir". Fijaos que digo "vivir"; de ahí a que esa planta se desarrolle y madure como lo haría bajo la luz del sol, va un mundo. Se han realizado estudios que demuestran que la planta del cannabis se desarrolla de manera óptima (durante el período de floración sobre todo) a partir de los 40.000 lúmenes por metro cuadrado. Actualmente hay toda una gama de lámparas que pueden dar buenos resultados, según sean nuestras necesidades; bien sean de espacio o de coste y producción, optimizando así el medio en el que vamos a trabajar.
Fluorescentes: Las primeras lámparas útiles en agricultura fueron las de flúor, cuyo espectro es casi idéntico al solar, aunque les falte brillo para elevar sustancialmente el desarrollo de plantas hechas a mucho sol. Para jardinería de interior suelen usarse fluorescentes de rendimiento muy alto o VHO ( very high output), que si bien consumen el triple de electricidad rinden el doble de luz y resultan muy útiles para lograr que arraiguen esquejes, ya que el proceso de clonación está más expuesto al riesgo de abrasamiento por luz excesiva.
En los inicios del cultivo interior alcanzaron gran popularidad los tubos fluorescentes, pues, comparados con las bombillas incandescentes o de tungsteno utilizadas hasta entonces, producían más luz tanto en gama del espectro azul, como en la gama de rojos, incrementando así el proceso de fotosíntesis de las plantas. Actualmente los fluorescentes son muy usados en preparar semilleros ( para germinar semilla), para enraizar esquejes ( hacer clones) y también en las primeras etapas del crecimiento vegetativo. Hoy en día, existen en el mercado una gama bastante amplia de tubos fluorescentes cuyo espectro, tanto en azules como en rojos, es ideal para nuestros propósitos; por ejemplo: Grolux (Sylvania), un clásico; trifosforados (Sylvania, Biolux, Osram), pueden llegar a producir el doble de intensidad lumínica con el mismo consumo, y toda una variedad de tubos pensados para plantas de acuarios, que nos pueden ser muy útiles. Hay que tener en cuenta que, si queremos cultivar únicamente con fluorescentes, necesitaremos mínimo de 150-200 vatios por metro cuadrado para empezar a optimizar nuestro cultivo de interior.
Vapor de Mercurio: Los tubos fluorescentes fueron un sinónimo de éxito en lo referente al cultivo con luz artificial. Pero esto fue así hasta que se empezaron a imponer las lámparas de vapor de mercurio, pues su potencia y su alta gama de espectro azul y también rojos, pero sobre todo de azules, favorecen, principalmente en el período de crecimiento, unas condiciones más adecuadas para el cultivo acelerado, ya que los cultivos realizados con fluorescentes eran más lentos. La utilización de estas lámparas de vapor de mercurio revolucionó es su momento el cultivo interior, en cuanto a calidad, cantidad y tiempo empleado sobre todo en hacer crecer y también florecer las plantas, bien fuese en invernaderos, garajes o pequeños garjes con un éxito notable.
Pero hoy en día, como diría nuestro amigo Jorge Cervantes: "Las luces de vapor de mercurio, serían el abuelo de las lámparas HID (high intensity discharge)". Aún siendo más efectivas que las luces incandescentes, de tungsteno, halógenas y que los fluorescentes, la lámpara de vapor de mercurio es hoy por hoy la menos efectiva de las luces de la familia HID.
Halogenuros metálicos (MH) o Alta Presión Sodio (HPS): En cuanto a los halogenuros metálicos (MH), existe un tira y afloja entre los cultivadores (sobre todo en Estados Unidos) sobre si es mejor utilizar estas lámparas o utilizar lámparas de sodio (HPS), tipo agro/Grolux, durante el período de crecimiento.
Hagamos una pequeña comparación: los halogenuros metálicos de baja y alta potencia, pero sobre todo los de alta (a partir de 400 vatios), dan un mejor rendimiento en el ciclo vegetativo que las de vapor de mercurio. Un halogenuro metálico de 400 vatios, puede llegar a dar hasta 100 LPW (lúmenes por vatio); además de una mejor gama de espectro en azules y rojos. La diferencia es grande.
Esta gama de lámparas fue en su día junto a las de sodio, la sucesora del vapor de mercurio. Si contrastamos las luces de mercurio con los Halogenuros metálicos y sobre todo con las de sodio (HPS) actuales, tanto en efectividad, consumo y producción total de luz total no hay comparación. El vapor de mercurio da menos luz y algo más de calor. Resumiendo: las lámparas de mercurio son las que, técnicamente hablando, menos LPW (lúmenes por vatio) producen. Por ejemplo: una lámpara de 400 vatios de vapor de mercurio da unos escasos 60 LPW, mientras que un halogenuro metálico de 400 vatios puede dar, como ya hemos dicho, hasta 100 LPW, y algunos modelos de lámparas de sodio de 400 vatios llegan a dar hasta 125 LPW. Si hacemos cuentas, económicamente hablando, es más rentable y productivo utilizar lámparas de sodio (HPS); la emisión de lúmenes es mayor y el coste es más bajo, y la mayor durabilidad y versatilidad de las lámparas de sodio (HPS) que existen en el mercado actual nos hacen parar a pensar si utilizamos Halogenuros metálicos junto con sdio, o únicamente sodio para todo el ciclo vital de nuestras plantas.
Además hay que tener en cuenta que los equipos de sodio (HPS) son válidos tanto para la fase de crecimiento como para la fase de floración, y por lo tanto no es necesario (en el caso de la lámpara de 400 vatios), cambiar de sistema o lámpara, ya que el balastro o sistema de arranque de vapor de mercurio y de los halogenuros metálicos no es compatible con el balastro de sodio, excepto en algunos casos de equipos ambivalentes; pero estos equipos son muy costosos. Esta polivalencia de las luces de sodio ha significado, de cara al pequeño cultivador, ponerse en poco tiempo en un nivel de producción autosuficiente y una efectividad que no para de progresar.
Dentro de la gama de lámparas de sodio (HPS) las hay de 150, 250, 400, 600 y 1.000 vatios. Hablemos de ellas. Las primeras, las de 150 y 250 vatios, son utilizadas bien para pequeñas o reducidas áreas de cultivo, bien para la zona de crecimiento vegetativo, sea de clones o madres o de ambos a la vez. Algunos cultivadores expertos utilizan estas lámparas en las primeras fases del período vegetativo, para luego finalizar el crecimiento y pasar posteriormente a la floración con luces más potentes de 400, 600 e incluso 1.000 vatios. Continuemos; las lámparas de sodio de 400 vatios hoy por hoy son las más utilizadas, por su capacidad digamos todoterreno, es la potencia a partir de la cual entramos en el terreno verdaderamente eficaz y completo. Con esta lámpara obtendremos la iluminación suficiente para un metro cuadrado de zona de cultivo, cubriendo necesidades, tanto de luz como de distribución de espectro, de manera óptima y eficaz. Si mantenemos las distancias aconsejadas, y dependiendo, eso sí, del método o pantalla de reflexión que escojamos; "el objeto habrá sido seleccionado", es decir, podemos llegar a conseguir más de un gramo por cogollo seco por vatio consumido de luz, en este caso sería: 400 vatios = 400 gramos (en los cultivos iniciales es normal obtener 0,25 gramos por vatio consumido. No hay que preocuparse, el aprendizaje es progresivo, dependiendo además de la variedad elegida).
La variedad de lámparas de 400 vatios (HPS) es amplia; todas son más o menos parecidas, casi todas tienen más o menos las mismas cualidades, lúmenes, espectro, etc. Sólo varía la durabilidad; pero hay un par de modelos que vale la pena destacar, que son la lámpara de 400 vatios (HPS) Son T-Agro de Philips y la T Grolux de Sylvania. Estas lámparas emiten, entre un 20% y un 30% más de espectro azul que las lámparas de 400 vatios de modelos estándar. También, producen entre un 5% y un 6% más de luz total, lo que las convierte en ideales para cultivadores aventajados, pues ese porcentaje de más de gama de espectro en azules es óptimo para el período de crecimiento de las plantas, a la vez dan más rendimiento que las bombillas estándar. Estas lámparas son usadas de varias formas: como lámpara de crecimiento (ciclo de 18 horas) y a la vez en floración (ciclo de 12 horas) sin necesidad de cambiarla en el momento de cambiar el período de floración; y también como lámpara de crecimiento (18 horas), cambiando durante el período de floración (12 horas) por una de 400 vatios del tipo T-Plus de Philips o una TS de Sylvania, ya que esta últimas, al no tener ese tanto por ciento más de espectro de luz azul, su emisión es más anaranjada y favorece el proceso de floración y maduración de las plantas.
Continuaremos con las lámparas de 600 y 1.000 vatios (HPS). Estamos hablando de los pesos pesados de la familia HID. Las de 600 vatios ofrecen un rendimiento óptimo, ya que pueden darnos desde los 81.000 lúmenes y 135 LPW de la Osram/planta 600w, pasando por los 85.000 lúmenes y 142 LPW de la Sylvanis SHP-TS 600w y de la Philips Son T-Plus 600w; esto las convierte en unas lámparas de alto rendimiento. Así pues, cultivando con estas potencias podemos llegar a obtener muy buenas producciones tanto en cantidad, como en tiempo final empleado. Sólo hay que tener en cuenta un par de cosas: los equipos y componentes, al igual que las lámparas, son bastante más caros y dependiendo de la zona, suele ser más problemático que si usamos equipos de menor potencia en lo que se refiere al calor, a la temperatura que emiten las lámparas, pues tiende a ser elevada, y en invierno, aún, pero cuando lleguen los meses de mayo y junio... Y no digamos ya en plena canícula. La cosa se puede complicar bastante si no tenemos muy en cuenta el tema de la extracción/ventilación del aire.
Y finalizaremos con las lámparas de 1.000 vatios (HPS). Estas potencias muy utilizadas sobre todo en Estados Unidos y Canadá, pues allí la electricidad es bastante más barata que aquí, lo cual es importante a la hora de utilizar estas lámparas. No suelen ser muy comunes aquí. Como dato, los 145 LPW que puedes alcanzar.

