La malaria o paludismo es una infección causada por organismos protozoarios del géneroPlasmodium y transmitida por diversas especies de mosquito del género Anopheles. La malaria puede ser mortal, aunque no todas las cepas de la enfermedad son igualmente letales. Se dice que la enfermedad ha matado a la mitad de todos los seres humanos que han existido, y sigue cobrándose más de un millón de vidas al año.
¿Qué es la malaria?
Hay cinco especies de Plasmodium que pueden causar enfermedades en los seres humanos, de las cuales, P. falciparum y P. vivax son las principales responsables de las muertes por malaria en los seres humanos, mientras que P.ovale y P. malariae provocan una forma de malaria más leve y, generalmente, no mortal. La quinta, P. knowlesi, causa la malaria en monos macacos y se puede transmitir a los seres humanos con resultados graves, pero por lo general no mortales.
Existen alrededor de un centenar de especies diferentes de mosquitos que transmiten la malaria, aunque las más conocidas a nivel general son unas treinta o cuarenta especies. Todas las especies de mosquitos que transmiten el paludismo pertenecen al género Anopheles, y se reconoce, sobre todo, a A. gambiae como un vector de la malaria.
Ciclo biológico de la malaria
Los ciclos biológicos de las especies de Plasmodium, mencionadas anteriormente, dependen de la presencia tanto de un humano (o mamífero) como de un mosquito anfitrión. Cuando un mosquito pica a un humano infectado, ingiere gametocitos de Plasmodium haploides (células reproductoras femeninas y masculinas inmaduras). Estos gametocitos, entonces, se convierten en gametos masculinos y femeninos maduros, que posteriormente se fusionan para formar cigotos diploides.
Luego los cigotos se transforman en ooquinetos activos en movimiento, que se introducen en las paredes del intestino del mosquito. Aquí, los ooquinetos se desarrollan en ooquistes, estructuras celulares de la pared gruesa que producen pequeñas células haploides conocidas como esporozoítos.
Después de unos 8 a 15 días, los ooquistes se rompen y liberan esporozoítos, que llegan hasta las glándulas salivales del mosquito. La próxima vez que el mosquito muerda a un humano, liberará entonces los esporozoítos en el torrente sanguíneo del huésped humano. Una vez que esto ocurre, los esporozoítos se infiltran en las células del hígado y comienzan a crecer y a dividirse, formando nuevas células haploides conocidas como merozoítos.
¿De qué manera afecta el paludismo a los humanos?
Los merozoítos continúan reproduciéndose asexualmente, produciendo decenas de miles de descendientes, y finalmente hacen que las células del hígado revienten. A continuación, los merozoítos salen del hígado, se reincorporan a la corriente sanguínea, se infiltran en las células rojas de la sangre, y continúan reproduciéndose y dividiéndose. Algunos merozoítos no se reproducen asexualmente, y en su lugar forman gametocitos masculinos y femeninos. Por lo tanto, el humano infectado pasará los gametocitos al siguiente mosquito que ingiera su sangre, completando así el ciclo.
La malaria se define como sintomática cuando los merozoítos se han multiplicado lo suficiente como para afectar a múltiples células en el torrente sanguíneo, lo que normalmente ocurre durante las dos semanas posteriores a la infección, aunque es posible que surjan períodos latentes de varios meses o años con algunas especies de Plasmodium.
A medida que los merozoítos se multiplican dentro de los glóbulos rojos, periódicamente hacen que éstos estallen, de forma que los merozoítos escapan de nuevo, vuelven al torrente sanguíneo e infectan a nuevos glóbulos rojos. Estos ciclos de ruptura e infiltrado ocurren de forma periódica, y se corresponden con la recurrencia cíclica de la fiebre en los individuos infectados. En los casos de infección por P.falciparum, los glóbulos rojos infectados de la sangre pueden atravesar la barrera hematoencefálica antes de romperse, lo que puede provocar malaria cerebral.
Los síntomas de la malaria
Los síntomas de la malaria, por lo general, se presentan durante los veinticinco días posteriores a la infección. Las cinco especies de malaria causan síntomas iniciales similares, y suele observarse dolor de cabeza, fiebre, dolor en las articulaciones, vómitos y escalofríos. Otros síntomas habituales son las convulsiones, la ictericia, la anemia y daños en las retinas.
