LA FUGA (escribe enchavao que algo te queda)

roolc

Semilla
15 Noviembre 2003
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LA FUGA

Hace un año, en una obscura noche en que era vilmente maltratado por el insomnio, tomé la decisión de liberar mi cuerpo de la presencia intranquila de mi espíritu. Para ello debería poner en práctica una vieja teoría zoroastriana aprendida en Madras durante los años de mi juventud, mediante la cual, previa una concentración, se va sacando lentamente el espíritu del cuerpo hasta dejarlo completamente vacío, y luego, colocándole a un lado, se le pone a disfrutar de la absoluta quietud de su concha inerme antes de regresar a ella.

Considerando que nunca había logrado poner en práctica plenamente el doloroso método aprendido del viejo Pilai, mi profesor de ociosidades orientales, dudé un poco al principio. Debo reconocer que por cobardía; remotamente recordaba lo que me había dolido sacarme apenas un octavo del alma en mis primeras prácticas de aquellos tiempos. Ya que a diferencia de una arraigada creencia popular, en estos ejercicios mágicos el alma no sale de un solo golpe. Según la técnica hindú debe irse sacando poco a poco, apenas sin moverse y respirando muy suavemente para que no se raye con las paredes del organismo de donde va saliendo.

Pero a pesar de mis temores, viendo que no había forma de conciliar el sueño, tomé la decisión y me concentré para salir un rato. No obstante que los primeros momentos fueron de una gran tensión, apenas iniciaba la labor y al ir sintiendo cómo me iba escapando paulatinamente de mí mismo, me entusiasmé bastante y superé el impacto del tremendo dolor inicial y el desagradable crujido del alma al despegarse del conjunto de la materia orgánica.

Aproximadamente a la hora ya estaba completamente afuera, sorprendido y feliz de mi gran habilidad para volverme un desalmado. Ya repuesto, me senté (yo diría más bien que floté) en un viejo sillón que se encuentra al lado de mi cama y desde allí, maravillado vi el milagro de mi cuerpo descansando sonriente y sudoroso en el lecho. Parecía un cadáver y apenas si respiraba. Sin hacer mucho ruido para no despertar a nadie bajé hasta la cocina. Como sentía hambre traté de prepararme un emparedado, pero riendo me di cuenta de que no era posible. El recuerdo de mi apetito me había hecho olvidar la peculiar condición en que me encontraba. Salí al jardín y caminé por todos los rincones en una larga hora plena de maravillosa ausencia de olores y sentidos. Me puse a meditar sobre varios problemas que tendría que resolver al día siguiente, y al rato, sintiendo un poco de sueño decidí regresar al cuarto para reincorporarme a mi persona.

Lamentablemente allí empezó el problema. Al tratar de entrar por el mismo costado por el cual había salido, fracasé. Aún cuando cuidadosamente puse en práctica toda la técnica que me habían enseñado no obtuve ningún resultado positivo. Me coloqué del otro lado empujando con suavidad y nada. Empujé de nuevo, esta vez con fuerza, pero tampoco. Definitivamente no podía volver a entrar dentro de mí. Ya próximo a la desesperación traté de despertar el cuerpo, colérico y con una ridícula voz que no se oía sino en mí mismo. Quise gritar, pero todo fué inútil, nadie me oyó. La fuerza de mis existentes pulmones se perdió en el vacío retumbándome sin salida en lo más recóndito de la conciencia.

Recuerdo claramente que mi cuerpo apenas si respiraba y vi angustiado cómo su pulso se iba apagando a cada momento mientras se acentuaba su fría rigidez. Traté de producir ruido para pedir auxilio, pero todos fueron gestos cómicos e inútiles que se dieron en el infinito mundo de mi imaginación; ya al final, llorando como un niño me dejé abandonar y caí a un lado de mí mismo quedándome adormitado fuertemente agarrado a mi querido cuerpo.

Por la mañana me despertó el grito de mi mujer angustiada confirmándome lo que temía: la presencia de mi cadáver en la cama.

Lo demás ha sido puro recuerdo. Tal vez el hábito de imaginar y de recordar. Una pesadilla única que no puedo expresar. El velorio. El entierro. Toda aquella gente llorando. Otras riendo y yo en el medio sin poderles decir que estaba vivo.

Así vi cómo se acumularon todos los signos precursores de una horrorosa conmoción en mi existencia. Sabía que desde entonces viviría para siempre sólo, completamente solo. No volvería a hablar con nadie. No recibiría ni daría nada.

Hoy maldigo el insomnio de aquella noche abominable en la que mi ociosidad sin límites y las malditas artes orientales me llevaron a ser lo que nunca quise: un anónimo sin voz, un ser inexistente, una opinión invisible que se pierde en silencio confundida con la inmensa muchedumbre que se arrastra por todos los rincones del planeta.
 

ganjabug

Semilla
19 Noviembre 2003
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mi palabras rosan el viaento para tocar tus oidos y hacerte sentir la mujer mas bella que pueda iluminar este mundo.... te amo..... :fumador2: angela
 

ganjabug

Semilla
19 Noviembre 2003
32
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CHAMO YO SI SOY PAJUO VALE, LE ESCRIBI ESE POEMA A ESA BICHA, DE PANA QUE LO Q ESTABA ERA TRIPENADO.... :twisted: :fumador2:
 
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