Cada vez se oye hablar más del cannabis y de sus bondades. Cada vez son más los países que se suman a la legalización, grandes inversores y farmacéuticas se sienten atraídos, y hasta en la televisión comenzamos hace unos meses a ver anuncios de cosmética cannábica. Pero todo este interés no es nuevo, sino que desde hace miles de años, las primeras civilizaciones la consideraron una planta indispensable en su desarrollo.
Los documentos más antiguos del uso del cannabis son de hace unos 4600 años, aunque existen evidencias de que pudo hacerse cultivado hace unos 10000 años en Europa y Asia Oriental. Y de los tejidos elaborados con las fibras de cáñamo hay constancia de que al menos cuentan con 6000 años de antiguedad. También existe en el herbolario Pen Ts’ao Ching alguna mención sobre las propiedades psicotrópicas y medicinales de la planta. Este herbario recopilado en el siglo I d.C, se atribuye al emperador chino Shen Neng. El cannabis era prescrito contra la malaria, el reumatismo, el estreñimiento y los calambres menstruales.
Alrededor del 2000. a.C, en el antiguo Egipto se usaba en el tratamiento del dolor tal y como reflejan algunos escritos de la época. También hay evidencias de que el cannabis era usado para tratar y remediar el glaucoma y la inflamación entre otros usos.
Pero sin duda donde ha existido una mayor tradición ha sido en la India, donde era prescrito por los médicos como un anestésico. Se empleaba mezclando la hierba seca o resina con leche. Mitológicamente, el cannabis quizá se trata de una planta desconocida que junto a la amrita o “poción del soma” la que menciona el Átharva Veda como un embriagante sagrado.
Los preparados hindúes a base de cáñamo llamados a veces viyaia, son especialmente sagrados para el dios Shiva. Éstos se suelen presentar de tres maneras diferentes: por un lado el bhang es una preparación de las hojas usada frecuentemente en bebidas como la bhang lassi. Por otro lado la gañya (o ganja, que son los cogollos). Y finalmente las charas, que es la resina de las plantas obtenido mediante el método tradicional de frotar las manos en los cogollos, obteniendo un hachís muy codiciado.
En Occidente y ya en el siglo V a.C. fue mencionado por Heródoto. Escribió que los misteriosos escitas arrojaban cannabis sobre piedras muy calientes y en una especie de saunas. Los vapores que desprendían les hacía entrar en estado de éxtasis y embriaguez. Los médicos de la antigüedad Dioscórides y Galeno también hablan de su uso en medicina.
En el mundo árabe adquirió una gran importancia social y ritual. Marco Polo habló de un misterioso personaje llamado “el viejo de la montaña”, quien poseía un paradisíaco jardín lleno delicias y de mujeres jóvenes y bellas. Los fieles del viejo de la montaña consumían hachís y ya en estado de éxtasis, eran convencidos para asesinar a sus rivales a cambio de volver al jardín. Se cree que tradicionalmente la palabra “asesino” eran estos fieles de Hassan Sabah que consumían hachís, de ahí el nombre de la secta de los hashishin.
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