La malaria suele caracterizarse por la fiebre recurrente y cíclica, o paroxismo, que corresponde con el ciclo de ruptura e infiltración de los glóbulos rojos. Dependiendo de la especie dePlasmodium que haya infectado el anfitrión, la duración del ciclo de la fiebre varía. Con P. vivaxy P. ovale, la fiebre se repite normalmente cada dos días, mientras que con P. malariae, el ciclo tiene una duración de tres días. Con P. knowlesi, la fiebre es recurrente en un ciclo de 24 horas, mientras que P. falciparum puede causar fiebre recurrente cada 36-48 horas, o puede producir una fiebre leve pero continua.
Pronóstico de las infecciones de malaria
Cuando el tratamiento se inicia a tiempo, los pacientes con paludismo suelen vencer con éxito la enfermedad y recuperar la salud completamente. Se estima que en 2012 se produjeron alrededor de 627.000 muertes como resultado de unos 207 millones de casos de malaria (tasa de mortalidad del 0,003%). Los casos de malaria no suelen registrarse correctamente, por lo que algunos estiman que la prevalencia anual es muy superior, de hasta 500 millones de casos por año.
Sin embargo, si no se aplica el tratamiento inmediatamente cuando comienzan los síntomas, la enfermedad puede agravarse con gran rapidez, y puede causar la muerte en cuestión de horas. La muerte generalmente se produce como consecuencia de complicaciones como la insuficiencia respiratoria aguda, que puede deberse a una anemia aguda, un edema pulmonar (acumulación de líquido en los pulmones) o una neumonía.
Complicaciones y mortalidad
La fiebre de aguas negras es otra complicación de la malaria, y se produce debido a que los glóbulos rojos de la sangre se rompen o estallan, liberando hemoglobina directamente en la sangre y en la orina. Esto puede producir insuficiencia renal, que suele resultar mortal si no se recibe tratamiento. Esta complicación se caracteriza por la presencia de orina de color rojo oscuro o negro.
La malaria cerebral tiene una tasa de mortalidad más alta que la malaria simple. No en todos los casos de P. falciparum se produce una ruptura de la barrera hematoencefálica, lo que causa la malaria cerebral, y se da con más frecuencia en niños menores de cinco años. Aunque su prevalencia es baja, es una de las complicaciones más graves producida por P.falciparum, y se producen alrededor de 575.000 casos cada año, solamente en niños. La malaria cerebral con frecuencia puede producir un coma, dificultades neurológicas permanentes, y posiblemente la muerte.
Historia del tratamiento de la malaria con cannabis
El cannabis se ha utilizado a lo largo de la historia para combatir las enfermedades que causan síntomas de fiebre, como el cólera, la rabia y el tétanos. Se ha documentado su uso en diferentes culturas antiguas, como la china y la india. Los antropólogos también han documentado el uso de forma tradicional, que persiste hasta nuestros días entre algunas poblaciones de África y del sureste asiático.
La literatura china antigua hace referencia al uso del cannabis como tratamiento para la malaria. Al resumir sus propiedades terapéuticas, la Pen T’sao Ching afirma que el cannabis despeja la sangre y disminuye la temperatura, refiriéndose a la capacidad del cannabis para reducir la fiebre.
En Camboya, tradicionalmente, las personas infectadas con malaria recibían tratamiento con cannabis, un uso que ha persistido hasta nuestros días, en algunas regiones. Según consta, se inhalaba el humo de un kilogramo de plantas masculinas y femeninas dos veces al día hasta que hubiera pasado la fiebre. De vez en cuando, se empleaba un método alternativo, mediante el cual se administraba una preparación de cannabis y agua por vía oral en dosis de dos mililitros antes de cada comida. Sin embargo, se cree que este método es menos eficaz.
En África, se tiene constancia de que los curanderos tradicionales de Zimbabue han utilizado el cannabis como remedio para la malaria, así como para la fiebre de aguas negras, una complicación potencialmente mortal de la enfermedad. Se cree que los medicamentos tradicionales a base de cannabis se siguen usando entre la población rural, tanto en África como en el sudeste de Asia.
El uso de la medicina tradicional india
En 1893-1894, el Informe de la Comisión de Drogas del Cáñamo Indio se refirió al uso del cannabis como profilaxis contra la malaria, administrado en forma de bebida refrescante. En ese momento, el cannabis se utilizaba ampliamente en las ramas de la medicina ayurvédica (hindú) y Tibbi (islámica) como hipnótico, analgésico y antiespasmódico. Las propiedades diaforéticas (sudoración excesiva) y diuréticas del cannabis se consideran efectivas para reducir la fiebre.
