Algunos cultivadores se preguntan si es posible sacar esquejes de autoflorecientes. La respuesta es ambigua: SI y NO .
Pero vamos a explicar en este post el por qué de nuestra respuesta para que el que tenga dudas, las pueda comprender.
Qué son las variedades autoflorecientes
Para empezar, hablemos un poco de las autoflorecientes. Es común llamarles Ruderalis a las autoflorecientes, pero esto no es del todo correcto.
De por sí, la Ruderalis es una especie sin mucho interés ya que produce cantidades muy bajas de cannabinoides, en especial de THC.
En el mundillo cannábico, se comenzó a hablar de ella a raíz de una foto publicada en el catálogo del banco holandés The Seed Bank en el año 1986, propiedad de Nevil Schoenmakers.
En este catálogo famoso por varios motivos, se podía ver una planta Ruderalis creciendo alegremente al borde de una autopista en Hungría.
La característica más especial de las Ruderalis, es que a diferencia de variedades de cannabis índica y sativa, no depende de fotoperíodos para completar sus ciclos.
Durante años de evolución, esta variedad de cannabis consiguió adaptarse a las duras condiciones del norte de Europa y Rusia.
No fue hasta 20 años después, hace aproximadamente 15 años, cuando comenzó el boom de las variedades de marihuana autoflorecientes.
Fue entonces cuando diversos bancos de semillas comenzaron a trabajar con genética Ruderalis. Cruzándolas con índicas o sativas durante al menos dos generaciones, han conseguido fijar el gen autofloreciente.
Cómo se comportan las variedades autoflorecientes
Lejos quedan las primeras autoflorecientes que unos 15 años comenzaron a verse en el mercado. Eran plantas muy pequeñas que rara vez solían superar los 50cm de altura.
Lógicamente, los rendimientos eran acordes a su tamaño, bastante pobres. Y la calidad de la cosecha también era bastante inferior a lo que estábamos acostumbrados.
Hoy en día, las autos han sufrido una gran evolución. No es difícil conseguir plantas que alcancen los 120-150cm de altura y rendimientos superiores a los 200 gramos.
Las autoflorecientes tienen todas un comportamiento similar. Tienen un periodo vegetativo o de crecimiento muy corto, de aproximadamente 3-4 semanas.
Pasado este tiempo e independientemente de la cantidad de luz que reciban, comienzan a florecer. En total, las más rápidas se pueden cosechar en unas 8 semanas desde la fecha de germinación.
Las más sativas pueden llegar a los 3 meses en total. Este comportamiento autofloreciente es lo que las hace totalmente diferentes a las variedades fotodependientes, con sus pros y sus contras.
Son una gran opción para muchos cultivadores por muchos motivos. Por ejemplo en exterior no es necesario esperar a la cosecha de temporada.
Es posible cosechar autoflorecientes en junio mientras esperamos la cosecha de final del verano sin la despensa vacía.
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También al tener un período de crecimiento tan corto, por lo general son plantas muy discretas, ideales para terrazas, balcones, guerrillas o pequeños jardines, lugares en donde no llamarán la atención.
Por otro lado, las contras son precisamente el corto período de crecimiento. Durante esas 3-4 semanas, si no garantizamos a la planta unas condiciones óptimas, se puede quedar muy pequeña.
Y si una planta es pequeña en el momento en que comience a florecer, no crecerá mucho más antes del cambio automático de fase.
Esto como consecuencia tendrá producciones muy pobres. Otra aspecto negativo, es que una autofloreciente nunca será una buena planta donante de esquejes.
¿Esquejes de autoflorecientes?
Se suele decir que los esquejes de autoflorecientes no son viables porque no enraízan. Pero el motivo es otro completamente diferente como veremos.
Un clon o esqueje es una copia idéntica de la planta a la que pertenece. Tendrá el mismo sabor, el mismo aroma, la misma potencia, el período de floración, etc.
Pero lo más importante en el caso que tratamos hoy, es que tendrá su misma edad genética. Pueden ser meses o incluso muchísimos años.
Es decir que si una autofloreciente tiene 3 semanas, sus esquejes tendrán una edad genética de 3 semanas. Porque antes de las 3 semanas, la planta apenas tendrá ramas que poder esquejar.
Por ello, si la planta comienza a florecer entre la tercera y la cuarta semana, el esqueje que hemos sacado en la tercera semana también comenzará a florecer.
En ese momento con el esqueje concentrando las energías en el inicio de la floración, tiene complicado dividirlas para al mismo tiempo generar raíces.
Y sin raíces el esqueje terminará muriendo. Recordemos que ni aún con el aporte de horas extras de luz conseguiremos revertir la floración de una variedad autofloreciente.
Podríamos por ejemplo hacer un esqueje de la punta apical cuando la planta cuente 4-5 nudos definidos, puede que a las dos semanas de la germinación. En este caso sí sería fácil que enraíce.
Pero estaremos sacrificando el principal brote de crecimiento, por lo que tendremos una planta que no crecerá en exceso. Que ya de por sí en ocasiones no es mucho.
Y por otro lado tendremos un esqueje enraizado que comenzará a florecer al mismo tiempo que su madre, es decir que apenas tendrá unos días de crecimiento.
También es posible hacer esquejes de autoflorecientes de períodos de crecimiento más largos. Existe alguna que no comienza a florecer hasta la quinta o sexta semana desde la germinación.
En este caso los esquejes enraizados contarán al menos con 2-3 semanas por delante de crecimiento antes del comienzo de la floración.
¿Es útil sacar esquejes de autoflorecientes?
La respuesta es un rotundo NO. Lo que pueden llegar a producir estos esquejes de autoflorecientes, siempre será mucho menos de lo que produciría esa misma rama si no la hubiésemos sacado de la planta.
Las variedades autoflorecientes agradecen un crecimiento sin estrés que pueda frenar su desarrollo. Con un período de crecimiento tan corto y limitado, cualquier estrés repercutirá en su tamaño final. Y esto en su producción.
Es por ello que se recomienda usar desde el primer momento una gran maceta y evitar trasplantes, ya que es un factor de estrés que en este caso no interesa.
Y tampoco se recomienda realizar podas, ya que la planta empleará energías en recuperarse en lugar de emplearla para su crecimiento.
Si la altura fuese un problema, siempre es preferible realizar un guiado del brote apical antes que cortar cualquier rama.