Varios modelos de lámparas Agrolite válidas para el cultivo.

Semillas y Macetas (imprescindibles): Lo mejor si eres novato, es pedirle a algún colega que te pase unos esquejes; eso sí, recuerda ser agradecido cuando tengas tu cosecha, que a más de uno el humo del porro le hace olvidar sus amistades. Si no tienes colegas que te los den, lo mejor es comprar unas semillas baratas preferiblemente índicas, ya que por lo general se manifiestan más resistentes (seguro que alguna chapuza les haces :D ) y más productivas y rápidas, cosa que en la primera cosecha se agradece bastante.
Las macetas interesa que sean cuadradas para aprovechar el espacio al máximo, aunque esto es mejor hacerlo si vamos a usar esquejes con la técnica de Sea of Green,. Si vamos a usar semillas, podemos usar las de los chino, aunque puede que no nos sirvan en el futuro, así que vosotros mismos.

Termómetro (prescindible): Un termómetro es útil para verificar si la temperatura es la adecuada. Úsalo si dudas de que lo sea. Lo mejor son sobre los 24 grados.

Intractores/ Extractores de Aire (imprescindibles): En función de las temperaturas que pueda alcanzar tu cuarto de cultivo, necesitarás uno más o menos potente. Los volúmenes movidos por los ventiladores usados van de 80m3 hasta 500m3. Lo normal de 160m3 a 250m3 (por hora, creo).
Un intractor es un extractor colocado al revés para que introduzca aire fresco en la habitación; si tu extractor es bastante potente, puedes olvidarte de él por el momento, y simplemente hacer un agujero de entrada; debe estar situado en el lado opuesto al extractos, es decir, si éste está en la esquina superior derecha, el intractor debe estar en la inferior derecha. Se debe colocar un filtro en el ventilador de entrada si lo usamos, para evitar que entren insectos nocivos o porquería de la calle. En los ventiladores de salida es interesante colocar un filtro de carbón para neutralizar el olor que puede atraer la atención de los vecinos (pregunta en tu Grow Shop).

