Aparte de la pregunta ética, el fondo del debate sobre la descriminalización de las drogas, tan de moda por estos días, es determinar si la cura es peor que la enfermedad.
Es decir, si al eliminar las penas por la posesión de esas sustancias, se dispara su consumo y la sociedad termina pagando un alto precio en salud pública, productividad y otras variables que no compensan los beneficios de la política.
Las respuestas, por supuesto, suelen ser abstractas, pues no existen muchos países que lo hayan intentado.
Hace un par de años el Instituto Cato, uno de los más prestigiosos en Estados Unidos, comisionó al investigador Glenn Greenwald para que realizara un profundo estudio sobre el programa de descriminalización de las drogas en Portugal, el primer país de la Unión Europea que abolió oficialmente en el 2001 todas las penas criminales por posesión personal de marihuana, cocaína, metanfetaminas, e inclusive heroína.
Y los resultados, que fueron dados a conocer hace poco en la capital de E.U., son impresionantes.
“Las estadísticas muestran, miradas desde casi todas las variables, que el marco de descriminalización portugués ha sido un éxito rotundo. Contiene lecciones que deberían volverse guía para el debate mundial sobre la política antidrogas”, dice el reporte en su introducción.
En el texto, que está basado en información recolectada por el Estado portugués, la ONU y el trabajo individual de Cato, se muestra, por ejemplo, cómo desde el 2001 -año en el que se inicia el programa- hasta el 2006, se registró un descenso promedio en el consumo de drogas en estudiantes entre los grados 7 y 12. Y en todas las variables: marihuana, cocaína, metanfetaminas, LSD, hongos.
Comparado con el resto de Europa, Portugal presenta también resultados asombrosos. En el caso de la marihuana, la droga más usada en el Viejo Continente, el país obtuvo entre 2001 y 2005 la tasa de consumo más baja entre los 14 países (el 10 por ciento dijo haber aprobado alguna vez en la vida la droga). Y de lejos pues, salvo Finlandia, todos los otros tienen tasas superiores, entre 15 y más del 30 por ciento.
En Estados Unidos, para ponerlo en contexto, los jóvenes de 12 años -donde el consumo de marihuana es el más bajo-, es del 39 por ciento.
En otras drogas, como la cocaína, a Portugal le va igual de bien si se mide con sus vecinos. Solo cinco países obtuvieron tasas de consumo inferior durante ese mismo período. En E.U., esa tasa es del 10 por ciento, la misma que tiene Portugal pero para la marihuana, una droga considerada mucho más ‘benigna’.
Lo más impresionante del ejemplo de Portugal es que cuando tomó la decisión de descriminalizar, el consumo de drogas del país era el más alto de Europa y se había convertido en todo un problema de salud pública.
En el modelo portugués, el tráfico sigue siendo un crimen mientras que la posesión -si bien no se castiga con cárcel o multa- obliga al usuario a presentarse ante una corte donde se le ofrece tratamiento médico y asesoría sicológica, que puede rechazar, pues es un programa voluntario.
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One Response
hola, muy interesante el artículo! este verano precisamete me voy pa portugal de vacaciones y no se que consecuencias podría tener pa unos españolitos que te pillen con hachis, entiendo que por tu artículo que nada? suena demasiado bien para ser verdad… podrías aclararme a que me atengo? puedes contestarme más o menos pronto… (me voy en breve de vacances). Gracias y uun saludo