Guatemala.- Dulce es una vendedora ambulante. El negocio va bien. Durante toda la Semana Santa ofreció el bálsamo milagroso llamado Mariguanol. Según las indicaciones, alivia dolores artríticos, reumáticos y golpes. Contiene mentol, extracto de pino, eucalipto y una dosis de marihuana.
Dulce grita y ofrece sin tapujos lo cual despierta la duda si realmente la contiene. Pero como se podrá comprobar, aquí no se trata de hacer una apología de la droga, ni tan siquiera una incitación al consumo, sino de poner a disposición del público una pomada con un nombre que revive el uso de una planta medicinal milenaria; un recurso al que se le reconoce su riqueza nutritiva y sus virtudes para el medio ambiente, la industria textil, la construcción, la fabricación de papel y de muchos otros productos. Un producto idílico que destapa pasiones tanto como procesos de criminalización.
Pese a las paulatinas prohibiciones, la marihuana sigue siendo parte de la historia reciente de la humanidad. En el umbral de los cincuenta, su influencia contribuyó a la formación de la Generación Beat. A principios de los sesenta, la cultura underground americana invadió Europa y su expresión más inmediata, junto al rock ‘n’ roll, fue la costumbre de fumar marihuana. En Inglaterra y Holanda, sumergidos por la marea de la hierba, nacieron los primeros movimientos fantasiosos de la rebelión juvenil como los Provos y el Flower Power.
También hubo historias descabelladas que involucraban a famosos como Mick Jagger hasta los músicos de la capital del jazz, Nueva Orleans. Pero si algo era francamente delicioso eran las anécdotas que se alimentaban por la veda. Por ejemplo, mientras los primeros hippies partieron hacia la India en busca de hachís y sabiduría oriental, se decía que en América se emprendió una cacería contra quienes esparcían semillas en todas las tierras del Medioeste.
En 1969, el Día de San Valentín, treinta mil cigarrillos de marihuana fueron enviados por correo junto con un manifiesto contra el desarme. En total, existen muchísimas anécdotas que rayaban en la ingenuidad pero también en la inalterable decisión de rescatar y hacer propia la cultura de la marihuana, expresando que fumada, bebida o comida, permite una vida más placentera, sin molestar a otros. Como Baudelaire, firmes creyentes de que la creatividad puede fortalecerse con el uso de la cannabis.
Por Rosina Cazali
Fuente ElPeriodico
One Response
Yo he querido comprar, pero no me atrevo porque no me da buena espina. El problema es que yo te hecho solo estaría interesado si de hecho contiene marihuana; en cantidades significativas. Y de esa manera tristemente no se tiene certeza ‘legal’ de lo que se esta comprando. Me conformaría entonces con un destilado de la hierba; pero igual lo mismo. Obv el problema real es que todo tipo de consumo y transacción debería de ser legal, y de venta libre; no como tan estúpidamente esta ahora…