Substrato (imprescindible): Mi recomendación es que comiences con una mezcla de tierra preparada, así te comerás poco el tarro, aunque lo mejor sería prepararla en casa con varios componentes; en el mercado hay muchas lo bastante buenas como para sacar unas cosechas interesantes.
La función primaria de un sustrato ya sea de tipo orgánico o inorgánico, es proporcionar fijación a la planta y un buen ambiente para el crecimiento y desarrollo de las raíces. Se debe suministrar equilibradamente oxígeno, agua y nutrientes a este sistema complejo y dinámico. Las raíces no pueden absorber agua y nutrientes sin oxígeno. Durante el proceso de respiración de las raíces existe un suministro constante de dióxido de carbono (CO2) al sustrato. Se debe permitir escapar a este dióxido de carbono a la atmósfera para que sea sustituido por oxígeno. El CO2, por tanto, es inversamente proporcional al oxígeno y es difícil predecir si el substrato tiene deficiencia de oxígeno o excesos tóxicos de CO2 cuando las plantas no ofrecen un desarrollo adecuado. En general, la mayoría de las plantas requieren de oxígeno en el medio de enraizamiento para su desarrollo normal, cuando por alguna circunstancia los niveles de dicho elemento en el suelo son deprimidos, la actividad respiratoria y metabólica de las plantas se inhiben afectando todos los procesos vitales que determinan su desarrollo de crecimiento.
El establecimiento de estrés oxidativo en el cannabis, se ocasiona por los continuos cambios ambientales que soportan las plantas, sobre todo por las sequías prolongadas ya sean naturales o inducidas, y pueden llevar a la pérdida de funciones metabólicas, llegando incluso a la destrucción del tejido, a la vez que puede ocasionar la muerte de la planta. El cannabis responde ante esto con un crecimiento en la resina para evitar la desecación y con otros mecanismos de defensa fabricando antioxidantes no enzimáticos como las vitaminas (A, E y C) y enzimáticos (catalasa, peroxidasas, etc.).
La utilización de oxígeno en el suelo por parte de las plantas está controlada principalmente por factores físicos. Entre ellos cabe mencionar la cantidad de oxígeno aprovechable y la temperatura. La respiración de las raíces aumenta en gran magnitud a medida que se incrementa la temperatura. Simultáneamente, el coeficiente de solubilidad del oxígeno en el agua decrece, afectando a la actividad respiratoria. Las deficiencias de oxígeno en el cannabis da lugar a modificaciones morfológicas en la estructura de la planta.
Un substrato debe tener unas características básicas para el intercambio de oxígeno y retener suficiente cantidad de agua para que la planta asimile los nutrientes y respire a través de las raíces. Cuando el substrato es demasiado compacto o tiene sustancias o materiales que facilitan el encharcamiento y no drenan fluidamente, provocamos el pudrimiento de las mismas. El cannabis tiene un sistema radical muy perezoso y le cuesta abrirse paso ante materiales duros y compactos, por lo que habrá que deshacer los grumos y facilitar la libre circulación de las raíces por medio de materiales sueltos, fibrosos sin compactar. Muchos de estos grumos que no han sido bien desmenuzados en la preparación de los substratos, contienen gran concentración de nutrientes y puedes llegar a quemar las raíces adventicias más delicadas. Los distintos tipos de tierra se han de combinar con otros tipos de materiales orgánicos, como el humus y turbas de buena calidad; no obstante, su utilización para mejorar la calidad de los substratos, ha sido sustituida por otros materiales orgánicos e inorgánicos como la fibra de coco, perlita, vermiculita, lana de roca, otros materiales sintéticos (styromull, hygromull, etc) o incluso arena, con objeto de conseguir un máximo grado de esponjosidad, permeabilidad y retención de agua.
Estos substratos se pueden combinar también con fertilizantes biológicos o químicos para compensar las carencias o las necesidades específicas de nutrientes en el cultivo, siempre en cantidades perfectamente equilibradas.
Las turbas auténticas (generalmente rubias) para el cultivo de cannabis tienen un ph muy ácido (3-4) pero se compensan fácilmente con compost y otros materiales para adaptarse a las necesidades de la planta.

Fertilizantes (imprescindibles): Nuestras nenas comen como limas, y con el alimento del substrato no tienen ni para empezar, por lo que al cabo de un cierto tiempo debemos darles un aporte suplementario de nutrientes mediante el riego; conviene usar algunos que sean completos y equilibrados, y diferenciados para crecimiento y floración, aunque los hay de un solo paso muy buenos.

Insecticidas/ plaguicidas (depende): En principio no los necesitarás, y cuanto mejor sea la higiene, la ventilación y extracción de tu cultivo, menores son las probabilidades de que te hagan falta, pero no dejes de observar tus nenas, y al menor síntoma de plaga lleva una hoja a tu Grow Shop.