En 1957, los médicos indios I.C. Chopra y R.N. Chopra publicaron un informe detallado sobre los usos del cannabis en la medicina tradicional de la India. Según el informe, el cannabis se utilizaba habitualmente “fumado y bebido” en las zonas palúdicas, donde se cree que es eficaz como profiláctico. Las regiones submontanas y de Terai (la sabana y las praderas de la zona norte de la India y Nepal) del estado de Uttar Pradesh, donde abunda el cannabis silvestre, destacan sobre todo por su amplio uso del bhang (una bebida a base de cannabis) como tratamiento para la malaria.
Se cree que el bhang es más eficaz que la ganja (marihuana) para aliviar el “sentimiento general de inquietud” provocado por la fiebre palúdica. Parece que se solía administrar cannabis con fines medicinales por vía oral, y rara vez se fumaba. Sin embargo, en algunas regiones, se fumaba hachís (coloquialmente conocido como nasha o charas) para tratar y prevenir el dolor de cabeza producido por la malaria.
El declive de los tratamientos tradicionales de cannabis para la malaria
A finales del siglo XIX, se usaban de forma generalizada el cannabis y los medicamentos a base de hachís en los EE.UU. y Europa. Dichos tratamientos se utilizaban para la malaria, pero su aplicación para este propósito, aparentemente, estaba limitado en comparación con su uso en otras áreas de la medicina. Por supuesto, la prohibición del cannabis fue un golpe fatal para su uso en medicina, por lo menos en el mundo occidental.
La Convención Única sobre Estupefacientes (1961) fue duramente criticada por la India y otras naciones simpatizantes. De hecho, para reconocer la importancia cultural del cannabis, se le concedieron a la India veinticinco años para promulgar una legislación específica. A pesar de esto, el informe de Chopra y Chopra de 1957 indicaba que el uso del cannabis en la medicina popular de la India ya había comenzado a decaer rápidamente durante las décadas anteriores.
Uno de los factores que influyeron fue la disminución de la potencia y la consistencia de los medicamentos a base de cannabis, a medida que el mercado mundial de cáñamo de la India disminuía, también lo hacía la industria interna. Además, el número de medicamentos modernos potentes y eficaces disponibles en el mercado había aumentado drásticamente, y se había empezado a sustituir los tratamientos tradicionales de cannabis.
Sin embargo, en el momento en que se realizó el informe, se observó que los profesionales de la medicina indígena todavía utilizaban el cannabis ampliamente en las zonas rurales de la India, y que los preparados a base de cannabis seguían siendo remedios populares a nivel doméstico para muchas dolencias menores. Los mendigos itinerantes, todavía habituales en la India, suelen llevar encima y utilizar bhang, y, en ocasiones, pueden proporcionárselo a los habitantes de las zonas rurales.
La investigación moderna sobre el cannabis y la malaria
Aunque la investigación moderna sobre el cannabis como tratamiento para la malaria es escasa, existen uno o dos estudios. Un estudio publicado en 2007 comparó la efectividad de los extractos obtenidos a partir de C. sativa y otra planta muy utilizada en la medicina popular,Aloe vera (también conocida como A. barbadensis), para matar las larvas de las especies de mosquitos vectores Anopheles stephensi. Aunque no tratan la malaria en sí directamente, estas tácticas pueden representar un paso importante en la prevención de la transmisión de la malaria.
Se usaron tres disolventes diferentes, tetracloruro de carbono, éter de petróleo y metanol, para tratar a especímenes individuales de plantas de ambas especies y producir tres extractos diferentes. El estudio demostró que tanto el extracto de C. sativa como el de A. vera resultaban efectivos en la eliminación de las larvas, siendo los extractos de tetracloruro de carbono mucho más eficaces. Sin embargo, se demostró que todos los extractos obtenidos de A. veraeran más eficaces que los de C. sativa.
El cannabidiol puede evitar los daños producidos por la malaria cerebral
La malaria cerebral es una complicación grave y potencialmente devastadora de la infección por P. falciparum, que puede causar déficits neurológicos y de comportamiento permanentes, incluso después de que la infección haya desaparecido con los medicamentos contra la malaria. Se ha demostrado en varias ocasiones que el cannabidiol (CBD), el principal cannabinoide no psicoactivo encontrado en C. sativa, ejerce un efecto neuroprotector, y también se ha probado que reduce la tasa de enfermedades neurodegenerativas, como la esclerosis múltiple y la enfermedad de Alzheimer.
