No hace mucho, los resultados de una investigación referente a los efectos del consumo de cannabis en el cerebro quedaron recogidos por numerosos medios de comunicación con la noticia de que se había demostrado científicamente que incluso el consumo esporádico de marihuana producía lesiones en el cerebro de los jóvenes. Pero ¿es realmente así?
Investigadores de la Universidad Noroccidental y de la Escuela de Medicina Harvard escanearon mediante resonancia magnética el cerebro de 20 adultos jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años y divididos en dos grupos. Los sujetos de uno de los grupos informaron que fumaban marihuana por lo menos una vez a la semana, con un promedio de unos once porros semanales, mientras que los otros participantes indicaron que habían consumido la droga menos de cinco veces o nada en absoluto durante el último año. Ninguno de los probandos presentaba trastornos psiquiátricos ni adicción, según evaluaron los psiquiatras.
El estudio por neuroimagen se centró en dos regiones cerebrales implicadas en los procesos de recompensa: el núcleo accumbens y la amígdala. Estas áreas producen una sensación de placer al comer o en las relaciones sexuales, así como el «subidón» asociado a las drogas. Según se ha demostrado en animales, el tetrahidrocannabinol (principal componente psicoactivo del cannabis) altera asimismo dichas regiones cerebrales.
Los investigadores hallaron que los usuarios de cannabis presentaban mayor densidad de materia gris en el núcleo accumbens izquierdo y en la amígdala siniestra, así como diferencias en la forma del núcleo accumbens izquierdo y en la amígdala derecha. Los usuarios tendían también a mostrar un núcleo accumbens izquierdo ligeramente mayor. Los autores concluyeron que el uso recreativo de marihuana podría hallarse asociado con anomalías en el sistema cerebral de recompensa. ¿Es eso cierto?
La principal duda que surge al considerar esta conclusión es que los escáneres se realizaron solo en un punto. Tal metodología permite comparar los dos grupos, pero no puede demostrar que el cannabis provocase distinciones entre ellos, ni siquiera que las diferencias observadas implicaban cambios a lo largo del tiempo. Podría tratarse de variaciones preexistentes; asimismo las alteraciones podrían deberse a que el consumo de cannabis y las modificaciones cerebrales estuvieran relacionadas con un tercer factor, como el tabaco (aunque el estudio procuró tener en cuenta el grado de tabaquismo).
Dicho esto, es plausible que las discrepancias fueran resultado del consumo de marihuana. Todas las sustancias psicoactivas son causa, por definición, de modificaciones en el cerebro. Las drogas recreativas, como el cannabis, estimulan el sistema de recompensa, inducen la liberación de dopamina en el núcleo accumbens y generan experiencias placenteras. Por ese motivo se recurre a ellas. El aumento de actividad dopaminérgica alterará de forma sutil el cerebro, pero incluso jugar a la lotería con asiduidad puede producir tal cambio.
Robin Murray, profesor de psiquiatría en el Colegio King de Londres, indica: «Es probable que se trate de modificaciones adaptativas, que desaparecerán cuando se abandone el consumo de cannabis». Los científicos no midieron el rendimiento cognitivo y tampoco encontraron correlaciones entre sus datos y la aparición de problemas de salud mental. Calificar de «daño» lo observado resulta, por consiguiente, arbitrario.
«Estas diferencias no se relacionaron con ningún problema», apunta Tom Freeman, investigador en el Colegio Universitario de Londres. «Hacen falta pruebas más concluyentes para afirmar que [las diferencias] resultan de alguna forma perniciosas.»
Datos comprobados
Se ha descubierto que el cannabis…
…provoca dependencia, en algún momento de la vida, en el 9 por ciento de las personas que lo han probado.
…merma diversos aspectos de la función cognitiva, sobre todo, de la memoria. Estas alteraciones pueden persistir varios días. Se ha observado que la eficacia cognitiva regresa al nivel de los no usuarios tras 28 días de abstinencia; no obstante, los datos sobre la duración de las pérdidas de recordación no están claros.
…puede reducir el volumen del hipocampo, región crítica para la memoria, aunque solo tras un consumo intenso y prolongado. Los datos que relacionan deterioros cognitivos y modificaciones concretas del cerebro no son concluyentes. Todavía se debate sobre cuáles de estas modificaciones resultan reversibles.