Plástico Reflectante (prescindible): Es interesante para aprovechar al máximo la luz, refractando la que se pierde por los laterales de nuevo sobre el cultivo; el mejor es el mylar, que parece un espejo y refleja la luz hasta un 98%. Sus pegas son que también refleja muy bien el calor y que es bastante caro, pero si eres de los que quieren lo mejor, usa éste.
En último término, pintura blanca en las paredes, y si te queda algo sin cubrir, hazte una especie de biombo con una caja de cartón grande. Si vas muy apurado de pasta, puedes prescindir del plástico; sacarás menos hierba pero sacarás de todos modos.

Ventilador (prescindible): Conviene tener uno colocado junto al intractor o la entrada de aire. El aire en los cultivos de interior tiende a hacer el mismo recorrido desde la entrada a la salida, no necesariamente pasando por tus plantas, por lo que conviene tener un ventilador para que lo distribuya; si no te alcanza la pasta, ya te lo comprarás con lo que te ahorres en pillar por ahí después de la primera cosecha.

EN LOS PRIMEROS PASOS... CUIDADO NO TROPEZAR

Bueno, habiendo dejado claro los materiales que necesitamos, vamos a pasar a los errores más frecuentes entre los novatos; recordad que se aprende más de los errores que de los aciertos, así que si la cagáis, aprovechad la experiencia para aprender y no repetirla jamás.
La mayoría de los novatos cuidan las plantas en exceso, ocasionándoles graves perjuicios por tratarlas con demasiado cariño; estos son los pecados capitales del principiante:
El primero de estos excesos es el exceso de riego. Pese a que en muchos sitios hayáis leído que la cannabis requiere abundante agua, en interior no necesita tanta.
Sus necesidades dependen de la temperatura, ventilación, tamaño de la planta y de la maceta; cuando las plantas son jóvenes es cierto que conviene pasarse a quedarse corto, pero desde el momento en que contamos con plantas de un palmo o dos, podemos regarlas y dejarlas sin agua hasta que bajen las hojas (síntoma de falta de riego); si por ejemplo tardaron cuatro días en bajarlas, ya sabes que debes regar cada tres, es decir, dejar que la tierra se seque al máximo sin permitir que la planta pase sed.
Otro exceso es la sobrefertilización; muchos fabricantes recomiendan dosis bajas para asegurarse de que jamás tengas problemas de sobrefertilización con sus recomendaciones, si bien es cierto que a veces estas dosis se pueden aumentar; no lo hagas si eres novato; es mucho mejor que a tus plantas les falte alimento a que les sobre. Asesórate bien y realiza tus experimentos con cuidado, y a partir de la segunda o tercera cosecha.
La hipocondría, pecado fundamental del principiante; si ves una mancha en una hoja, no supongas ya que a tu planta le falta zinc; si amarillea una hoja, no corras a darle una doble dosis de nitrógeno; espera a que los síntomas estén más definidos antes de actuar; recuerda que si has seguido todos los pasos explicados hasta ahora, el mayor problema que tus plantas pueden tener probablemente eres tú, así que la no-actuación va a ser tu mejor arma.

LA SIEMBRA Y LA CRÍA PARA COSECHAR

La germinación de una semilla, cosa que ya todo el mundo debe saber, es su nacimiento, o mejor dicho, la provocación de su eclosión, valga la palabra, que cuando termina cuando los primeros colitedones afloran sobre la tierra. Si el cultivo lo realizamos en interior, no tiene demasiada importancia la época dela año en la que germinemos.
Es posible reconocer semillas válidas (con vida ) entre otras estériles simplemente apretándolas entre en dedo índice u pulgar, con una ligera presión (sin utilizar las uñas). Si están muy verdes, vacías o podridas, se romperán bajo la presión; las que resistan, a menos que sean muy viejas, germinarán.