Un estudio publicado en 2013 tuvo como objetivo investigar si el CDB podía prevenir los cambios de comportamiento en los ratones infectados con P. berghei-ANKA, una especie dePlasmodium que no afecta a los humanos, pero que provoca síntomas en muchas especies de mamíferos, y es un organismo modelo ampliamente utilizado para fines de investigación. A partir de los tres días posteriores a la infección, se inyectó a algunos ratones dosis de 30mg/kg de CDB.
Durante los cinco días siguientes a la infección, los ratones infectados fueron tratados con artesunato, un tratamiento contra la malaria consolidado que actúa reduciendo la parasitemia (carga de parásitos en la sangre). Después del tratamiento con artesunato y la reducción completa de la parasitemia, a los ratones se les sometió a pruebas de memoria y cognitivas. Los ratones a los que únicamente se administró P. berghei-ANKA mostraban déficits de memoria y un aumento de la ansiedad, mientras que los ratones tratados con CBD no presentaban estos efectos. Aunque el estudio no se ha reproducido en seres humanos, estos resultados indican que el CDB podría ser útil como tratamiento adyuvante para reducir o evitar por completo el daño cerebral causado por la malaria cerebral.
Dificultades para tratar la malaria
Las opciones de tratamiento disponibles para la malaria son limitadas. Además, los parásitosPlasmodium, incluyendo P. falciparum, son cada vez más resistentes a la clase más común de compuestos contra la malaria, el grupo de la artemisinina, al que pertenece el artesunato.
Debido a que los métodos para matar a los parásitos directamente son poco numerosos y cada vez menos fiables, se ha desplazado hacia el uso de pesticidas sintéticos la responsabilidad de controlar las poblaciones de los vectores de la enfermedad, los mosquitos Anopheles. Esto ha llevado a un uso abundante de los pesticidas sintéticos, entre ellos uno de los más tristemente famosos, el Dicloro Difenil Tricloroetano (DDT).
Debido a este uso excesivo, las especies de mosquitos vectores son cada vez más resistentes a los insecticidas sintéticos como el DDT, y las poblaciones que antes estaban bajo control están aumentando de nuevo, en diferentes lugares. A pesar de esto, la aplicación continua de estos productos químicos, sintéticos y peligrosos está causando graves daños ambientales y generalizados, incluyendo la destrucción de las especies que no son el objetivo, la bioacumulación y la pérdida de biodiversidad.
Como resultado de estos hechos alarmantes, hay una mayor necesidad de encontrar métodos de tratamiento alternativo para la malaria que no causen un daño ambiental tan amplio, y a los que los mosquitos vectores o especies de Plasmodium no hayan desarrollado resistencia.
¿Sigue siendo beneficioso el cannabis como tratamiento para la malaria?
El uso del cannabis como remedio para la malaria se ha quedado por el camino, debido a la mejora de los métodos modernos para tratar la malaria, así como a su situación ilegal actual. Sin embargo, dado que la malaria sigue representando un riesgo importante para casi la mitad de la población mundial, sobre todo en los países en vías de desarrollo, merece la pena considerar cualquier fármaco que se pueda producir localmente y a bajo coste como parte del conjunto de métodos de tratamiento disponibles. Aunque los tratamientos pueden haber mejorado, la prevalencia sigue siendo extremadamente alta, en gran parte debido a la pobreza de las naciones afectadas y a las dificultades logísticas inherentes a la distribución de los medicamentos necesarios.
Por otra parte, el cannabis es autóctono o se ha naturalizado en prácticamente todas las zonas del mundo, sobre todo, en y alrededor de las zonas tropicales, donde la malaria es endémica. Si se legaliza y regula, todavía podría aplicarse de forma beneficiosa como reductor profiláctico y de la fiebre. Existen otras plantas que pueden ser más eficaces que el cannabis para tratar los síntomas específicos del paludismo, como elAloe vera, pero, por lo general, no tienen la amplitud de aplicaciones en la medicina que ofrece el cannabis.
El descubrimiento más interesante, con diferencia, es el potencial del cannabidiol para disminuir el daño neurológico causado por la malaria cerebral. Esta complicación de la infección por P. falciparum, que altera potencialmente las condiciones de vida, afecta a más de medio millón de niños cada año y, aún cuando no es mortal, puede tener consecuencias que afectan negativamente a la víctima a lo largo de toda su vida. Los tratamientos de bajo coste con cannabidiol podrían desempeñar un papel muy importante en la reducción de la prevalencia de este fenómeno.
Por Seshata