A medida que la crisis provocada por la contabilidad y el creativo manejo de los riesgos, desplomaron los presupuestos llevándolos al rojo, los oficiales públicos están mostrando cierta creatividad.
Los ciudadanos de Oakland, California, de forma abrumadora han aprobado un impuesto multiplicado sobre las alzas de las ventas médicas de la marihuana. Los originarios de Oakland, permitieran su hachís si ellos pudieran conseguir las bendiciones de sus doctores, ya que tendrán que pagar $1.80 sobre cada $1,000 de valor, en vez del impuesto general de venta al detalle de 12 centavos.
Este ingreso fiscal adicional supera la décima parte del porcentaje del presupuesto de la ciudad, pero hay que tomar en cuenta que cada centavo ayuda en los tiempos difíciles. Presumiblemente, Ese es el porqué un legislador estatal está proponiendo la legalización y fiscalización de la marihuana. La ventaja de los “impuestos pecaminosos” por mucho tiempo ha sido conocida por los economistas: es más eficiente fiscalizar lo que la gente encuentra más indispensable o lo que contempla malos efectos.
Esto en parte coincide, convenientemente, permitiendo que los gobiernos digan que ellos están luchando contra la corrupción moral.
El alcohol y el tabaco, y ahora el hachís para el alivio del dolor, son los mejores amigos del fisco. ¿Por qué parar ahí? Nevada, donde algunos condados permiten la prostitución, han debatido la fijación de cinco dólares de impuestos por transacción en los burdeles legales.
La oficina fiscal de suecia ha reglamentado que, desde que es ilegal comprar pero no vender sexo, las prostitutas deben los mismos impuestos que otras personas que trabajan independientes.
Versión español Rosanna Capella
Fuente Hoydigital