Cuantos más tipos diferentes de semillas podamos reunir para una tanda de germinación, más disfrutaremos, puesto que al final aburre consumir una sola variedad de hierba. Si disponemos de muchas clases de semillas, conviene que la bandeja que usemos como semillero tenga apartados que podamos etiquetar; las hueveras de plástico funcionan de maravilla, pues crean a la vez una temperatura constante si la mantenemos cerrada.
El material que usemos para retener el agua, que es de lo que se trata, puede ser muy variado:algodón, celulosa, papel de water, o cualquier otro material que sea absorbente y se deshaga fácilmente una vez húmedo. Algunas veces, el algodón es demasiado consistente a la hora de sacar la raíz que se enreda en su interior, con lo que puede romper.
En las explicaciones que siguen, se usará algún tipo de papel higiénico: se rellena cada uno de los apartados con una base de papel higiénico (6 u 8 capas); mojarlo totalmente sin inundarlo, y a continuación colocar las correspondientes semillas, estratégicamente separadas; volver a cubrir las semillas con papel de nuevo y humedecer para que toda la superficie de la semilla esté en contacto con el agua. Poner la bandeja en la cocina o en el lavabo junto a un grifo y en un sitio donde entremos a menudo, para no olvidar darle una rociada cada día. Si las semillas son buenas y se hace bien, al segundo o tercer día, empezarán a abrirse y saldrán las primeras puntillas de las raíces; cuando esa puntilla alcance un centímetro o dos ( 4º o 5º día), la plantaremos a una maceta con su nombre, al principio pequeña para que crezca más a lo ancho que a lo alto (que no se estire). Más tarde, cuando empiece a amarillear, necesitará un trasplante a una maceta de 2 litros como mínimo para que pueda definir su sexo.
Por supuesto, éste es uno de los muchos sistemas de germinación. Mucha gente planta directamente la semilla en la tierra y espera que crezca sin demasiados cuidados y con buenos resultados.
Una vez enterradas las semillas, a una profundidad de no más de medio centímetro, las regaremos, sin pasarnos; no es cuestión ni de regar cada media hora ni de mantener la tierra siempre empapada, lo cual sólo contribuiría a que las incipientes raíces se pudran.
Los tiestos los mantendremos en un lugar a la sombra hasta que germinen; una vez nacidas, ya las podemos poner en el cuarto de cultivo bajo la lámpara que usemos, manteniendo una distancia de seguridad y observando como se comportan al cambio de ambiente y a la temperatura.
El trasplante en sí no debiese darnos el mayor problema, si lo realizamos con cuidado, la planta no notará la diferencia. Debemos sujetar la maceta por la base con una mano, mientras con la otra cubrimos la parte superior, dejando salir con cuidado por entre los dedos el tallo de la planta, sin apretarlo y con cuidado para no doblarlo ni romperlo, y giramos, dando la vuelta a todo; así, ahora, la planta queda hacia abajo y la base de la maceta hacia arriba. Tiraros con cuidado de la maceta hacia arriba, teniendo cuenta de que el cepellón se desprenda tranquilamente liberándose de ésta, sin deshacérsenos entre las manos. Sujetamos firmemente el cepellón y lo volvemos a su posición original, con la planta hacia arriba, y lo colocamos sobre la maceta más grande que la anterior (previamente pondremos el drenaje y cubriremos con un poco de substrato). Si el tallo se nos ha espigado mucho durante el crecimiento, enterraremos la planta hasta llegar cerca de los colitedones o falsas hojas.
Si hemos realizado la operación con el debido cuidado, no tendremos el más mínimo problema. Las plantas no sufrirán ni notarán el cambio. Bueno, esto último, si, pues las raíces tienen más espacio para desarrollarse y más alimento al que acceder, y en pocos días, veremos como nuestras plantas comienzan a medrar sin problemas. En cultivos de interior, dependiendo de la intensidad del foco y la distancia respecto a las plantas, se desarrollará la floración. Ejemplo: una lámpara de 400 vatios a 30 centímetros de la cima, producirá plantas de unos 40-50 centímetros de altura con cogollos generosos; los restantes no serán tan fotogénicos; también el peso de la cima puede doblarlas o tapar toda la luz al resto de la planta, por lo que interesa producir especímenes pequeños.
En los días posteriores seguiremos manteniendo una lámpara de alta presión de sodio de 400 vatios (durante 16-18 horas) a unos 30 centímetros sobre las plantas y una tierra rica, abonada (por ejemplo: humus de lombriz), y algo de perlita para favorecer la oxigenación de las raíces. Será suficiente para que las plantas crezcan como deben con la mínima separación entre niveles o nudos, expandiéndose y no alargándose, desarrollando las ramas inferiores a la misma velocidad que la cima; si esta sube mucho, la solución para que no sobrepase las demás plantas, es cortarle la cabeza, aunque sea muy duro tanto como para principiantes como para los viejos cultivadores; esto no nos debe preocupar, pues se conseguirá una planta bicéfala al cabo de una semana.
Como el riego se produce a poco centímetros de la raíz, el resto aéreo de la planta pide algo equivalente a una lluvia tibia, cosa que se consigue pasando un paño húmedo sobre hojas y tallos, cuando menos una vez al mes, y mejor cada quince días. El sistema de espolvorearlas con un spray es delicado, ya que las bombillas de HID pueden estallar si son tocadas por cualquier tipo de líquido fresco mientras están encendidas; sin especial precaución, sólo procede hacerlo antes de encenderlas, pero entonces topamos con el obstáculo de interrumpir la fase de oscuridad, cosa que perturba su crecimiento.
Más fundamental aún que lavar la planta es conseguir un recinto ventilado, sin estratificaciones en la atmósfera, lo cual exige en primer término mover el aire con algún ventilador de giro. Lo perfecto es complementarlo con una ventana o un simple respiradero y hacerlo funcionar si no continuamente, sí varias veces al día durante unas horas. En habitáculos cerrados, como un sótano, por ejemplo, será preciso abrir el recinto de cuando en cuando. Si la habitación no es grande, bastarán cinco minutos para renovar el aire completamente.
Cuando la planta tenga la altura deseada, simplemente se reducirá el régimen de luz a 12 horas de luz para inducir el proceso de floración. Estas 12 horas de oscuridad, forzarán a la planta a florecer; es importante que la oscuridad sea total; polución de luz en esos momentos puede evitar que los cogollos se desarrollen correctamente. El uso de temporizadores es obligado, pues los fotoperíodos deben ser exactos.
En cultivos de interior, el proceso final de floración resulta más controlable, pues se sabe que las índicas en 12 semanas están a punto, mientras que las sativas no acaban nunca por debajo de las 16-20 semanas.
Por eso, estas últimas se desaconsejan, salvo en los casos en que el final de floración coincide con el ciclo exterior tardío, es decir, octubre; las podemos forzar sacándolas al exterior con 11 o 12 horas de luz natural para que cogollen lentamente y así ahorramos bombilla.

