Hace mucho tiempo atrás, el gran país del norte de América, Estados Unidos, estaba enamorado del cáñamo industrial. Ya todos sabemos que, además de las velas de Cristóbal Colón, la bandera estadounidense y los papeles con que se declaró su independencia fueron confeccionados con fibra de cáñamo. Se dice que hasta los padres fundadores George Washington y Thomas Jefferson cultivaban cáñamo en sus tierras.
La relación continuó durante las siguientes décadas. “Si nos remontamos a la década de 1940, Estados Unidos fue un productor de cáñamo muy grande”, dijo a la BBC Isaac Campos, experto en narcotráfico de la Universidad de Cincinnati. “Era más rentable que el maíz y la soja”, agregó. Incluso, durante la Segunda Guerra Mundial era tan importante para los militares que los agricultores que lo cultivaban y sus hijos estaban exentos del servicio militar.
Sin embargo, su relación con el cannabis y su composición que incluye THC, aunque en una proporción muy baja, ha prohibido su producción desde que Reagan desató la fallida guerra contra las drogas.
Nuevos vientos están soplando en la potencia mundial, sobre todo, luego de que Estados como Oregon, Dakota del Norte, Vermont, Montana y Virginia Occidental han respaldado su cultivo legal. Ahora, el gobierno federal se apresta a dar al cáñamo la luz verde que la marihuana, de la misma familia cannabis, quisiera recibir.
Así lo hizo saber el Congreso estadounidense el miércoles, con la aprobación de una propuesta de ley agrícola que elimina al cáñamo de la lista de sustancias reguladas por el gobierno federal y califica a la versión de cannabis con poco THC como cualquier otra cosecha agrícola. THC es el compuesto estupefaciente del cannabis. Se prevé que el presidente Donald Trump promulgue la iniciativa la próxima semana.
La proclamación allana todavía más el camino para una mayor expansión de una industria que ya tiene un crecimiento explosivo debido a la creciente demanda por cannabidiol, o CBD, compuesto no psicoactivo hallado en el cáñamo y que muchos ven como beneficioso para la salud.
La legalización federal podría triplicar el mercado general del cáñamo a 2.500 millones de dólares para 2022, con 1.300 millones de esas ventas en productos con CBD derivados de cáñamo, de acuerdo con New Frontier Data, firma de investigaciones de mercado de cannabis.
Llegará el efecto dominó
“Esto es muy importante porque habrá un efecto dominó. Es decir, ahora los bancos pueden involucrarse, y si los bancos se involucran las compañías de tarjeta de crédito pueden involucrarse, y si ello ocurre, las grandes tiendas minoristas van a querer parte de ese mercado como Target y Wal-Mart”, explicó Sean Murphy, analista de New Frontier que estudia el sector desde 2015.
De ser aprobado a nivel nacional, el cáñamo que ya es legal en varios Estados gozaría de una serie de beneficios. Los cultivadores podrán comprar pólizas de seguro para sus cosechas, solicitar subsidios y préstamos y deducir sus gastos de los impuestos, como cualquier otro agricultor. Además, podrán transportar sus productos de un estado a otro sin temor a ser arrestados, siempre y cuando no violen las directrices de la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA).