La legalización del cannabis en Holanda.
Aunque hay muchas atracciones que atraen visitantes a los Países Bajos -incluidos su gente amistosa y franca, museos de clase mundial, arquitectura encantadora y elegantes escenas en los canales-, casi un cuarto de los más de cuatro millones de turistas extranjeros al año visita sus coffee-shops, donde se tolera la venta de pequeñas cantidades de cannabis.
Sin embargo, están contados los días de Amsterdam como destino para pasar vacaciones brumosas. El gobierno derechista del primer ministro Mark Rutte restringió con severidad las operaciones de las cafeterías y prohibió la venta de las drogas a los no residentes. Las medidas sobrevivieron a una objeción judicial y la oposición de funcionarios locales. La primera fase empezó el 1 de mayo: convirtió a las tiendas de las provincias de Zelanda, Brabante del Norte y Limburgo en establecimientos exclusivos para socios residentes en el país. Las nuevas reglas regirán en todo el país en 2013.
“Creo que para finales del año entrante ya no habrá turismo de drogas en los Países Bajos”, dijo en una entrevista en a Haya, Ard van der Steur, un parlamentario y portavoz del Partido del Pueblo parala Libertadyla Democraciade Rutte. “Hemos creado un increíble sector criminal del que necesitamos deshacernos”.
En sentido estricto, la venta de marihuana y hachís (una resina que se extrae del cannabis) no es legal, por lo que no es posible compararlo con el plan uruguayo de legalización de la venta. Sin embargo, una política de tolerancia de hace mucho tiempo -esencialmente, un conjunto de instrucciones del Ministerio de Justicia para la policía- significa que no se ejerce acción judicial en contra de operadores de cafeterías autorizadas, siempre que vendan cantidades limitadas y mantengan fuera las drogas duras y a los menores. También se permite que los holandeses cultiven hasta cinco plantas de marihuana para uso personal.
La tolerancia parece haber tenido éxito: a pesar que es fácil conseguirla, es muchísimo menos probable que los holandeses usen marihuana que los estadounidenses o muchos otros europeos. Cerca de 13,7 % de los estadounidenses usa marihuana, contra un 5,4 % de los holandeses, segúnla Oficinacontrala Drogay el Delito de Naciones Unidas.
Alex Stevens, un experto en política de drogas enla Universidadde Kent, argumenta que la política de tolerancia ha reducido el daño causado por la prohibición, en parte al separar los mercados de las drogas duras del de la marihuana (ese sí, uno de los objetivos de la idea del gobierno de José Mujica), y al sacar de las calles a los distribuidores de cannabis y meterlos en un entorno regulado.
El ímpetu para cambiar la política se originó, quién lo diría, por una escasez de lugares para estacionamiento. En la ciudad sureña de Maastricht, entre las fronteras alemana y belga, cientos de turistas de la droga entran diariamente en vehículos desde cualquier otra parte de Europa para comprar marihuana, creando una exasperante alteración en el tránsito.
Detectando una oportunidad, vendedores clandestinos empezaron a ofrecer a los conductores la opción de comprar su cannabis sin bajarse de sus coches para nada. Hasta los lugareños que apoyan las cafeterías están descontentos porque las drogas están de vuelta en las calles.
El ministro de Justicia de Rutte, Ivo Opstelten, explicó que desde mayo las cafeterías de las tres provincias sureñas se han convertido en clubes sólo para miembros, limitados a 2.000 clientes holandeses cada uno. Deberán llevar un registro y revisar identificaciones.
Casi todo el hachís que se vende en las cafeterías se importa, ilegalmente, de Afganistán, Pakistán, Líbano y Marruecos, lo que, dijo, irrita demasiado al gobierno derechista. Van der Steur dijo que el gobierno también empezó a tratar la marihuana de alta potencia como una droga dura, como la heroína y la cocaína, prohibiendo su venta en las cafeterías. Los cultivadores ahora producen una marihuana que es casi tres veces más fuerte de lo que era hace unas décadas, notó. “Cambió totalmente el producto, pero no así la política”, dijo.
Sin embargo, no se asegura el cambio.
Hasta ahora, los dueños de las cafeterías no han podido anular la prohibición de venderles a los extranjeros en los tribunales, pero la Asociaciónde Minoristas en Cannabis, que representa a las 680 cafeterías del país, presentó otra demanda. Se conocerá la causa en las próximas semanas. El Parlamento también es cauteloso de no pisotear las prerrogativas de los funcionarios locales, a muchos de los cuales les preocupa que el cambio conllevará el retorno al tráfico callejero y a los delitos que lo acompañan. Otros argumentan que los Países Bajos, que batallan para reducir su déficit presupuestario, no pueden darse el lujo de alejar a los turistas.
Eberhard van del Laan, el alcalde de Amsterdam, se opone al cambio en la política por motivos de seguridad y salud, aunque apoya el objetivo de reducir el uso de la droga suave entre los jóvenes, dijo Tahira Limon, una portavoz del ayuntamiento. Limon dijo que el alcalde está hablando con el gobierno sobre otros enfoques.
Las cafeterías no son realmente un problema para Amsterdam, en su opinión. “Los problemas que tenemos con el abuso de sustancias casi siempre están relacionados con el alcohol”, explicó. “Eso inquieta al pueblo holandés tanto como los extranjeros”.
Michael Veling, de 56 años, propietario del 420 Café y vocero dela Asociaciónde Minoristas en Cannabis, dijo ser escéptico en cuanto a que el gobierno se salga con la suya. Lo más probable, dijo, es que el cambio en la política se atasque en los juzgados, o que el problema se deje a criterio de los consejos municipales.