INSTRUMENTOS DE CULTIVO AVANZADOS

Un refinamiento adicional incluye generadores de anhídrido carbónico, que sientan a las plantas tan bien como nos sientan a nosotros bombonas de oxígeno puro, y cuyo funcionamiento puede automatizarse con temporizadores. Sin embargo, son artefactos aún caros, y capaces de calentar excesivamente el cuarto. La solución del ahorrativo será buscar otros sistemas para liberar anhídrido carbónico en la fase final de floración, porque aumenta mucho el crecimiento. La marihuana es capaz de absorber una cantidad de anhídrido carbónico (CO2) del aire, en una concentración mucho mayor a la que se encuentra en la atmósfera. El aire contiene un 0.003% de CO2 y las plantas experimentan un aumento del crecimiento de casi el doble bajo concentraciones de CO2 del 0.015%. Aunque el CO2 es incoloro, inodoro y no es inflamable, puede ser peligroso rebasar los límites establecidos.
Recomendable y barato es el desionizador, un generador de iones negativos, que purificará el aire; este elemento produce una atmósfera de frescura, con el aroma típico del campo después de un aguacero, y mejor la salud del jardín al neutralizar hongos, esporas y agentes contaminantes. En realidad, es algo sano también para cualquier otra parte de la casa.

PLANTAR DENTRO Y CRECER FUERA

Es mucho más sencillo adaptar una semilla de interior a exterior que a la inversa . La luz del sol tiene muchos rayos ultravioleta que quemarían a una planta crecida bajo luz artificial, si se la somete a dicho cambio de forma brusca.
Si por el contrario dicho cambio es hecho paulatinamente la aclimatación será perfecta. Conviene improvisar un pequeño invernadero con plástico o similar hasta que puedan soportar la luz directa. Muchos cultivadores de exterior comienzan la plantación en interiores. Hay semillas aptas tanto para interior como para invernadero.
Adaptar una planta de exterior a interior no vale la pena. Hay semillas aptas para balcones con buenos resultados. El problema del cultivo exterior es que a pesar de que se cultiven grandes plantas, éstas están expuestas durante meses al clima y a las plagas, y sólo hay una cosecha por año.
Al realizar este tipo de cultivo híbrido, se pueden germinar los semilleros antes de la época habitual de siembra en exterior, con lo que se alarga la fase vegetativa de la planta y se pueden obtener individuos mayores que cultivando solamente fuera o solamente dentro. Pero cuidado, si las pasas a la calle demasiado pronto (en febrero o así), pueden florecer.
Muchas gracias por tu aporte
 
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