EEUU.- El consumo de cannabis no es una adicción, sino una elección que cada persona hace para mejorar su bienestar aunque no siempre sea consciente de tomar una decisión terapéutica, según el activista y propietario del principal dispensador medicinal de marihuana de EEUU, Steve DeAngelo.
El cannabis tiene efectos paliativos en pacientes terminales, con dolor crónico o con trastornos de insomnio, entre otras patologías, pero también, a juicio de DeAngelo, puede ser buena para personas que no tienen diagnosticada una enfermedad en concreto para mejorar su bienestar físico, su estado anímico o su creatividad.
“Algunos dicen que no consumen como terapia, sino para relajarse cuando llegan a casa tras el estrés del trabajo y sentirse mejor para poder jugar con los niños, cenar agusto y mantener mejores relaciones íntimas con su pareja; yo opino que sí que consumen para cuidarse”, destaca DeAngelo en una entrevista con Efe.
Desde el Centro Médico de Harborside, en Oakland (California), este activista de marihuana de 54 años atiende a más de 100.000 personas que acuden regularmente a su establecimiento en busca de sus dosis curativas.
DeAngelo va a trabajar cada día con la convicción de que está ayudando a miles de personas a mejorar su calidad de vida y con el lamento de que este beneficio no revierta en toda la sociedad, por culpa de la prohibición de venta en muchos rincones del mundo.
“Debemos sacar el negocio del cannabis de las manos de los narcotraficantes y revertir el beneficio a todo la sociedad, para que tengan acceso a las terapias, se creen puestos de trabajo y se logren ingresos en impuestos”, subraya.
Tras un breve paso por Barcelona, DeAngelo explicará sus experiencias en la feria Expogrown de Irún, en la que participan decenas de empresas de venta de semillas y material para el autocultivo y que se celebra en localidad vasca del 14 al 16 de septiembre.
Crítico con el “puñado de mentiras” lanzadas por gobiernos y corporaciones de todo el mundo sobre la marihuana, DeAngelo defiende, por encima de todo, la libertad de consumir y de poder escoger un tratamiento alternativo al que ofrece la industria farmacéutica, cargado de efectos secundarios.
DeAngelo rebate la idea de que el cannabis es adictivo argumentando que, a diferencia de otras sustancias como el alcohol, el tabaco o la heroína que sí lo son, el consumidor de hachís nunca incrementa las dosis para lograr el mismo efecto y, si algún día no toma, no sufre el síndrome de abstinencia.
“No es cierto que el cannabis sea adictivo, creo que es una opción que alguien escoge por su bienestar, como también puede decidir hacer yoga, tomar hierbas medicinales o un café al levantarte”, subraya el activista.
Él mismo fuma cada día un porro para calmar el dolor crónico que tiene en un disco intervertebral del que ha sido intervenido quirúrgicamente dos veces.
“Salí del hospital peor, no podía ni estar de pie ni sentarme, pero con la combinación de cannabis, ejercicio y yoga me he salvado y puedo hacer una vida normal”, relata.
DeAngelo, que visita por primera vez España, está convencido de que tanto en Europa como en Estados Unidos se acabará legalizando la marihuana, no sólo por sus efectos terapéuticos sino también para combatir la delincuencia.
“Los carteles de narcotráfico en México causan miles de muertos y el destino de la mayoría de la droga es EEUU, pero a las autoridades norteamericanas no les importan las vidas de mexicanos; si pasara en su territorio, otro gallo cantaría”, destaca el activista.
En Irún, DeAngelo explicará el caso de California como experiencia para legalizar la distribución de cannabis medicinal en España.
Las leyes del Estado de California permiten la distribución de cannabis con fines medicinales, aunque en otros estados y a nivel federal está actividad es delictiva y penada, incluso, con pena de muerte.
En octubre, DeAngelo está citado a un juzgado por la expropiación que el gobierno federal quiere hacer de los terrenos en los que se alza su clínica, mientras que la hacienda norteamericana, en otro proceso paralelo, le reclama 2,5 millones de dólares en tributos.
“No pueden procesarme directamente porque en mi Estado lo que hago es legal, pero me persiguen por otras vías”, denuncia DeAngelo, que no piensa abandonar a sus clientes: “No cerraré la tienda, antes me tendrán que encarcelar”.
Fuente El Ideal Gallego
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