Sin embargo, si se cambia la ley, “no voy a integrar un registro”, dijo. “No voy a discriminar sobre la base de la nacionalidad. Sólo he discriminado con base en el comportamiento. Volveré a vender alcohol -ilegal en las cafeterías desde 1996-, volveré a vender bolsas de hierba bajo cuerda”, como lo hizo antes de que se adoptara la política de tolerancia.
Sus clientes también dudaban. Kenny y Sean, estudiantes universitarios estadounidenses, de aspecto de niños bien, de viaje por Europa, reconocieron que una razón de su visita fue el fácil acceso a la marihuana (Ambos solicitaron que no se publicaran más datos suyos para proteger sus posibilidades futuras de empleo). “Quisimos probar Amsterdam porque todos nuestros amigos dijeron que es increíble”, dijo Sean, después de fumar un cigarrillo de una mezcla de cannabis y tabaco. Kenny concordó.
“Si fumas hierba, tienes que ir a Amsterdam antes de morir”, comentó. Y agregó: “Este lugar moriría si cambian las leyes sobre la hierba. Sabemos eso. Somos estudiantes de negocios”. (NEW YORK TIMES)
700
coffee shops hay en Holanda. Desde la década de 1970 se autorizó la venta en estos locales.
2.000
membresías o “pases de hierba” es el máximo que podrá emitir cada coffee shop, según la nueva ley.
5
plantas de marihuana puede cultivar cada persona en Holanda, según la legislación de ese país.
EN CALIFORNIA ES LEGAL, PERO FEDERALES CIERRAN DISPENSARIOS
Ofensiva contra el humo medicinal
De cara al creciente caos en el sector estatal de la marihuana con fines medicinales, el municipio de Arcata (en el norte de California) aprobó un edicto en 2008 en el cual se detalla en más de 11 páginas, cómo se puede cultivar y vender la planta.
Humboldt Medical Supply, un dispensario en el condado de Humboldt, considerado un modelo de adhesión a la ley, que ha distribuido gratuitamente la cannabis entre pacientes ancianos, fue el primero en conseguir un permiso en 2010.
El año pasado rechazaron al Sai Center, cuyo dueño tiene un historial de desacatar la normativa municipal y el alcalde lo describió como alguien que opera su negocio “sólo por la ganancia”.
Humboldt Medical dejó de operar rápido después de que fiscales federales empezaron a cerrar cientos de dispensarios en octubre, en una de las medidas más enérgicas contra la marihuana con fines terapéuticos desde su legalización en California en 1996. El dueño del Sai Center se mudó de lugar y ha desafiado a las autoridades al seguir operando, más recientemente, en la casa de su madre.
Funcionarios municipales, temerosos de convertirse ellos mismos en blanco de los fiscales federales, suspendieron las solicitudes de otros dos dispensarios que se esperaba aprobar. “Creemos que las acciones del gobierno federal han tenido un efecto muy negativo”, dijo el alcalde Michael Winkler. “Estamos muy molestos con sus acciones”.
Como sus contrapartes en muchas otras municipalidades que han regulado a la marihuana terapéutica por su propia cuenta, los funcionarios de Arcata dicen que la ofensiva federal generó un nuevo caos en el sector de la marihuana para usos medicinales.
Las autoridades federales, dicen sus críticos, han atacado indiscriminadamente a los buenos y a los malos dispensarios, y en ocasiones han hecho quebrar a los mejores. Las medidas enérgicas, dicen también los críticos, complicaron a los californianos que llenan los requisitos para obtener marihuana para usos terapéuticos y empujan a los compradores a recurrir al mercado negro.
Con apego a una ley federal, por la cual se considera que es ilegal toda posesión y distribución de marihuana, los cuatro procuradores federales de California, en colaboración con el Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA) y la hacienda pública o IRS, cerraron al menos 500 dispensarios en todo el estado en los últimos ocho meses, mediante cartas a los operadores, caseros y funcionarios locales para advertir de los cargos penales y la confiscación de bienes. Los procuradores federales dijeron que los dispensarios violaban no sólo la ley federal, sino también la estatal, la cual mandata que los operadores sean los primeros en atender a sus clientes y distribuir la marihuana sólo con fines médicos.
Funcionarios de tres de los cuatro distritos de California dicen que han logrado cerrar más de 90 % de los dispensarios detectados. Y Dan Rush, un funcionario del Sindicato de Trabajadores Unidos de Alimentos y Comercio, dijo que dejaron de operar cerca de 650 de 1.400 dispensarios de marihuana que existían en octubre.
En el Centro Humboldt de Recursos para los Pacientes, uno de los dos dispensarios cuya solicitud se retrasó debido a las medidas federales, una afluencia constante de clientes -jóvenes hombres, pero también hombres y mujeres de edad mediana- entraban a comprar diversas variedades de marihuana, incluidas las llamadas Sueño Azul, Diesel Limón y Oh Cabeza Amarga, a 40 dólares el octavo de onza.
Mariellen Jurkovich, la directora del dispensario, dijo que gastó 200.000 dólares para acatar el edicto municipal.
Los fiscales federales todavía no le habían enviado la carta de advertencia, pero ella seguía muy inquieta.
“Aun si al final obtengo el permiso del municipio, no creo estar protegida mientras no se cambie la ley federal”, comentó. “No sé tras de quién irán después, ni por qué”.
Fuente ElPais.com.uy